CARTAGENA. Algunos hosteleros empezaron a olerse que el de 2023 no iba a ser un verano histórico para sus chiringuitos. Por eso, a mediados de julio muchos de ellos dejaron de buscar personal para fortalecer sus plantillas, porque la caja no daba de sí.
Suben los costes, los alquileres, suben las facturas y sube también el precio de las tapas, las cañas, los menús, las copas, por lo que el cliente gasta menos '¿Cómo puedo tener más empleados en mi negocio si no genero ingresos?', se preguntan los empresarios.
El 2022 fue una gran explosión de público y los hosteleros facturaron mucho tras tres años de pérdidas y recuperación por la pandemia. Pero las familias, por las graves consecuencias de la inflación y el aumento de costes energéticos, ya no tienen tanto margen para poder ir a un restaurante o una cafetería y gastar como antes. Los consumidores recortan también en la cantidad de platos que piden y así lo han podido ver los chiringuitos de La Manga, Cabo de Palos y el Mar Menor.
"Está siendo un verano malo", dice uno de los hosteleros, quien añade que "a toda la gente le están subiendo las hipotecas o va al supermercado y ve que todo es más caro y eso se ha notado. Lo ves todo lleno, pero solo hay que ver lo que hay encima de las mesas", explica el hostelero.
Muy pocos, por no decir ninguno, está llegando a las cifras de facturación de 2022 "esa es la situación, no solo la mía, sino la de muchos de mis compañeros con los que he hablado", añade.
"Una pieza de carne cuesta ahora casi el doble y el aceite de girasol, tres cuartos de lo mismo", explica un hostelero, que dice que si sube el precio no irá nadie a comer y si lo baja no tendrá ni para pagar la factura de luz. "Estamos muertos de miedo, y eso que no me he puesto a hablar de impuestos", añade.
"Mis sensaciones son que hemos vuelto a La Manga pre pandemia, más estacionalidad, mucha gente desde la segunda quincena de julio hasta la última semana de agosto", explica, por su parte, Angel Sánchez del Val Rodríguez, uno de los propietarios del chiringuito La Cangreja.
Recuerda que junio fue "bastante más flojo que el año pasado debido al tiempo, las dos primeras semanas fueron malas. En mayo no hubo mucho movimiento, y el mes de agosto en general muy similar al del año pasado", añade. Tiene claro que "la subida de tipos afectará al sector, pero consideró que al estacional algo menos"
"Nuestras sensaciones son buenas, aunque se vuelve a respirar aires de estacionalidad en La Manga", añade Ángel Sánchez.
Por otro lado, desde el sector también apuntan a que el intenso calor de estos dos meses -julio y agosto- está pasando factura a la hora de salir a mediodía. "No hay nadie en las terrazas, los establecimientos en la orilla del mar no pueden tener medios para combatir el calor y así, la gente es imposible que salga a esa hora a tomar el aperitivo o a comer", explica, quien el profesional, quien añade que "La Manga está más llena que nunca y los que sí están haciendo su particular 'agosto' son las grandes cadenas de supermercados".
Desde la patronal Hostecar afirman los datos de cosechados hasta ahora e indican que el mes de julio ha arrojado unas cifras preocupantes. Según una encuesta realizada por la Asociación de Hosteleros y Empresarios de Hostelería y Turismo de Cartagena, el sector está sufriendo pérdidas económicas del 12% con respecto al verano pasado debido a la inflación y a la pérdida del poder adquisitivo de los consumidores, así como de la subida de precios de la energía, de la luz, del carburante y de los alimentos. En los meses de junio y julio, ya finalizados, se contabilizaron pérdidas de alrededor de un 12%.
Por otro lado, la imposibilidad de llevar a cabo conciertos en los establecimientos ha supuesto la reducción de forma ostensible de otro tipo de cliente más joven, con otros hábitos de consumo, que ha ido desapareciendo de algunos de esos chiringuitos que el pasado 2022 sí que llenaban hasta rebosar por la fiesta ininterrumpida de música y copas. "La gente que viene de fuera si no hay algo diferente, luego no vuelve", reiteran desde el sector.