POLÍTICA

Podemos ante el espejo del 15M: de la ilusión a convivir sin Iglesias... y con Urralburu al acecho

16/05/2021 - 

MURCIA. ¿Qué fue el 15M? Diez años después, la pregunta sigue suscitando debate. La historia dictaminará qué supuso este fenómeno que removió la conciencia de la política española y que, con su estallido, empujó la transformación del tradicional sistema político, en manos de dos partidos. "El 15M ante todo fue una reacción", examina Juan José García Escribano, profesor de Política de la Universidad de Murcia. "Aquella respuesta demostró que la gente reacciona cuando se abusa de ella. Porque el 15M fue una reacción de una sociedad en crisis, inmersa en los recortes, la desaparición de la clase media y una generación de jóvenes sin futuro". Aquellas movilizaciones, aquellos gritos de "no nos representan" y aquellas acampadas (en Murcia se celebraron en la Glorieta de España) tuvieron una irremediable consecuencia política con el paso del tiempo: nacieron nuevas fuerzas políticas relevantes que pusieron en jaque el bipartidismo imperante.

Y si hubo una voz que recogió la gran mayoría de las reivindicaciones y se las apropió como suyas, esa fue Podemos, el partido que nació en 2014 y que dio la campanada en las elecciones europeas gracias al tirón de su carismático líder, Pablo Iglesias. Pero eso sucedió tres años después del 15M. Pues en contra de lo que pueda insinuar el mito, las protestas del 15 de mayo de 2011 apenas repercutieron de forma directa, ya que sólo una semana después el PP arrasaba como nunca en los comicios autonómicos y locales, con los rotundos triunfos de Valcárcel (sumó 33 diputados, la cifra más alta de la historia), Cámara en Murcia y Barreiro en Cartagena.

El cambio se cristalizó, por tanto, a fuego lento. Pero fue imparable. "Y Podemos fue el principal heredero del 15M, se convirtió en su expresión institucional", reflexiona Escribano. "También lo era Ciudadanos, que ya existía. Curiosamente, diez años después, ambos partidos no viven su mejor momento". La formación morada, analiza el politólogo, catalizó algunas de las grandes quejas del 15M, como "cuestionar el régimen del 78 y la Transición" y comenzó a hablar de "casta", uno de los iconos del movimiento.

"Aquel sentir de indignación lo recogió Podemos", asegura su secretario regional de Organización , Ángel L. Hernández. "No nos representaba aquella forma de hacer política, que por cierto coincidió con un Gobierno socialista", resalta, destacando que el 15M irrumpió en los estertores del Ejecutivo de Rodríguez Zapatero, acechado por la crisis económica. "Nacimos en las plazas, en la necesidad de romper con el bipartidismo. Y siete años después se han logrado hitos que nunca creíamos que se iban a conseguir. Pasamos de las plazas a la Vicepresidencia del Gobierno", comenta Hernández, convencido de que este fenómeno político "se estudiará en los libros de historia".

Podemos fio toda su fuerza del principio al tirón del líder. "Era un proyecto muy personalista, muy ligado a su líder", expone Escribano. "Si recordamos las europeas de 2014, las papeletas de Podemos no incluían sus símbolos sino que aparecía la cara de Pablo Iglesias". Y ese cariz ha pesado incluso en su contra. "Para criticar a Podemos han atacado a su líder. Él ha sido la referencia para quienes no querían a Podemos. En eso tiene razón cuando se despide y dice que no quiere ser un chivo expiatorio", añade el sociólogo. "No recuerdo nada parecido a la persecución que ha sufrido su familia y él", apunta por su parte Hernández.

En todo este tiempo, Podemos también ha sufrido una transformación. Algunos de sus principales rostros, como Óscar Urralburu -su primer secretario general- y Lola Sánchez -la eurodiputada cartagenera- dejaron el partido entre críticas, molestos con el rumbo de la formación morada. De la ilusión de los primeros días y de la fuerza con la que entraron en las instituciones -seis diputados en una Asamblea Regional sin mayorías absolutas- se ha pasado a una posición menos relevante. Hoy día ocupan el Grupo Mixto, con apenas dos parlamentarios. Aunque su influencia sigue vigente. Por ejemplo, en Murcia son el socio clave del nuevo Gobierno de coalición de PSOE y Ciudadanos.

Podemos asume ahora el reto de convivir sin Iglesias, que decidió apartarse por completo de la primera línea tras los malos resultados de las elecciones de Madrid. "El futuro de Podemos -señala el profesor de la UMU- dependerá de la forma en que resuelva el liderazgo. Hoy día, la política está muy personalizada. Se requiere una cara creíble. Ciudadanos, por ejemplo, apostó por una a priori buena líder y sin embargo no le están saliendo las cosas". Escribano es pesimista con Podemos: "Salvo que se desmorone el PSOE, que no creo, Podemos está condenada, tanto en España como en la Región, a tener el espacio que tuvo Izquierda Unida". 

Más optimista es, lógicamente, el secretario de Organización morado: "Podemos no es una persona, es mucho más que Pablo. Es una organización con convicciones fuertes y hay bagaje y cultura política. Ahora nos toca a otros dar la cara y respetar su decisión". En su legado, apostilla, queda "una forma de hacer política": "En el 15M se puso encima de la mesa los temas que nadie quería hablar, y esa función la hace Podemos, que señala a los poderosos y a los lobbies de la industria del juego, por ejemplo".

No obstante, Podemos afronta una nueva competencia: una fuerza política que pugna por el mismo caladero de votos, Más Región, el partido al que se enroló Urralburu, junto con otros exdirigentes de Podemos como María Giménez. "Eso es un problema. Y lo es para los dos partidos: tanto para Podemos como Más Región", advierte Escribano. "Compiten por el mismo espacio, que no es precisamente amplio en la Región". Con todo, no cree que Más Región tenga un camino fácil, ni siquiera tras el empujón de las elecciones madrileñas, en las que dio el sorpasso al PSOE. "Urralburu es un líder sólido, despierta simpatía y está bien valorado. Pero necesita mucha visibilidad". Hernández, por su parte, prefiere no valorar a Más Región. Sí señala, no obstante, que el éxito de Más Madrid "se circunscribe a un sólo territorio, pues han tenido el influjo de la alcaldesa Manuela Carmena y una fuerte presencia en la capital en los últimos años". 

Diez años después, el 15M se revela como un punto de inflexión en la historia de la política española y también como un recargo de conciencia para los partidos que bebieron de su inspiración. Algo cambió desde entonces. Aunque el bipartidismo amenaza con regresar a su posición hegemónica, la política ya no ha vuelto a ser la misma. "El espíritu del 15M no ha desaparecido. Todos los partidos lo tienen presente", afirma Escribano

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