MURCIA. La reproducción humana asistida ha sido, desde sus inicios, fuente de polémica. Por tanto, la reproducción mediante gestación subrogada no ha escapado a ese bucle. Sin embargo, se está experimentando una escalada polemista sin precedentes que llegará incluso a plasmarse en breve el BOE. La propuesta de Ley de Derechos Sexuales y Reproductivos define esta práctica como “violencia contra la mujer” y se perseguirá al ciudadano español que salga del país para realizarla en otro donde sea legal y esté regulada. El proyecto pretendía incluso inhabilitar a esos padres quitándoles la custodia de sus hijos, aunque se ha dado marcha atrás al respecto.
Sin embargo, en estos momentos se están poniendo trabas administrativas para la filiación de esos niños ya nacidos y sus respectivos padres, suponiendo un menoscabo de los derechos de dichos menores a los que no se les reconocen ambos padres. Inscripción en guarderías, gestión de ayudas públicas o derechos sobre posibles herencias, etcétera, son solo algunos de los problemas que están encontrando. La polémica se aviva cada vez más, una vez se ha hecho bandera política de este asunto, dándose la paradoja de que ha unido a ambos extremos de forma transversal.
Vox y Podemos comparten posicionamiento, frontalmente en contra, mientras el PSOE se sube a ese mismo tren tras haber propuesto su legalización en anteriores programas electorales. Solo Ciudadanos mantiene legalizar y regular este método de reproducción asistida, mientras el PP guarda silencio absteniéndose de participar en el debate. Pero ¿qué está pasando? El psicólogo Mariano Beltrán (Murcia, 1988), investigador en bioética y género del departamento de Psicología Social de la Universidad Autónoma de Barcelona, afirma que la clave está en el hecho de “disociar el concepto patriarcal de que la gestación está unida a la maternidad”. Un hecho que, según apunta, está generando “tensiones legítimas” al cuestionar un “tótem cultural” que ha permanecido como “algo sagrado” a lo largo de siglos.
Para arrojar luz sobre el asunto, el experto participará este martes, 27 de septiembre, en un debate organizado por el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert (18.30 horas), en su sede de la Casa Bardín. Allí dialogará con Consuelo Álvarez Plaza, profesora e investigadora del departamento de Antropología Social y Psicología Social de la Universidad Complutense de Madrid, y con Francisco Femenía López, catedrático de Derecho Civil de la Universidad de Alicante y Defensor Universitario desde mayo de 2022.
¿Qué está pasando? ¿Realmente hablamos de un negocio perverso basado en la explotación de la mujer y la compra de niños?
Lo que está ocurriendo es que la gestación subrogada cuestiona la maternidad como tótem cultural. Se lo carga porque disocia el hecho de que la mujer que gesta y pare es la mujer que cuida y materna. Hay una ruptura que genera tensión y es legítimo que se genere. Son siglos de asumir que esto era inescindible porque hasta hace pocos años no había técnicas de reproducción asistida. Ha habido otras formas de criar a hijos que no son biológicos, pero no métodos de reproducción asistida. Ahora, eso se ha separado. Una mujer que gesta y pare no tiene por qué cuidar y maternar. Hay que superar ese momento de cuestionamiento y ver qué está pasando con esas mujeres que llevan tiempo haciéndolo, desde los años ochenta, que ya es un tiempo considerable. Hay suficiente ciencia empírica y narrativa como para analizarla.
Lo que no podemos hacer es jugar a que no pasa nada, porque lo que me preocupa es que, desde instituciones públicas, se decide obviar todo esto para coger la antorcha y perseguir a la gente que defiende que la Tierra es redonda. Hay un ruido de fondo de hordas de gente con antorchas que se niegan a ver una realidad que ya existe. Niegan que esa investigación exista. A poco que abres la boca para dar datos y poner a la mujer gestante en el centro del foco, con sus palabras y sus experiencias, se convierte todo en una cacería. Es algo medieval, pero que está pasando hoy en día.
Parece que dan igual los datos, la evidencia científica y lo que pase allende de las fronteras. Todo da igual porque solo hay que fijarse en un dogma de fe: que una mujer que gesta para otras personas siempre es explotada. Eso es una contradicción si además se habla sobre el capital de trabajo. Resulta que podría ser un trabajo, pero no se les deja realizarlo, o bien directamente se les niega que sea en sí mismo un trabajo, pero ¿por qué una mujer que está embarazada no se considera una trabajadora? ¿Piensan que no está haciendo nada? Está poniendo toda su fuerza de trabajo y eso no puede obviarse. No puede parecer que una mujer que gesta para sí o para otros no está haciendo nada. Al parecer está cumpliendo con un mandato biológico o teológico sin más, pero que realmente está haciendo es algo que tiene más que ver con su fuerza de trabajo y su energía vital.
