La nueva voz del fantástico europeo estrena en Filmin la fantasmagórica película con la que fue premiada en San Sebastián
MURCIA. Una niña que cada noche renueva sus dientes de hielo. Un guardián hosco y silencioso, que atiende a la cría sin cariño y a las repetitivas llamadas de teléfono con tensión. Un hogar en penumbra, donde los días se repiten, monótonos, hasta que se anuncia la partida. La tercera película de la directora francesa Lucille Hadžihalilović (Lyon, 1961), Earwig, vuelve a sumergir a la audiencia en atmósferas enrarecidas donde el augurio de un giro malsano mantiene en suspense la experiencia de un visionado hipnótico. La película, ganadora del Premio Especial del Jurado en el último Festival de San Sebastián, está programada en Filmin hasta el próximo 25 de agosto, en el contexto del Atlàntida Mallorca Film Fest.
- ¿Qué simbología tiene el aparato de dientes en esta trama
eminentemente onírica?
- Yo también llevé aparato dental, aunque no con el arco extraoral del personaje. No obstante, comparto con ella la experiencia de la opresión en los dientes y la insistencia en que era por mi bien. Al principio de Earwig, la niña asume un papel de muñeca pasiva, como una marioneta en las manos del protagonista. No habla, está muy constreñida, busca cierta protección, pero luego va alcanzando cierta autonomía, descubre una vida fuera y busca su libertad. Es una evolución natural cuando te haces mayor.
- Inicialmente parece que la protagonista vaya a ser la niña, pero en realidad lo es su guardián. ¿Provocaste esa confusión de manera intencionada?
- Es mucho más fácil identificarse con ella, porque él es un ser oscuro, lleno de confusión y temores, así que en la mesa de edición decidí aplicarme para que la audiencia se percatara de que la historia trata sobre el hombre y no sobre la niña.
- La película hace mucho hincapié en la mirada, una cualidad innata ligada al séptimo arte. ¿Hay una intención meta?
- En la novela de Brian Catling ya constaba que el protagonista sentía una obsesión por los ojos. Esta fijación era difícil filmarla en la película, así que para plasmarla decidí emplear reflejos, mirar a través de espejos y jugar con los claroscuros. Además, tiene que ver con los sueños, en los que ves, pero no nítidamente, unas veces puedes ser abstracto y otras, más precisos, así que la película está revestida de una condición neblinosa que no te permite ver completamente. Pensamos que era un buen material con el que trabajar visualmente, y en cierto modo es una premisa metafórica, porque en el cine miramos a través de la lente.
- Tus películas no constan de demasiados diálogos, ¿cómo concibes los guiones, de una manera visual o escrita?
- Como bien dices, mis planteamientos no se basan en la expresión verbal, trato de no utilizar demasiadas palabras y crear atmósferas, sean o no agradables. Trabajo con tramas ambivalentes, así que cuando empleo la oralidad es para fijar aspectos más racionales. En el caso de Earwig, como la película es bastante irracional, he aplicado una lógica de sueño, así que el guion no consta de muchas palabras, sino de imágenes.
- Los silencios son muy tangibles. ¿Cómo has trabajado en subrayarlos?
- La idea era incorporar muchos silencios, pero al hacerlo se produjo un elemento paradójico, cuanto más sonido extraía, los elementos adquirían más importancia y espacio. Así que finalmente hay mucho sonido, pero lo mantuvimos como algo muy atmosférico y visceral. He tratado de crear un mundo en el que no hay sonido exterior, escuchas las campanas, el tren, ciertos elementos específicos… Es como si los personajes estuvieran aislados. Incluso cuando salen fuera no se escucha el tráfico ni a las personas, así que es como si estuvieran rodeados de un vacío, pero llenos de pequeños sonidos que impactan en el subconsciente del espectador. Tampoco quería emplear demasiada música, pero Warren Ellis me brindó una composición muy sencilla y atemporal que ha servido como motivo durante la película.
- El director del festival de San Sebastián, José Luis Rebordinos, expresó el año pasado su satisfacción porque tres películas de género, entre las que estaba la tuya, formasen parte de la Sección Oficial del festival. ¿Qué opinas de que propuestas programadas en el pasado en muestras especializadas hayan encontrado su espacio en festivales de Clase A?
- Ya hace un tiempo que el cine de género se ha hecho un hueco en festivales de Clase A. En 2015 rodé Evolution, una película de terror y ciencia ficción que ganó el Premio Especial del Jurado en San Sebastián y en otros festivales no especializados. Creo que esto es así porque a través de las plataformas, los productores y programadores están teniendo una educación cinematográfica diferente y de manera natural hay menos fronteras. Personalmente, no me gusta la idea de género, porque es una forma de etiquetar. Me interesa el uso de la imaginación, pero no sometido a unas reglas. Me atrae lo metafórico, no lo literal.