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Sonia Delaunay, la pintora que llevó sus estampados a cuadros, tejidos y hasta coches

23/01/2022 - 

MURCIA. Quería Sonia Delaunay (1885-1979) que el arte no viviera "aprisionado" entre los cuatro barrotes de un cuadro. Para la creadora francesa lo realmente inspirador era que el arte descendiera al suelo, se metiera en nuestros bolsillos, formara parte de nuestra ropa y nos mirará descaradamente desde cualquier techo y pared. Para Delaunay, solo así, el color estaba en libertad. Por eso, más allá de pintar cuadros, la propia artista dedicó sus días a diseñar carteles, vestidos, pintar murales e incluso decorar, por dentro y por fuera, vehículos. No era una mujer de ponerse demasiados límites. Como expone la filóloga Carmen Cortés Zaborras, era una mujer realmente "polifacética", porque también era "muy luchadora". "Su familia necesitó dinero y no se lo pensó, salió del ámbito en el que estaba más agusto, la creación pura y dura, para lanzarse a los negocios. Aunque, luego se le daba realmente bien". 

Fue Sonia Delaunay la primera mujer en ver expuesta su obra en el Museo del Louvre estando aún en vida. Pero además, transcurridos ciento ocho años desde su primera exposición, la obra de la francesa se ha mostrado en 395 exposiciones de todo el mundo. Aunque solo 37 de ellas han sido individuales, el resto ha formado parte de colectivas. La última individual la protagonizó en el Museo Thyssen de Madrid en el año 2017. "La aportación de Sonia fue fundamental en el desarrollo del arte del siglo XX, concretamente de la abstracción. La combinación de colores era algo intuitivo que le salía de dentro. Tenía una gran capacidad para combinar el arte con la vida y para hacer que el mundo adoptase el color como forma de expresión cotidiana", asegura Cortés. Sin embargo, como ha sucedido a lo largo de la historia con las mujeres, no es la figura de Delaunay tan reconocida como debería. 

No ha sido, en efecto, hasta este año que sus memorias han sido traducidas por primera vez al castellano. La misma Cortés se ha ocupado de la traducción, junto a la catedrática de arte Maite Méndez Baiges, como parte de un proyecto I+D del Plan Nacional de Prácticas de Subjetividad en las Artes Contemporáneas. De la edición se ha encargado, en cambio, el Servei de Comunicació i Publicacions de la Universitat Jaume I de Castellón, que ha incluido este trabajo dentro de la colección con perspectiva de género 'Sendes'. 

 

Según explica Cortés, en una primera instancia las memorias de Sonia Delaunay interesaron a "editoriales comerciales de prestigio", sin embargo, quizá por desconocimiento o por el tono académico que ha cogido Iremos al Sol, se echaron para atrás. Las memorias de la pintora están pensadas sobre todo para "ponerla en su lugar", pero también para dar a conocer su obra entre estudiantes de historia del arte y diseño, por eso además de su diario, la publicación está llena de referencias y explicaciones que ayudan a entender la envergadura de su obra. "Era hora de darla a conocer en España, pero algunas editoriales no estaban muy por la labor. Por eso, nos dirigimos a editoriales más académicas. Se lo propusimos a la UJI y ha sido un acierto, han hecho una edición muy cuidada", expone la filóloga francesa. 

Las "tres vidas" de Sonia Delaunay

A través de doscientas páginas, la pintora hace partícipe al lector de sus inquietudes y de cómo poco a poco empieza a aplicar la pintura a otros campos de las artes decorativas. "A pesar del riesgo de ser considera por ello una artista 'menor', algo que padecieron muchos otros creadores del momento, sobre todo abstractos, defiende con convicción que su trabajo de diseño textil está a la altura de un bodegón o un retrato", señalan las académicas en el prólogo. Y añaden: "Sonia Delaunay fue pintora, pero además, abrió la posibilidad de que el arte discurriera por canales que lo catapultaban más allá de los límites de los lenguajes tradicionales. Optó por la defensa de la creación colectiva, cosió y tejió, se dedicó al diseño de moda y el arte textil, a la escenografía y la decoración de interiores e ideó proyectos destinados a la producción en serie, desafiando con ello el imbatible individualismo de 'pintor-genio'". 

Con todo, a través de sus diarios, también se logra conocer un poco más a su marido, y también importante pintor, Robert Delaunay. Ambos visitaron España justo antes de que estallase la Primera Guerra Mundial, motivo por el cual terminaron viviendo entre España y Portugal, no siendo hasta varios años más tarde cuando regresan a París. Así, más que unas vacaciones, para la pintora estos años terminaron siendo una oportunidad para arrancar su producción en el campo de la moda y la decoración. Se localiza, de hecho, aquí las primeras veces en las que la artista traslada sus estampados a otros campos, siendo por ejemplo figuras como el poeta Guillermo Torre uno de sus mayores valedores. 

"He tenido tres vidas", decía Sonia Delaunay. "Una para Robert; una para mi hijo y mis nietos; una, más corta, para mí. No me arrepiento de no haberme ocupado más de mí misma. Realmente no tenía tiempo", creía la artista, a la que si algo se le reconoce además, es su firme defensa del trabajo colectivo. Muchos de los proyectos de Robert y la misma fueron puestos en marcha junto a otros artistas dedicados al cubismo, el dadaísmo y la abstracción. Entre ellos, en el libro ahora publicado, se cita a Blaise Cendrars, Ramón Gomez de la Serna o Vantongerloo. "Normalmente las mujeres ya tenían bastante con sacar su trabajo adelante, pero Sonia también estaba preocupada por ayudar a los más jóvenes, quería que consiguieran sus metas", incide Carmen Cortés. 

Si algo queda claro en Iremos al Sol es que Sonia Delaunay no fue un artista al uso y terminó implicándose en trabajos para los que nunca hubiera imaginado trabajar. Así se convirtió también en la primera artista en decorar coches, tanto carrocerías como tapicerías, siendo además este un campo llevado tradicionalmente por hombres. Por otro lado, entre 1925 y 1929 diseñó vestuario para numerosos espectáculos, principalmente para actrices. Y en este mismo periodo creó ropa de calle y deportiva que lucieron, entre otras mujeres, Nancy Cunard o Gloria Swanson. "Su aportación y la de Robert fue fundamental, no solo por sus creaciones, sino también por la energía con la que promovieron iniciativas. Ahora estamos más acostumbrados a las excentricidades, pero antes el diseño y el arte estaban muy definidos acorde con cada clase social", concluye Cortés.

Mi diario es un poco el compañero de mi vida interior. En el fondo, en mis investigaciones, como en mis trabajos en la moda, el espectáculo, la decoración, he tenido siempre que avanzar en solitario. En la vida, he luchado para no dispersarme, para no dejar que la gente superficial, los esnobs, los intrigantes me dirigiesen.

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