CARTAGENA. "Se hará lo que se pueda". Eso le contestó Tamames cuando el tibio le animó a aceptar la invitación de Vox a protagonizar la moción de censura contra el doctor Sánchez, presidente del gobierno tripartito conformado por el PSOE, el PSC y Podemos. Esa frase reflejaba la disposición inicial del eminente economista a meterse en el berenjenal. Tras prolijas negociaciones con la dirección de Vox, finalmente Tamames decidió dar una respuesta afirmativa. Atrás ha quedado su petición de que otros diputados, aparte de los de Vox, apoyasen la moción de censura.
Desde un principio los del PP se negaron, aduciendo que no había votos para ganarla y que solo beneficiaría a Sánchez, pues quedaría como vencedor. Además, restañaría el resquebrajamiento de la unidad con sus aliados causado por sus discrepancias en las leyes antifeministas defendidas por Podemos. Tales eran la de garantía integral de libertad sexual (no importa si beneficia a los violadores) y la autodeterminación de género sexual (no importa si beneficia a los maltratadores). En vez de seguir la estrategia agresiva de Casado contra Abascal (el tibio le avisó sin éxito de que se abstuviese y le retiró su inicial apoyo cuando arremetió contra Ayuso), se prevé que Feijóo ordene abstenerse y no agredir verbalmente a Tamames.
La esperanza del jaranero era que Ciudadanos (Cs) respaldase la moción, pero la recién elegida nueva dirigente, Patricia Guasp, ya ha declarado que no lo hará. Sus argumentos son muy parecidos a los del PP, aunque hay quien se recela que más bien persigue ir preparando el camino para pactar con los socialistas allá donde sus votos sean útiles. Como previsiblemente eso no sucederá en casi ningún sitio, lo más probable es que Arrimadas, que se mantiene en el no a Sánchez, sea la única superviviente del naufragio electoral de Cs.
"DENUNCIARÁ QUE EL GOBIERNO HAYA DEROGADO EL DELITO DE SEDICIÓN, ABARATADO LA MALVERSACIÓN Y RENUNCIADO A LA ENSEÑANZA EN ESPAÑOL"
En cualquier caso, ya había aceptado Tamames que acaso solo Arrimadas (y puede que Cayetana) apoyasen la moción junto a los diputados de Vox. Incluso había pactado con Vox el discurso a pronunciar, basado principalmente en criticar la política del PSC y Podemos, consentida por Sánchez, de desmantelar la defensa de la monarquía parlamentaria española. Denunciará Tamames que el Gobierno haya aprobado la derogación del delito de sedición, abaratado la malversación con fines políticos y renunciado a imponer la enseñanza en español (la socialista Armengol, que proviene de IRC, prefiere no tener médicos a que hablen en español) y los símbolos nacionales (la mayoría de los ayuntamientos catalanes, incluidos los gobernados por el PSC, no exhiben la bandera española, y la separatista Miriam Nogueras, que solo gana 120.000 euros anuales del erario español, se ha permitido arrinconarla en el Congreso sin que la presidenta socialista Batet haya tomado ninguna iniciativa para reprenderla). Como dice Tamames, en el 56 pedía una Constitución democrática y ahora, una vez lograda, hay que defenderla. El tibio suscribe esa tesis.
¿Hubo algún problema, a pesar de todo? Sí, lo hubo. No acababa Vox de fiarse de lo que podría ocurrir durante los turnos de réplica y contrarréplica. En eso llevaban razón. Fue factible acordar lo que Tamames dijese en su primera intervención, pero resultaba menos previsible qué podrían contestarle los socialistas, los podemitas y los separatistas y, en consecuencia, tampoco cabía controlar de antemano qué podría decir Tamames en esa etapa del debate. En esa duda no se la jugaba Tamames, sino Vox. Si escudándose en que, siendo casi un nonagenario, a Tamames podrían faltarle las fuerzas para sostener el debate, hubiese decidido retirarle la confianza, Vox se habría perjudicado. El único modo que tenía de que gente acostumbrada a pensar por ellos mismos aceptasen colaborar con Vox era que ese partido asumiese el riesgo de que se expresasen con suficiente autonomía. Estaban los de Vox en su derecho de cerrar filas, pero si eso hubiesen hecho habrían cercenado su posible desarrollo. La idea cátara de muy puros, aunque seamos muy pocos, no suele conducir a nada.
Ha hecho bien Vox en correr el riesgo de fiarse de Tamames. Están unidos, junto con el PP y parte de Cs, por un común amor a la nación española, ya sea en su versión centralizadora, ya sea en su versión federalista, pero siempre en contra de la desintegración confederalista. Al arriesgarse a que Tamames se exprese con total libertad, Vox ha demostrado ambición de ampliar su proyección política. Y, piensa el tibio, sin que eso vaya en detrimento del PP, más orientado en esta etapa a consolidar la captación del voto proveniente de Ciudadanos y tratar de entrar incluso en el segmento de los socialistas decepcionados con las excesivas concesiones de Sánchez a las ministras de Podemos y a sus socios separatistas. Será apasionante observar cómo evolucionan ahora las relaciones entre Vox y el PP, condenados a entenderse si aspiran a desplazar a Sánchez, que cuenta con la fidelidad de muchos votantes socialistas y la disposición a ayudarlo de los podemitas y los separatistas. Ya veremos.
JR Medina Precioso