La conmemoración del 25 de noviembre es como un lago de cocodrilos, del que es mejor pasar de largo. Veamos si soy capaz de meter el pie en esas aguas procelosas sin salir devorada por los reptiles.
Ninguna mujer que se precie de serlo puede abominar del día 25 de noviembre, como recuerdo y repulsa de la violencia que muchos varones ejercen sobre las mujeres. Ojalá llegue el día en que esta conmemoración carezca de sentido, pero por el momento lo tiene, dado que llevamos ya contabilizadas 1.158 mujeres asesinadas a manos de sus parejas desde 2003, lo que arroja una media de unas 60 al año. En 2022 la cifra es sin duda mucho menor, puesto que llevamos afortunadamente solo 28. Me siguen pareciendo muchísimas; aunque solo fuera una, resultaría excesivo y reprobable. Se supone que la pareja ha de ser el reducto de confianza y seguridad para una persona, no el mayor enemigo. Si no, para estar mal y jugarse la vida, muchísimo mejor sola que mal acompañada. La mujer ha de tener sus propios recursos para poder elegir libremente si quiere estar o no con un hombre y romper las cadenas de la necesidad económica y de la dependencia, que tanto esclavizan. En este tema, el discurso de Vox es rancio y apesta.
"quien bien te quiere te acompañará, te ayudará, estará a tu lado, te amará y te apoyará en todas las circunstancias"
A algunos hombres de los que hay que mantenerse a distancia no se les ven las malas intenciones o instintos a la primera: son aparentemente cariñosos, serviciales, agradables, pero en la esfera íntima con esos tipos poco recomendables pronto empiezan los problemas, las peleas, la manía del control disfrazado de falso amor, el deseo de manipulación, de posesión en exclusiva, y el apartamiento de la mujer de su círculo de amistades y de su familia. Dejar aisladas a las mujeres es una táctica clásica de los maltratadores, que aprovechan así su poder con mayor impunidad. Pese a que el refranero es bastante sabio, hay uno que no está bien trazado, el que dice: "Quien bien te quiere te hará llorar". Solemne imbecilidad que algún maltratador se sacó de la manga para justificar sus desmanes. No, en realidad es todo lo contrario, quien bien te quiere te acompañará, te ayudará, estará a tu lado, te amará y te apoyará en todas las circunstancias.
Lo peor del feminismo es que no hay unidad de criterio, como en tantas otras esferas, lo que es sin duda un grave problema. Muchas mujeres de derechas se han desmarcado de este tema crucial, porque el discurso reivindicativo lo ha monopolizado la izquierda. En cuanto a la izquierda, ya han visto que ni siquiera los partidos del Gobierno se ponen de acuerdo, y que hace la guerra cada uno por su parte. En las manifestaciones del pasado viernes unas desfilaban por la Puerta del Sol de Madrid, mientras que otras lo hacían por Vallecas, haciendo piña con la ministra Montero.
La Montero ahora va de Magdalena y de víctima, pero no de malos tratos, sino de los ataques de la derecha más recalcitrante, que la acusa de ser beneficiaria del trifásico con el que la enchufó Pablo Iglesias en la política. El tema es antiguo ya, no sé por qué lo sacan ahora a colación, y es bien conocido por todos. Hay quien aprovecha cualquier resquicio para echársele al cuello a esta mujer, pues la culpan -con mucho motivo, aunque haya más culpables aparte de ella- de la enorme metedura de pata de la ley del "solo sí es sí". Esa ley está resultando un coladero, por el que muchos letrados avispados están consiguiendo reducir las condenas de sus clientes. Dura lex, sed lex, dice el viejo principio. Esta máxima nos recuerda que la ley ha de ser aplicada y ni los fiscales ni el Tribunal Supremo puede cambiarla, solo una ley posterior puede modificarla. Así que, mientras esto no se haga, la ley de Montero seguirá siendo un aborto legal, del que se están beneficiando muchos hombres, a los que se pretendía castigar con más severidad. Esta situación no deja de ser un contrasentido y un motivo de mofa y befa, que supongo que hará que a la exvicepresidenta Carmen Calvo se le haya desencajado la mandíbula de la risa.
Recordemos que Calvo tuvo que salir del Gobierno por su enfrentamiento con la ministra de igualdad, a causa de la diferente interpretación del feminismo. Y ahora Montero, queriendo pasar a la posteridad gracias a esta nueva ley, está dando mucho que hablar, pero no precisamente por los motivos que ella querría. Aquellas mujeres a las que presuntamente se iba a beneficiar están quedando desprotegidas, al ver a sus agresores salir de prisión antes de lo esperado, por obra y gracia de algún ignorante con ínfulas de legislador, bajo el mando de Montero, al que le ha salido el tiro por la culata.
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