No será un análisis sobre los ataques que algunos derechos fundamentales sufren en nuestra querida España, algo que sería lógico en este aniversario de nuestra normal fundamental. Pero el ataque es global y la UE es especialista en disfrazar los recortes de libertades.
07/12/2022- Los acontecimientos se agolpan y hay días que son demasiadas las noticias a comentar. Desde el análisis de nuestra Constitución cuando cumple 44 años desde que fue aprobada en referéndum por el pueblo español a la eliminación de nuestro fútbol tras la euforia por el pase de ronda en el mundial. Pero también podemos analizar la descarada, y cada vez más burda, injerencia del poder ejecutivo sobre el poder legislativo, tras eliminar un delito tan grave como el de sedición, ahora van a por la malversación. Otro asunto de actualidad total es la crisis en muchas formaciones políticas, especialmente en Ciudadanos y Podemos, terremotos internos propios de época preelectoral, y que también afectan a los grandes partidos a la hora de encontrar candidatos y decidir puestos de salida.
La cuestión que más me preocupa en los últimos tiempos y que les he de reconocer que no veo una fácil ni pronta solución, o mejor dicho, recetario, es la de el constante ataque a la libertad individual, personal, física. En los países europeos nos parece algo normal movernos de cualquier forma, a cualquier hora y por cualquier sitio. Puedes ir caminando, en moto, en coche, en transporte público y en las infinitas modalidades de vehículo "sostenibles". La diferencia entre unos y otros es que el transporte colectivo ejerce una capacidad de control y decisión elevada sobre la persona individual. Horarios, equipajes, controles de acceso, restricciones sanitarias casi en 2023 y un largo etcétera de asuntos que asumimos como peajes inevitables para realizar trayectos más rápidos y/o más baratos. También en muchas ocasiones porque es prácticamente la única opción, volar a París o Roma parece más razonable que ir en tu propio vehículo.
La cuestión es que a medida que el mundo ha evolucionado con múltiples formas de transporte, principalmente aviones y trenes de alta velocidad, también surgen nuevas formas de someternos y controlarnos. La última ocurrencia que han aprobado en Francia, con el visto bueno de la Comisión Europea, es eliminar los vuelos cortos que puedan sustituirse viajando en tren. Anulando la posibilidad de elegir, a veces para ahorrar tiempo de viaje o por el motivo que cada uno considere y también atacando a las compañías aéreas que se esfuerzan por crear rutas entre ciudades de media distancia.
La prohibición de los vuelos dentro de Francia que puedan ser sustituidos por viajes en tren me parece un paso más, de los muchos que se dan, a veces casi imperceptibles y la mayoría encubiertos en grandes avances para la humanidad y para salvar el planeta en este nuevo orden mundial que pretende que renunciemos a nuestra libertad individual y al derecho de posesión para ser simples títeres que se mueven en la escena guiados, controlados y manipulados por los políticos europeos, nacionales, locales porque ellos y solo ellos saben mejor que nadie lo que nos conviene. El hecho de poner en duda su buen hacer, su inteligencia o sus "buenas" intenciones, está descartado del debate.
La noticia la leí mientras iba en tren entre dos ciudades españolas que también están unidas por vuelos, la libertad de elección se basa en los parámetros que cada persona considere. Y me recordó la explicación que hace unos meses ofrecía Carlos Bertomeu en el Club de Encuentro Manuel Broseta sobre el transporte intermodal, especialmente en el mundo de las mercancías pero también en las personas. Creo que podemos defender la conectividad y combinación pero también la libertad de que las personas podamos elegir entre diferentes formas de transporte.
La medida que aprueba Francia puede ser imitada por otros países europeos, y tengo en mente uno que seguro se lanza de cabeza con su ministerio de transición ecológica, y crisis climática a prohibir. Esto afecta también a los poseedores de aviones privados, quienes lógicamente son una minoría pero si pueden permitírselo y generar también una industria en la aviación privada o de alto nivel, creo que se podría respetar. La constante imposición de unos supuestos valores universales que mutan y se multiplican cada dos meses empieza a ser estresante, preocupante y sinceramente, muchas veces hasta ridícula. No dejan de arrinconar los derechos y libertades individuales frente a los colectivos, algo habitual en la China comunista pero que debería producir urticaria en los países occidentales y democráticos.