CARTAGENA. "Cada vez que miro estas fotografías conecto con las sensaciones que transmiten. ¡Me encantan! Y eso que llevo muchos año en esto y soy muy exigente conmigo mismo". Así de entusiasmado se muestra David de Flores -artista visual, profesor, antropólogo y codirector de La Cámara Roja de Murcia- con "los paisajes emocionales para sentir, más que para mirar" que expone en la sala Domus del Pórtico en Cartagena bajo el título El Mar y el Infinito.
La muestra, que se inaugura este viernes y se podrá ver hasta el 31 de junio, está formada por más de treinta imágenes conseguidas -durante las últimas luces del crepúsculo- con cámara analógica de gran formato y largas exposiciones (de hasta 30 y 40 minutos), lo que modifica las reglas de la toma fotográfica clásica para encontrar texturas y efectos cromáticos que el ojo humano no ve y que se convierten en parte esencial de estas obras. El revelado de los negativos se ha realizado de forma química y artesanal, para posteriormente escanear y revelar digitalmente. Las fotografías están impresas en alta calidad en tres medidas: 110 x 127 cm, 100 x 80 cm y 40 x 50 cm.
La intención del artista es, según señala, "evocar la sensación de infinito que se siente contemplando el mar" a través de la percepción de estos paisajes del litoral de Cartagena y Águilas (también los hay de Alicante y Asturias) cuyo colores transmiten diferentes emociones. Porque el mar, como recuerda David de Flores, es símbolo de libertad y fuerza natural, de calma y tempestad; posee la condición dual de aliviar, pero también de abrir heridas profundas.
Al mismo tiempo, el fotógrafo ha utilizado el ruido digital del escaneado y las rozaduras en la propia superficie del negativo como recursos que contribuyen a la creación de ese paisaje imperfecto, que deja de ser un lugar mirado para ser un espacio sentido. El artista apunta que estos errores también tienen un sentido metafórico al representar esos pensamientos que nublan la contemplación del mar o la huella que el ser humano deja en el paisaje.
Esta serie fotográfica -comenta su autor- es fruto de un acto consciente de contemplación y surge ante la necesidad de divulgar y promover valores de respeto, conservación y sostenibilidad de nuestros mares y océanos, a través de una práctica artística y estética basada en una forma de mirar lo externo a través de la reflexión profunda y emocional que se incorpora a las fotografías.
En este sentido, David de Flores recuerda que en la actualidad apenas el 3% de nuestro litoral está protegido y más del 40 % se encuentra severamente degradado por el desarrollo urbanístico, por lo que no ha sido fácil encontrar franjas de costa naturales y sin presencia de construcciones. "Este proyecto es también un llamamiento a la fragilidad de estos ecosistemas y a la necesidad de su conservación, entendiendo que empezaremos a respetarlos en el momento de que empecemos a amarlos", añade el fotógrafo.
El artista explica que "estas fotografías resumen una práctica artística basada en la contemplación, en la acumulación de percepciones y de los tiempos necesarios para la creación de una imagen evocadora que conecte con la sensación de infinitud y permanencia al mismo tiempo. Entiendo el acto fotográfico como una meditación, un estar presente en un espacio y tiempo, únicos e irrepetibles y estas obras pretenden conectarnos en un plano emocional, compartiendo la vivencia latente que contiene cada imagen".
David de Flores llevará a cabo dos visitas guiadas: el domingo 21 de mayo a las 12.30 horas y el viernes 16 de junio a las 18.30 horas.
David de Flores (Hellín, 1977) es fotógrafo, artista visual, profesor, ingeniero forestal y antropólogo. En 2010 crea La Cámara Roja, un proyecto profesional en el que conviven la fotografía, la docencia y la impresión fine art. Está especializado en fotografía de paisaje, retrato y fotografía documental, realizando sus trabajos con cámaras de gran formato. Le interesa explorar y profundizar la idea del paisaje natural mediante una interpretación más emocional y romántica del mismo, del que extrae valores o palabras clave como ser, supervivencia o resiliencia, entre otras.
Sus obras pretenden conectarnos en un plano emocional, compartiendo la vivencia latente que contiene cada imagen. Son puertas que se abren para que sentimientos y emociones fluyan en lo que podemos denominar el paisaje emocional. Es un gran experto en bosques, aves y plantas y ha escalado grandes montañas como el Mont Blanc y algunos cincomiles en los Andes peruanos entre otros.
Lo mejor de su vida, asegura, es su familia que ha formado "junto al amor de su vida, Silvia Marte, y sus cuatro hijos que le han regalado toda la ilusión de cuando era niño, además de ser más paciente, más fuerte y más cariñoso".