MURCIA. Imagino a Luis Prado (Alicante, 1972) como la pesadilla, el incubo, el más endiablado sudoku para un inexperto manager musical lanzado sin red a la industria del siglo XXI. “Hazme el favor y méteme a este señor en el número 1 de Spotify. Y rapidito, que aquí tengo una corazonada”, le encomiendan.
Nuestro joven manager de mentira está confuso. Tiene delante a un tipo que toca increíblemente bien cualquier cosa con teclas; pero que cae más del lado del “rock antiguo” o incluso del ragtime -"¿qué es eso?"- que de cualquier cosa que lo pete ahora mismo en Youtube. Para colmo, escribe letras sobre ponerse gordo a los cuarenta. Sus redes sociales están espantosamente poco “optimizadas”. Una vez subió un meme de Ronaldo con boina. Además, canta vocalizando. No se deja ni una letra, el tío. Ni un 'acentico' impostado. No graba videos en patios de luces y no se le ve dispuesto a marcarse un featuring rompedor con una artista urbana emergente. “Lo que ves, es lo que hay, amigo”, le decimos a nuestro personaje inventado.
Ahí está. Luis Prado. Un personaje probablemente desconocido para las generaciones que se han acabado el alfabeto. Al mismo tiempo, para los de la X para arriba un artista muy admirado y una de las mentes creativas más brillantes de su generación. A pesar -y gracias a-, pasarse las tendencias por el arco del triunfo.
Hablamos con él de su segundo disco en solitario, Tsunami Emocional (Hall of Fame, 2021), que se ha publicado en plataformas digitales y en CD con una edición limitada con libreto de doce páginas. Canciones que contienen todo lo que nos gusta de él: melodías y armonías maravillosas, letras divertidísimas sobre desgracias propias y ajenas, y sobre todo un virtuosismo musical que siempre se pone al servicio de la canción de pop. Es un disco que te pone contenta a muchos niveles, y viene con más armadura instrumental que Mis terrores favoritos (Hall of Fame, 2016) -más desnudo pero un discazo igualmente-.
-Empecemos hablando de Te vi terraplanista. ¿La canción está dirigida a una persona genérica, o te ha ocurrido realmente que has descubierto que alguien a quien creías conocer ha empezado a albergar teorías “peculiares” que dan un poco de miedito?
-Yo creo que eso nos ha pasado a todo el mundo. Y también a la inversa, ojo, seguro que más de un conocido mío ha visto alguna cosa que he puesto en Facebook o ha escuchado alguna canción mía y ha dicho, joder este, qué radical izquierdoso, o menuda empanada mental tiene... Somos cordiales en el cara a cara, y luego expresamos nuestros desahogos en redes y las sorpresas están garantizadas.
-¿Te tomas las cosas con el mismo sentido del humor que proyectas en tus canciones, o en el fondo te cabrean más de lo que parece?
-Pues ahora que lo dices, ¡no lo sé! Por un lado, es cierto que uso mucho la ironía para descargar cosas que me afectan, y por otro, a veces tengo algunas canciones un poco dramáticas. Y me digo: A ver, que yo no soy tan así...
-¿Puedes contarme la historia detrás de Quédate con nosotros y Secta para dummies?
-Claro. Quédate con nosotros fue una de las primeras canciones que hice para el disco. Hace referencia a ese momento que aparece mucho en las películas biográficas de famosos, sobre todo músicos, en los que forman parte de un grupo y siempre aparece alguien para decirles: “Esos que te acompañan, tus amigos, son un lastre para ti, tú eres el que vale (y el que nos va a hacer ganar dinero; y el dilema moral que se le plantea, tener que abandonar a su gente si quiere avanzar, ese tipo de cosas”. No es necesariamente malo, pero es una situación que se le plantea muchas veces a todo aquel que destaca en algo, que también tiene algo de cliché peliculero.
Secta para dummies puede hablar lo mismo de cómo funciona una secta, de cómo reclutas a gente para un partido ultra del mismo modo que para una organización terrorista. “Joven descontento, ¿crees que nadie te escucha? Aquí te damos sensación de pertenencia a un grupo, llenamos ese vacío en tu interior con un enemigo exterior y con un líder carismático, y listo”.
-Hablando de películas biográficas ¿Has visto el biopic de Elton John?
-Sí, también me leí el libro.
-¿Te gusta cómo está resuelto?
-Me gustó más el libro (ríe). No está mal, ¿eh? Pero es que no iba preparado para el rollo fantasía musical. Me gustó, pero me cabreó bastante que los tres tíos que le acompañaron en toda su época dorada y que, en gran medida, tienen mucho que ver con el sonido de Elton John, no existieran directamente. Yo además quería ver interioridades del estudio, o de cosas de los directos.
-¿Qué aspectos de su legado musical te llaman más la atención?
-Bueno, pues aparte de una forma de tocar única, y que por supuesto, como muchas otras, la llevo incrustada desde crío (y poco se habla de lo buen cantante que es), pues que tiene una ristra de canciones hermosísimas que, por cierto, le deben muchísimo al góspel. Y, nuevamente, el sonido de banda que consiguieron, sobre todo esas baterías de Nigel Olsson. A veces un disco entero de él se me hace bola, pero la forma en la que tocan lo soluciona. Y los arreglos de cuerda que le hacía Paul Bauckmaster son inmejorables.
-Dicen que el piano es “el instrumento de los instrumentos” Pero, ¿crees que todos los estilos pueden extrapolarse con éxito al lenguaje pianístico?
