MURCIA. La reducción de costes para ser más eficientes se ha vuelto una máxima para las cadenas de supermercado, sobre todo las que disponen de marcas de distribuidor. Esta semana celebraba Mercadona su rueda de prensa anual para presentar resultados, en la que daba a conocer una subida de precios en 2022 por la inflación del 12%. Incrementos que la cadena ha repercutido un 10% en el consumidor y de la que ha asumido un 2%.
Sin embargo, desde la compañía presidida por Juan Roig realizan acciones al milímetro para reducir los costes y mitigar los incrementos. Acciones que pasan desapercibidas para el consumidor pero que permiten rascar céntimos a cada producto y que van desde cambios de embalaje a deshacerse de rellenos habituales que ya tienen poco sentido. Unas modificaciones que han permitido ahorrar 150 millones de euros en 2022.
Respecto a suprimir lo innecesario, la compañía ha impulsado acciones que atañen al plástico, como la eliminación del 50% del film del envoltorio de las cuñas de queso. También se han modificado las bandejas de carne, de las que han reducido la altura y el espesor de la bandeja para tener menos plástico o han eliminado el embalaje de cartón de las escobas.
Por otro lado, en la apuesta por materiales sostenibles, han incorporado envases de rPET en las líneas de champú curly y gel de avena. También, en las mermeladas y aceite de oliva en spray han optado por la sustitución de etiquetas o serigrafiado y en el ambientador de coche la caja de plástico por la de cartón.
La logística ha sido otra las áreas en la que han realizado modificaciones para ahorrar costes. Entre las acciones, han reajustado en varios productos las unidades por palé y caja, llenando más los camiones. También, han cambiado el modelo de cajas para el transporte de varios productos frescos, ampliando las unidades por caja.
En el caso de los envases de perfumes y tarros, han optado por comprarlos en su totalidad en Europa para reducir trayectos y emisiones de C02. Por otro lado, han eliminado el relleno de papel para optimizar el transporte y han replanificado los procesos de carga, acercando al proveedor a cada bloque logístico correspondiente.
Por último, en cuanto al ajuste de formatos, hay ejemplos como los langostinos, que los almacenes han pasado a servir a las tiendas el producto por unidades sueltas en vez de hacerlo por cajas. También, han reducido la cantidad de aceite de girasol en las banderillas en aceite y los boquerones en vinagre o el hielo por caja en la gamba roja arrocera.
Para minimizar el impacto de la inflación en los precios de venta al público, también ha invertido en tecnologías como DPP, una herramienta que ha supuesto una inversión de 5 millones de euros y que permite conocer exactamente los costes en los que incurre cada producto en cada uno de sus procesos y su rentabilidad. También la consolidación del modelo de Organización de Tiendas para, de forma científica, destinar a cada tramo de venta o sección las personas necesarias para cada tarea.