MURCIA. La serena elegancia de lo clásico en un espacio contemporáneo. Este es el ambiente que ha 'inventado' la arquitecta murciana Laura Ortín en el salón de belleza Tinezzova, que ha abierto sus puertas en el corazón de Murcia. Y decimos inventado, porque esta reconocida profesional se enfrentó con que el local de partida no aportaba ningún elemento arquitectónico relevante o con carácter. Pero para eso estaba ella.
Para empezar, Ortín ha tenido en cuenta la especialización de su clienta, experta en microblading, un procedimiento que se remonta a una técnica tradicional japonesa llamada 'tebori' y que consiste en una técnica de maquillaje permanente para cejas (se utilizan pequeñas agujas para rellenar con color las áreas deseadas). E igual que las cejas son las protagonistas del rostro, la arquitecta ha hecho girar este proyecto alrededor del concepto de belleza idealizada y culto al cuerpo, en el que "la simetría, las curvas y lo poético son ideas que conectan función y forma".
Para ello, se ha basado en una propuesta que recrea estéticas y diseños con recuerdos clásicos -"nada es tan bello como las ruinas de una cosa bella", dijo Rodin- en espacios contemporaneizados, en los que el cliente se encontrará con texturas recortadas en paredes curvas, encimeras de travertino con acabados irregulares, telas suaves y ligeras, mobiliario con artesonado y toques dorados, y hasta una 'cúpula' al final del recorrido.
Laura Ortín ha bautizado cada estancia con nombres relacionados con la arquitectura romana. Así, el hall es llamado 'Atrio', siendo un amplio recibidor y zona de espera coronados por dos 'lucernarios'. Este espacio -señala la arquitecta- "recuerda a los accesos de las termas romanas, que servían de filtro entre el exterior e interior. Tanto la luz como la decoración son el prólogo de lo que acontece después".
Los gabinetes -bautizados como 'Apodyterioum'- tienen distintos tamaños, ya que son utilizados para diferentes usos. "Con un ambiente minimalista pero acogedor se ha cuidado la iluminación (regulable) y las vistas que tendrán las clientas (sentadas y tumbadas), así como facilitar el trabajo a las profesionales (recorrido cómodos y fluídos)", describe Ortín.
Un ligero paso en rampa con un gran armario al fondo oculta la zona de almacenaje y cocina, la 'Tabernae'... Y como en un recorrido misterioso, se llega al gran tercer gabinete, el 'Frigidarium', que como en toda arquitectura clásica, apunta Laura Ortín, debe ser el más espectacular del trayecto. Allí, una gran cúpula sobre las camillas aporta "un ambiente etéreo acompañado por piezas decorativas que parecen estar en equilibrio en una estantería de piedra en ruina".
El sello que la arquitecta murciana ha dejado en este proyecto es de sutileza y elegancia, pero sobre todo de poética: "La poética de los cuidados y la estética. Si la belleza es subjetiva y no debe ser una imposición sino una elección libre y personal, la ruina impostada es la metáfora de esa libertad", reflexiona.
Laura Ortín, al frente de un estudio con más de una década de experiencia, imprime esa impronta de elegancia y equilibrio a sus proyectos, tanto de diseño de interior como de arquitectura, que ella dice afrontar "con respeto, recuerdo, acogimiento, honestidad y siempre, siempre, economía". "Mi pequeño (o gran) propósito es el de acercarnos un poco más a la Felicidad", asegura.