Esta semana el Congreso de los Diputados, la casa de la soberanía popular, acoge el debate sobre la moción de censura que Vox presenta contra el Gobierno formado por socialistas y comunistas, pero una vez más, la última hora nos hurta un debate de fondo y necesario.
MURCIA. El partido político Vox lleva semanas anunciando la moción de censura que presentan contra el gobierno y especialmente contra la figura del presidente Sánchez, un mecanismo legal que el partido de Abascal presenta a modo de enmienda a la totalidad frente a la política del actual ejecutivo y con especial foco en la gestión que se está realizando de la crisis del coronavirus, con bastantes más sombras que luces, con demasiados errores y con excesiva preocupación por la comunicación frente a la verdadera gestión. Esto puede comprobarse hablando con tres o cuatro médicos o enfermeros que usted conozca y revisando los datos económicos y de destrucción de empleo en España y el resto de los países.
Esta cuestión, la de la moción, era la noticia política de la semana hasta que ayer martes apareció en primera plana un nuevo término, ‘toque de queda’. El debate sobre cómo, cuándo y dónde aplicar ese supuesto, que no es un término jurídico, y que debería contar con la cobertura legar de un estado de alarma decretado por el gobierno central. La petición de la Comunidad de Madrid para recortar, más si cabe, derechos fundamentales siempre en aras de controlar la expansión del virus y de proteger la salud de los ciudadanos. Un debate éste que parece viciado de origen porque frente a la criminalización de la hostelería no se cierra el transporte público donde si que hay un estrecho contacto entre personas y tampoco se aborda las nefastas consecuencias para la salud de miles de españoles que conlleva la estrangulación de la economía hasta llegar a la asfixia total de sectores enteros.
Como decía, la noticia era la moción, y no porque en esta ocasión tenga visos de prosperar y lograr derrocar al actual presidente, como sí sucedió con el señor Rajoy, sino porque esa moción tiene varias lecturas políticas. El partido que la presenta lo hace para tomar la iniciativa como líder de la oposición frente al PP, lo hace también por convicción para presentar “una alternativa en el peor momento y ante el peor Gobierno” tal y como explicó el diputado Ignacio Garriga que será quien la defienda, y entre los motivos que alegan uno que resume lo más grave que está sucediendo, es decir, “la quiebra de la concordia nacional y la deslegitimación de la Transición española”, algo que muchos siguen queriendo negar por ceguera o por maldad.
Pero decía que tiene varias lecturas, y es que una de las que más debates ha creado es no sólo la oportunidad de presentar una moción a sabiendas de que no puede ganarse sino el apoyo o no del Partido Popular. Muchos debates sobre qué debe hacer el líder de la oposición, si marchar detrás de la moción de Vox, si combatirla para hacerse el equidistante entre el gobierno de extrema izquierda y el conservadurismo de Vox o quizá el camino del medio, la abstención. Muchos creen que esta moción sirve para reforzar al gobierno, y sinceramente no las tengo todas conmigo, aunque lo comprobaremos en los siguientes días. Un ejemplo de porqué el eterno complejo, cuando no miedo, que tiene gran parte de la sociedad a confrontar a la izquierda no es siempre la herramienta más útil para defender tus postulados y sobre todo respetar la libertad en una democracia la tenemos en la propia existencia de Vox y que sea la tercera fuerza política en representación parlamentaria. Antes de su irrupción, muchos biempensantes decían que era imposible un partido que dijera las cosas claras en temas que la izquierda dominaba de manera aplastante y los hechos cambiaron esa idea.
La cuestión es que frente al debate político que proponía la presentación de la moción de censura, una vez más, la maldita y asquerosa pandemia no sólo ataca la salud de quienes están contagiados y en estado de salud grave, sino que sirve de parachoques y cortina de humo para hurtarnos los verdaderos debates sobre lo que sucede en España y su sistema democrático, con el dichoso toque de queda centrando los debates y las portadas de los medios de comunicación. La moción quizá sea un primer toque, esperemos que no el último para alertar de la importancia de controlar al poder político, de fomentar el debate y la contraposición de argumentos y formas de ver la vida y no dejar que un gobierno controle y domine, como pretende el actual ejecutivo, la Justicia y los medios de comunicación.