MURCIA. Pascual Martínez (Murcia,1977), autor junto a Vincent Sáez (Alicante, 1976) del fotolibro The Saxons of Transylvania, publicado por la editorial inglesa Overlapse, responde a la llamada de Murcia Plaza para hablar un poco más sobre este trabajo que está recibiendo una excelente acogida en Europa, pero también en Estados Unidos, Sudamérica y algunos países asiáticos. Como anécdota -cuenta el creativo murciano-, ha sido elegido por una prestigiosa crítica de China como uno de los nueve mejores libros del mundo de 2019. Pascual Martínez se encuentra en el momento de la llamada en el aeropuerto de Bucarest, a donde han viajado los dos fotógrafos para realizar un encargo del ministerio de Cultura rumano. “No veas qué locura”, comenta impactado al ver tantos viajeros con mascarillas por el temor al contagio del coronavirus chino.
Aunque Martínez y Sáez conservan su sede de operaciones en Murcia, es habitual que viajen a Rumanía, un país del que se han enamorado y donde dicen encontrarse “como en casa”. No en vano, fue en este país donde a raíz de una residencia artística en 2014 se gestó la trilogía que comenzó con un fotolibro sobre la relación de los rumanos con la naturaleza bajo el título The tree of life is eternally green y que ahora ha tenido continuidad con la historia de The Saxons of Transylvania. La cerrarán con un tercer trabajo sobre las supersticiones y la magia en el país que vio nacer nada menos que al conde Drácula, aunque Pascual deja muy claro que huirán de clichés y estereotipos. “Trataremos el tema más allá de los vampiros”, asegura.
Pero, ¿qué tienen las publicaciones de estos dos residentes en Murcia, que realizan un trabajo fotográfico y documental en tierras rumanas, y son reconocidos en países tan remotos, en distancia y en cultura, como pueden ser China, Japón o Corea del Sur? Pascual Martínez habla en primer lugar del “lenguaje mágico y universal de la fotografía”. A lo que hay que añadir una cuidadísima edición, donde los detalles se convierten en protagonistas. “Hay japoneses que se han pasado una hora mirando uno de nuestros libros, quedándose con todos esos detalles”, recuerda el fotógrafo, quien afirma que "tenemos mucha suerte porque la editorial nos permite hacer este tipo de cosas tan cuidadas y con tanta calidad".
Además, su trabajo, y esto es fundamental, “explora las relaciones humanas y el estudio de la sociedad,utilizando la fotografía como medio de exploración antropológica”. En este sentido, Pascual asegura que cualquiera puede empatizar con el maltrato sufrido a lo largo de los años por los sajones de Transilvania que subyace en su segundo fotolibro. Porque ellos, con sus imágenes, cuentan historias con las que personas de cualquier parte del mundo se pueden sentir identificados y en unos contextos que pueden ser perfectamente extrapolables.
Su segundo fotolibro, presentado recientemente en el centro Cendeac de Murcia, recoge la historia sobre el origen de los sajones en Transilvania, que ha llegado a la actualidad a través de leyendas y cuentos, que como suele pasar esconden algo de verdad. Así, por ejemplo, los hermanos Grimm contaron como en la ciudad alemana de Hamelin apareció un hombre misterioso, vestido con coloridos ropajes, prometiendo liberar al pueblo de una plaga de ratas con la ayuda de su flauta mágica. Al no recibir el dinero prometido, el músico hechizó con su flauta a los niños e hizo que lo siguieran. La leyenda dice que la montaña se abrió y los niños viajaron bajo tierra hasta salir por una cueva en Transilvania, donde fundaron siete ciudades. Más de quinientos años después, Goethe también escribió un poema basado en esta historia .
Parece ser que la literatura se inspiró en la historia de colonización de los territorios de Europa Central por parte del rey húngaro Geza II (siglo XII), quien reclutaba jóvenes colonos de la región del río Mosela para llevarlos a Transilvania y fundar ciudades fronterizas fortificadas, como defensa a las invasiones turcas y tártaras. Aquellos colonos crearon una sociedad fuerte y organizada, manteniendo un importante sentido de comunidad y desarrollando una autoconciencia específica como sajones. Durante más de 800 años vivieron en paz con rumanos, húngaros y romaníes.
Pero en el siglo XX, las guerras y el comunismo desarraigaron esta comunidad. Así, durante la Segunda Guerra Mundial sirvieron en tres ejércitos (rumano, alemán y húngaro) y se convirtieron en víctimas y verdugos a la vez. En 1945, más de 70.000 sajones de Transilvania fueron detenidos por los ocupantes soviéticos y deportados a campos de trabajo en Siberia. El nuevo gobierno pro-soviético de Rumania suprimió sus derechos históricos y confiscó sus propiedades.
Después de la caída del comunismo en 1989, alrededor del 90% de los sajones transilvanos huyó en unos pocos meses. Medio millón de personas emigraron a Alemania, Austria, Canada o América del Norte en busca de una nueva vida, y las aldeas medievales que fundaron sus antepasados comenzaron a deteriorarse quedando prácticamente desiertas. Hoy en día, algunos de esos sajones que abandonaron Rumanía, están regresando en busca de sus raíces y trabajando para preservar su patrimonio y su identidad.
Partiendo de esa identidad, memoria, tradición y experiencia de vida, el trabajo de Pascual Martínez y Vincent Sáez relata algunas de las historias personales de estos últimos sajones de Transilvania.