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Ilustres que pasaron por la Región

El paisaje portuario de Cartagena y la magnífica Catedral de Murcia que sorprendieron a Hans Christian Andersen

6/08/2020 - 

MURCIA. "Murcia, la cual nos habían descrito como una ciudad de lo más interesante, donde encontraríamos vestigios árabes, veríamos gitanos y también los atuendos más pintorescos de toda España". Así hablaba Hans Christian Andersen de la capital de la Región en su Viaje por España. 

El célebre escritor danés guardaba gran cariño a nuestro país y tenía curiosidad por las costumbres y la forma de vida españolas de la época. De esta manera, viajó a España en 1862, de septiembre a diciembre, e hizo una compilación de impresiones sobre todas las regiones en las que estuvo en Viajes por España.

El autor visitaría en primer lugar, tras venir de Alicante, la ciudad de Murcia, donde buscaba esencialmente tres cosas: “vestigios árabes”, los atuendos “más originales de España” y los gitanos.

Folclore gitano 

Especial atención acaparó el pueblo y folclore gitano ante los ojos del escritor, quien lo señala como uno de los aspectos más interesantes en su visita a Murcia: gitanos y "payos" habían empezado a casarse entre sí. El progreso avanzaba a costa del romanticismo.

"Tan solo en las calles y en los zaguanes de las casas, en Murcia y Cartagena, había escuchado el repiqueteo de las castañuelas y visto bailar boleros y seguidillas, por cierto, con una gracia que rayaba en pasión”, cuenta.

Además, destacaba la sonoridad y la singularidad de un instrumento tan español como las castañuelas: “Se merecen el rango de instrumento de solo, pues proyectan una sonoridad que es toda poesía, confesión secreta, aunque a voces, de dos corazones enamorados”.

El lento desarrollo y la falta de infraestructuras de la Región también llamó la atención del danés, que se encontró “unas doscientas personas que se afanaban en la construcción de la ferrovía” para intentar enmendar algunos errores visibles antes de la llegada de la Reina Isabel II.

La Catedral, "magnífica" y "recargada"

Archivo General de la Región de Murcia

Andersen, según diarios de la época, se hospedó en la posada del Malecón, de la que criticaría la suciedad y se trasladaría a la fonda de Juan de la Cruz, en la Plaza de San Leandro (posteriormente de Los Apóstoles).

El escritor halagó la exquisita gastronomía murciana y tuvo palabras un tanto contradictorias para la catedral. En un primer momento alabó su repicar de campanas y la calificó con el adjetivo "magnífica": "Vivíamos en la plaza, justamente detrás de la magnífica catedral; hasta nosotros llegaban la música del órgano y los cánticos gregorianos. En la calle todo era soledad y silencio".

Sin embargo, después la consideraría "sobrecargada con tanto bajorrelieve y tanta tracería; agobiantes estatuas entorpecen la entrada".

Llegada a la ciudad portuaria

Archivo General de la Región de Murcia

El inquieto escritor de La sirenita o El patito feo dedica el capítulo VII de su cuaderno de viaje a la ciudad de Cartagena: “Arribamos a Cartagena a las 4 de la tarde; por las calles estrechas y umbrosas alcanzamos la fonda francesa que nos habían encomiado tanto”. La Fonda Francesa tuvo un largo recorrido en el tiempo, pues llegó a la década de los 60 del siglo XX con distintos nombres (Hotel París, Hotel España) y con distintos propietarios (Enrique Richard y Nicola, el Conde de Romanones y los empresarios apellidados Amorós).

En este capítulo describía un septiembre lluvioso que cualquier cartagenero asocia a la tradicional gota fría, asimismo, detalla la belleza de las columnas y el suelo de mármol del atrio que conformaban el Circulo Cartagenero, como era denominado el casino de la villa. 

Además, resaltaría con admiración la paisajística única del Puerto de Cartagena:  “En las montañas hay minas de plata y en el valle crece el esparto con tal abundancia que dio al pueblo el nombre de Espartaria [...] nos mostraron los enormes astilleros y la magnífica dársena o fondeadero rocoso, tan profundo que daba vértigo. Por todas partes se veían galeotes trabajando. El ajetreo se debía por lo visto a la esperada visita de la reina... El puerto brillaba como un espejo, y el mar, en cuanto abarcaba la vista, en absoluta calma. El vapor Non Plus Ultra esperaba con ondeante bandera; subimos a bordo, y durante varias horas gozamos del panorama de Cartagena y sus montañas peladas como cráteres”.

Aunque no se conocen datos certeros, se especula que Andersen estuvo viviendo durante un tiempo en la ciudad portuaria, concretamente en la Calle del Cañón.

Andersen guardaba especial curiosidad por nuestro país y destacó, de norte a sur, todas las raíces y costumbres que le resultaron atractivas y, cuanto menos, peculiares en contraste a las que pudieran tener los países nórdicos. Pero, una vez más, un artista extranjero reconoce la singularidad de las gentes y de los paisajes que conforman la Región de Murcia.


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