Foto de la familia Dudda en 1944 y otras imágenes del libro
MURCIA. El periodista madrileño Ricardo Dudda tiene un padre alemán. Gernot Dudda, que así se llama, tiene actualmente 83 años y vive en una casa en la playa de Parazuelos de Mazarrón a la que llaman 'El Hoyo'. En esta casa - que primero, y durante décadas, fue la residencia de veraneo, para después convertirse en la única (y última) vivienda familiar- el periodista mantuvo largas conversaciones con su padre alemán con el fin de reconstruir la historia de su familia. Por eso, considera esta casa un personaje más del libro que ha escrito, fruto de esas charlas frente al mar y que "todavía no sé muy bien qué es". ¿Un biografía, una autobiografía, un relato sobre la identidad y el desarraigo, un recorrido por la historia de una Europa de esvásticas y banderas soviéticas...? Todo esto y mucho más es Mi padre alemán, la obra con la que Ricardo Dudda quedó finalista del II Premio de No Ficción Libros del Asteroide y que este jueves presenta en el Museo de Bellas Artes de Murcia (19.00 horas), acompañado por Jerónimo Tristante. Se trata de uno de los numerosos actos programados por el festival Ex Libris, la Semana Internacional de las Letras de Murcia.
Cuenta Ricardo Dudda que su padre no es de los que pasa desapercibido No es de extrañar si se tiene en cuenta que siempre ha sido "el único alemán prusiano luterano trombonista refugiado de la segunda guerra mundial que le reza a la Virgen del Rocío". Pero había muchas cosas que el periodista ('Letras Libres') desconocía de la historia de su padre, publicista de profesión -"representamos los dos lados de la ecuación", bromea Ricardo-. Porque Gernot lo tuvo con bastante edad (a los 52 años) y porque éste nunca le preguntó a su padre sobre su papel en la Alemania nazi. "Había un silencio sobre ese tema, al igual que pasó aquí con la Guerra Civil", señala el escritor.
Por eso, y tras recibir el archivo que atesoraba un tío suyo, Ricardo se sentó con su padre -grabadora de por medio- para conocer detalles de la vida de alguien que ha sido muchas cosas más: "Es padre de otros. Fue marido de una mujer que no es mi madre. Amante de mujeres que ya olvidó y que lo olvidaron, a las que abandonó o que le abandonaron. Hijo de unos padres a los que nunca conocí. Refugiado de un país que ya no existe", escribe. Pero también para comunicarle otros datos que figuran en este archivo que llegó a sus manos y que Gernot desconocía sobre su propia padre, Richard Dudda, un policía alemán que estuvo bajo las órdenes del miembro de las SS Friedrich Jeckeln, uno de los principales perpetradores del Holocausto en la Europa de Este.
"Años después, he descubierto que mi abuelo no solo fue un policía del Tercer Reich, sino que participó en el Holocausto en Bielorrusia, Rusia, Letonia y Lituania en 1943 y 1944. ¿Cómo se lo cuento? No tiene ni idea. Admiraba a su padre. Bueno, no lo tengo tan claro. No sé si lo llegó a conocer tanto como para poder admirarlo. Quizá lo admiraba como admira cualquier niño a su padre. Es la posición por defecto. Luego uno la va corrigiendo. Mi padre no me habla mucho del suyo", escribe Ricardo Dudda. Nos cuenta el escritor, quien asegura que fue muy duro enfrentarse con esa realidad, que "se quedó en silencio, un silencio muy elocuente".
A partir de ahí, Ricardo Dudda siguió investigando y reconstruyendo la infancia y juventud de su padre, que abandonó su hogar en Prusia tras la Segunda Guerra Mundial y sobrevivió en campos de refugiados durante una década. Y es que tras huir la familia del Ejército Rojo al finalizar la guerra, rumbo a Berlín, recibieron la noticia de que Richard Dudda había sobrevivido. No solo eso sino que entre 1945 y 1949 volvió a ser policía en la Alemania oriental al servicio de los soviéticos... hasta que salió a relucir su pasado nazi (algo que ya se sabía, por lo que Gernot piensa que lo echaron por no querer afiliarse al Partido Comunista). La familia volvió a ser refugiada, esta vez en la recién creada Republica Federal Alemana. Allí, tras enfermar la madre, les buscarían una casa; esta vez, nada menos, que un castillo del XIX expropiado a una condesa.
En 1952 se quería olvidar la guerra y se le dio a la familia Dudda un permiso de residencia. Se mudaron a Essen donde fijaron su residencia y donde Gernot Dudda, ya de 12 años, pudo por fin vivir como un niño normal. Más adelante, viajaría por diferentes lugares hasta llegar a España y a esta casa de Mazarrón que ha sido testigo de cómo se recordaba toda esta historia. Su padre, el policía nazi, moriría en la década de los setenta.
Una historia apasionante que Ricardo Dudda ha querido escribir con un lenguaje claro y austero, sin virgerías ni florituras. Un libro, dice, que habla de la Historia en mayúscula, pero también de las pequeñas historias de la vida cotidiana, de la relación de un padre y un hijo; del desarraigo y de la búsqueda de la identidad.
El libro contiene diferentes imágenes, como es por ejemplo el pasaporte de su abuelo con una gran esvática y con manchas de lo que parece ser sangre. Pero también hay una fotografía llena de la luz mediterránea de Mazarrón en la que está con su padre de niño y sobre la que escribe: "La foto más bonita que tengo con mi padre es en esta playa [El Hoyo]. Tengo unos tres o cuatro años. Ambos estamos en bañador. Estoy subido a sus hombros. No se ve el mar, solo el cielo azul. Yo le toco la barba y él me agarra los piececitos. Nos partimos de risa, las bocas abiertas enseñando los dientes. Hay una complicidad absoluta. El niño de tres años se parte de risa igual que su padre de cincuenta".