-Qué va, no. A veces lo he hecho un poco de broma, pero hay cosas que sólo te puede dar la guitarra... Aún así, yo a lo largo de los años me he divertido metamorfoseando muchos recursos típicos de guitarra para el piano... Bueno, aunque si añades al piano elementos del órgano Hammond y de sintes, ya empieza a ser muy completa la cosa.
-¿Hay algún grupo que no versionarías ni de broma con un teclado?
-No veo nada imposible, ¿eh? A ver, también es cierto que si hago una versión de Nirvana en plan ragtime, por ejemplo, hay cierto componente de broma en ello, pero casi todos los grupos al final tienen algo adaptable o que da un resultado interesante. Siempre que te lo curres un poco, claro.
-En el proceso de composición de tus canciones, ¿qué llega más rápido, la satisfacción con la parte instrumental o con las letras? ¿Y con qué parte comienzas?
-La música primero, siempre. Yo, en realidad, de lo que tengo ganas es de sacar cierta melodía con ciertos acordes, lo que pasa es que luego hay que ponerle letra, que es un proceso laborioso y exigente. Entonces pasa una cosa, cuando das con algo interesante que decir y encuentras la forma, te das cuenta de que consigues algo mucho más original y completo que solo con la música. Y cuando no, la letra se convierte en un martirio que hace que a veces tarde meses o incluso años en sacar una canción. Y a veces he abandonado canciones porque no daba con nada.
-¿Te has reído muchas veces mientras escribías letras de canciones?
-La verdad es que sí, o casi más cuando he visto que hacía reír.
-Hablando de "tsunamis emocionales", a veces las giras largas acaban convertidas en algo parecido. ¿Consideras que has tenido una buena vida cuando pasabas mucho tiempo conviviendo con compañeros de grupo en la carretera?
-Mi convivencia con la gente en gira siempre ha sido buenísima: con M-Clan, con Miguel Ríos y la banda, con Tequila... Mi problema con las giras siempre ha sido más mío, que me canso muy pronto de no estar tranquilo en mi casita. Me canso de coger coches, trenes o aviones, de dormir poco y mal, como canta Miguel en el Blues del autobús. Y mis cervicales también me dan mucho la lata... Hay gente que tiene una naturaleza de gira total, que se duerme donde sea, que además necesita esa adrenalina del escenario... Yo no. Yo me lo paso muy bien y a la mitad ya digo: “Bueno, chicos, por mí ya estaría”.
-¿Lo echas de menos?
-Sí y no (ríe).
-¿Es verdad la historia de que en un concierto con Miguel Ríos se tuvo que ir corriendo a hacer pis y tú resolviste el “vacío escénico” tocando tu canción Estoy gordo? Quiero pensar que el jefe no malinterpretó tus intenciones….
[Letra que, recordemos, dice:
Estoy gordo
y no lo puedo entender
oh oh
estoy gordo y no lo puedo entender
estoy calvo
lo sabes muy bien
estoy calvo
y me pregunto qué fue
me lo dejaré largo
de atrás y los lados
estoy acabado
lo sé]
-Totalmente cierto, con el agravante de que me lo hizo con toda una orquesta sinfónica ahí plantada, que nos acompañaba en esa gira, con su público, con la banda... y dice: “Yo me voy, pero ahora Luis os toca algo”. Y yo, de repente, me quedo en shock mientras en mi cabeza suena “Piensa McFly, piensa rápido".
-¿Era muy distinto cuando girabas con Sr. Mostaza que cuando pasas a formar parte de un gran equipo de producción como músico de estudio o de directo? (De repente me estoy acordando de James Brown. Cuando algún músico de su grupo se equivocaba en una nota y él le miraba con cara de asesino y hacía señales en mitad del concierto al pobre músico avisándole de que esa semana le iba a bajar a paga).
-Las mayores diferencias son dos. Una es que con Sr. Mostaza es nuestra historia, son mis canciones y somos los que les hemos dado forma, y vives el aplauso de una manera mucho más intensa. También cuando algo sale mal, claro. Cuando te incorporas a un gran equipo lo vives de otra forma, que también mola, pero tú estás al servicio de algo y lo vives de manera diferente, más relajada también. Y aunque sean 10.000 personas aplaudiendo, te impacta menos porque sabes que es para el artista que acompañas y sus canciones y trayectoria. Y dos, y más importante, es que con Sr. Mostaza cargamos y descargamos nuestros instrumentos del escenario, ¡snif!
-¿Hay algún músico/a o grupo más joven que te llame la atención y con quien te gustaría componer o participar en una canción? ¿O, por el contrario, vives ajeno a la música de generaciones considerablemente más jóvenes?
-Vivo más ajeno de lo que me gustaría. Muchas veces les pido a mis alumnos que me pongan algo de gente que escuchan y a veces descubro cosas pero se me olvidan enseguida. Obviamente, ha habido cosas de los Estanques o, aquí en València, de los INC que me han gustado mucho, pero estaba intentando pensar en algo que tuviera menos que ver estilísticamente conmigo, y nada, ahora mismo no caigo. En cambio, con gente de fuera sí hay cosas más alejadas, como los Foxygen, que me gustan mucho. Los Lemon Twigs me chiflan, pero, una vez más, tiene poco mérito porque sigue habiendo ese componente retro. Por cierto, tanto a los Estanques como a los Lemon Twigs me los descubrió Caballero Reynaldo, y pasaron meses, e incluso algún año, antes de que se empezase a hablar de ellos por aquí.
-Por útimo. ¿Para qué película te encantaría haber compuesto la banda sonora?
-Esta es fácil, Star Wars o cualquiera de las de Hitchcock que musicó Bernard Herrmann.