Quien afirme que la gestación subrogada es una especie de mercado oscuro en el que una organización tiene granjas de mujeres empobrecidas repartidas por todo el mundo, afirma algo parecido a que la Tierra es plana o que la covid-19 es un invento chino. Ese es el nivel. No es cierto y solo hay que interesarse un poco. Cualquier persona interesada puede buscar y encontrar información en internet. Muchos científicos e investigadores estamos trabajando en ello.
En aras de la igualdad, y para integrar a la mujer en la sociedad y el mercado laboral, se ha trabajado desde el feminismo precisamente en eso, en disociar el hecho de que la mujer esté ligada a los cuidados o que haya profesiones específicamente femeninas. Sin embargo, no se percibe esa intención en el caso de la gestación por sustitución. Ni se concibe la gestación como un trabajo ni se permite disociar a la mujer de la responsabilidad y el cuidado del bebé que esté gestando…
Lo que les pasa a esas personas que se niegan a disociarlo es que ven la gestación como un mandato biológico/cultural o un asunto del destino. Lo que defendemos muchos psicólogos y antropólogos es que la gestación, ya sea para sí o para otros, es un trabajo reproductivo. Estás haciendo algo en lo que pones toda tu energía vital y tu fuerza de trabajo, en este caso al servicio de generar una vida, pero ellos te hablan en seguida de la maternidad como algo mitificado. Se han quedado con una narrativa de la maternidad totalmente patriarcal. Una especie de ‘embarazo sagrado’, que es una paradoja en el siglo XXI, sobre todo para quienes se dicen progresistas o feministas.
Verlo desde el punto de vista de algo sagrado imposibilita que la gente pueda entender que la gestación por sustitución rompe con ese mandato patriarcal. Para ellos, la que gesta y pare tiene que cumplir con la función maternal, y aquí hay otra paradoja más. Algunas de personas se aferran al axioma romano de mater semper certa est (madre es la que pare), pero hay muchos casos en los que la mujer gesta y no es madre; por ejemplo, dándolo en adopción. Se agarran a eso para ir contra la gestación subrogada, pero no lo hacen en otros casos porque, si ese axioma fuese cierto, se estaría obligando a maternar a todas las mujeres que paren.
En comparación con el aborto, por ejemplo, muchas de las personas que están a favor de este porque “ellas paren, ellas deciden”, están en contra de la gestación subrogada y aquí no hay intención de dar a la mujer tal poder de decisión…
Sí, se suele argumentar que es porque le quitan el hijo a una madre, que se lo arrancan como en una película de terror de la tarde de un sábado. Eso no es cierto. Hay suficientes estudios sobre el apego que se genera. ¿La gestante se apega al embrión que está gestando? En la mayoría de los casos sí, pero ¿cómo es el apego? ¿De qué se compone ese apego? Pues según esos estudios, ese apego no es el de una madre clásica que está gestando a su bebé, sino el de una familia de acogida que recibe a un menor durante un tiempo definido y después tiene que volver con su familia de origen.
Estamos por tanto ante ejercicios de altruismo, haya o no una compensación económica de por medio…
Sí, las gestantes son conscientes de que no están gestando a su hijo, sino que lo hacen para ayudar a otra familia. El vínculo que se establece es parecido a esas familias de acogida y, por tanto, en muchos casos suelen seguir manteniendo contacto si ambas partes lo desean. De hecho, según los mismos estudios, en la mayor parte de las veces el apego se traslada a esos padres adultos que han iniciado el proceso de gestación subrogada. Incluso les puede doler más que esa relación se pueda romper por parte de los padres.
Yo sé que esto es muy disruptivo, porque no es lo normal. No es lo mayoritario o lo habitual. Lo normal es que una mujer geste y para a su hijo, y que después lo cuide. Por eso, la mayoría de las mujeres que están en contra es porque desean o han tenido un apego gestacional clásico. Entonces, no entienden a una mujer que haya podido disociar eso, pero interpretar a otra mujer solo a través de su propia experiencia es algo muy patriarcal.
En países desarrollados en los que se ha legalizado hay una extensa normativa, muy detallada, pero evidentemente hay otros lugares en los que no se practica con todas las garantías. Suelen ser esos los casos que se usan como ejemplo para estar en contra del proceso haciendo de la particularidad el todo y negando la mayor…
Evidentemente, hay lugares donde se han realizado malas praxis, pero no se puede hacer de la particularidad el todo. Por eso la Conferencia de la Haya está trabajando para crear un marco de regulación internacional. Eso ya se hizo con la adopción, algo que está romantizado. Para evitar esas malas praxis lo que hay que hacer es regular.
Precisamente, la adopción es la principal propuesta como alternativa a la gestación subrogada. ¿Tiene algo que ver una cosa con la otra?
