CASTELLÓN. La cooperativa San Alfonso, un referente en el mundo cooperativista del Levante, y el grupo Clasol, productor y comercializador de cítricos y otras frutas con presencia en la Región de Murcia, han lanzado una alianza novedosa y hasta ahora inédita en el panorama agroalimentario de Castellón. Con la entrada de todas las firmas de Clasol en la cooperativa (ya tenía alguna asociada) y la compra por parte de San Alfonso de la mitad de Clasol, la citricultura valenciana pasa a contar con un gran grupo que ya en la campaña que arranca pasará a facturar "más de 120 millones de euros", fruto de la suma de los más de 70 que tiene presupuestados San Alfonso y los más de 50 de Clasol.
Así lo han asegurado sus dos principales representantes, el presidente de San Alfonso, Emilio Balaguer, y el consejero delegado de Clasol, César Claramonte, en un acto en Valencia en que han dado a conocer la fusión, una vez que el jueves pasado los socios de la cooperativa la aprobaron. El resultado es un grupo potente en la producción (San Alfonso, que hace tres años integró de forma definitiva a Agroal, gestiona y comercializa más de 100.000 toneladas de cítricos), pero que con Clasol suma potencia comercializadora, distribuidora e incluso diversificación productiva, ya que cultiva y trabaja otras frutas, entre ellas el melón, la sandía, el caqui o la fruta de hueso.
Parte de ellas las produce en la Región de Murcia, donde Clasol cuenta a su vez con un centro de manipulado de 42.000 metros cuadrados, concretamente en Calasparra. Este almacén es uno de los cuatro con los que cuenta el grupo, ya que San Alfonso aporta a su vez los tres propios: el original de Betxí, el de Ulldecona y el de les Alqueries, que llegó al grupo con la integración de Agroal. Estos tres almacenes, fondos propios y la plantilla de la cooperativa, que supera las 2.000 personas, son los activos que aporta San Alfonso al nuevo grupo.
Para que esta unión funcione, sus impulsores han diseñado un plan de viabilidad que pasa por invertir 40 millones de euros en los próximos cinco años. Estos se destinarán principalmente a modernizar los dos almacenes que están más desfasados: los de Ulldecona y les Alqueries. Las obras en el primero está previsto que comiencen el año próximo, mientras dentro de tres años se reformará el segundo.
Con esta inversión, lo que buscan los socios de la firma es reducir costes operativos, de forma que sea más sencillo rentabilizar la producción. Se trata, sin ir más lejos, de materializar un modelo de negocio similar y que les permita "competir con los fondos de inversión", que tanto espacio están tomando en el sector agroalimentario. Pero ello sin perder de vista que se busca la viabilidad de los pequeños y medianos productores. "Los grandes se unen entre ellos y para los demás cada vez hay menos espacio", señala Claramonte. Por su parte, Balaguer remarca cómo en los últimos tiempos "las cooperativas quedan en tierra de nadie", de ahí esta reinvención de San Alfonso, que le permitirá "afrontar los retos a los que nos enfrentamos: incrementar volúmenes de fruta propia, reconversión varietal e inversión en modernización de almacenes".
En total, el grupo tendrá como propietarios, además de a la familia Claramonte, a los aproximadamente 170 socios de San Alfonso, uno de los cuales es además Agroal, que cuenta a su vez con aproximadamente 650 asociados. En total, la nueva entidad cuenta con 2.500 hectáreas de producción.
En el plan de futuro, a los 40 millones de inversión está previsto que los acompañe un crecimiento que ha de llevar al grupo a facturar "más de 200 millones de euros" dentro de un lustro, señala Balaguer. "Tenemos un ambicioso plan de negocio a cinco años que nos permitirá adquirir el tamaño suficiente para suministrar a los clientes en igualdad de condiciones con los grandes grupos hortofrutícolas existentes", asegura Claramonte.
Junto a la dotación para la mejora de las instalaciones, también está previsto invertir en reconversión varietal (las cooperativas centradas en las clementinas, y sobre todo la clemenules, han ido desapareciendo paulatinamente en Castellón) y también en posibilitar "un plan de viabilidad para los casos en que no exista relevo generacional o para cooperativas de menor tamaño".
En suma, un proyecto novedoso e innovador, sobre el que Claramonte concluye: "Estamos creando un modelo de negocio pionero e independiente para defender los intereses de los pequeños agricultores locales. Nuestra pretensión es ser una plataforma referente para la integración de un proyecto gestionado por agricultores".