Son cosas completamente distintas. La gestación subrogada es un método de reproducción asistida, mientras que la adopción es un sistema de protección a la infancia. No tienen nada que ver. En un caso hay una familia que quiere reproducirse (algo que es un derecho humano, el derecho a la salud reproductiva) y en el otro caso hay un menor que no tiene familia. Por esa simple lógica, la de juntar menores con familias, se relaciona, cuando son casos con objetivos distintos. Usando ese mismo argumento, entonces, ¿por qué no se dice a esas familias que van a clínicas de reproducción asistida que no pueden hacerlo y que adopten? ¿Por qué no prohíben entonces todos los coitos que se realizan con fines reproductivos hasta que no haya ningún niño en el mundo sin familia? Porque, en el fondo, lo que hay por debajo es que unas personas tienen más derechos que otras para el acceso a la paternidad o maternidad.
Estoy harto de escuchar que la maternidad o paternidad no es un derecho, que es un deseo. Evidentemente, no es un derecho como tal. Lo que es un derecho es el acceso a la reproducción humana asistida, entendido como un derecho a la salud reproductiva y, si eso no fuera así, ¿por qué existe la fecundación in vitro en la Seguridad Social? ¿Por qué existe el método ROPA si no es un derecho? ¿Estamos asumiendo que el Estado está pagando deseos y no derechos? Es una hipocresía absoluta.
Habitualmente se argumenta en contra de la gestación subrogada que sea un ‘negocio’, pero igualmente existe todo un mercado al respecto de cualquier asunto relacionado con la maternidad y la reproducción asistida. Desde la Sanidad privada genérica hasta las clínicas de reproducción, con tratamientos que incluso están financiados por la Seguridad Social…
El método de recepción de ovocitos de la pareja (ROPA) es un tratamiento de fecundación in vitro (FIV) con baja estimulación para parejas de lesbianas y se comercializa en la Sanidad privada española. Este proceso de reproducción asistida se financia a través de la Seguridad Social en España y se comercializa en la Sanidad privada. Puedo entender la crítica de ‘negocio’ respecto a la gestación subrogada o por sustitución en algunos países, pero ¿alguien se ha leído algún contrato de Fecundación In Vitro para parejas cisheteronormativas. ¿Una pareja o una madre soltera que está acudiendo a una clínica de reproducción asistida se está comprando a su hijo? En ese sentido, vemos que todos los procesos de reproducción asistida son un ‘negocio’. Y no es algo malo en sí mismo, pero si vamos a medir algo por ese rasero, tengámoslo todo en cuenta. Si hablamos del mercado de las mujeres que gestan para otros, hablemos también del mercado de las mujeres que gestan para sí mismas.
¿Por qué la izquierda no solo ha renunciado a liderar esta causa (véanse los anteriores programas electorales del PSOE), sino que se ha colocado frontalmente en contra de forma repentina?
En Canadá, Irlanda o Portugal es la izquierda quien ha promovido su regulación. El eje izquierda y derecha no existe en España para este asunto. Está bastante transversalizado. Curiosamente es un asunto que une a la derecha clásica de Vox con Podemos, pasando por el feminismo cultural y transexcluyente del PSOE. La propuesta de esta ley es idéntica a la propuesta de la Liga Norte de Salvini en Italia: ese planteamiento de incluso criminalizar más allá de las fronteras. Tendría que preguntarse el Ministerio de Igualdad por qué comparte argumentario y agenda política con la ultraderecha europea. Tiene que explicarlo.
El intento de criminalización de este método de reproducción está repercutiendo no solo en las parejas que recurren a ello sino en las propias gestantes y, sobre todo, en los niños nacidos. Esa estigmatización hará que sufran bullyng y que les digan que son ‘comprados o ‘alquilados’, que su madre fue robada, abusada o maltratada, y cosas así. Es tan burdo que daría risa si no fuera porque implica a menores.
Un Estado no puede establecer discriminaciones entre géneros, razas, religiones, etcétera. Está en la Constitución. Las mujeres tienen derechos reproductivos y los hombres también. La salud sexual y reproductiva es un derecho humano y, como sucede en otros campos de la medicina y la tecnología, el progreso de la ciencia tiene que ponerse al servicio de la sociedad para facilitar la vida, la salud y el bienestar. Si nos creemos la Conferencia Internacional de El Cairo sobre derechos sexuales y reproductivos; si nos creemos la Declaración de Yakarta sobre la promoción de la Salud en el siglo XXI, que va en el sentido de tener miras amplias; si de verdad este Gobierno entiende que los derechos reproductivos son un derecho humano, entonces, con el progreso de la ciencia, tendremos que implementar esos derechos con un marco de seguridad y bioético sólido.
Pero, en España, el comité de Bioética es muy conservador…
En España, el Comité de Bioética es profundamente conservador, ya hablemos de gestación subrogada, aborto, matrimonio igualitario o lo que sea. Por eso, cuando se apela a ese comité, diciendo que se ha opuesto, yo digo: ‘sí, y también se opuso al aborto’. Lo me preocupa es, por tanto, que los argumentos se usen para el bien propio y no para el bien común, porque si no al final se acaba repitiendo un mantra para arrimar el ascua a mi sardina y ya está.
Critica a las agencias intermediarias por tratar como "simple mercancía" tanto a las madres gestantes como a los menores