MURCIA. La inversión sostenible no es una moda pasajera ni una estrategia de las empresas para mejorar su imagen, sino que se trata de una tendencia que ha llegado para quedarse. Esta es la principal conclusión que se deriva del debate que tuvo lugar este jueves en el foro que organizó Murcia Plaza en colaboración con Mapfre, donde se ahondó en las claves de los criterios ESG y la importancia que están ganando en los últimos tiempos.
En la conversación participaron Eduardo Ripollés de la Peña, director de Desarrollo de Negocio Institucional de Mapfre AM; Juan Antonio Belmonte Cegarra, delegado de la EFPA (Asociación Española de Asesores y Planificadores Financieros) en Murcia; Paco Iniesta, delegado territorial de la AEDAF (Asociación Española de Asesores Fiscales) en Murcia; Daniel Robles, presidente de la AEMA (Asociación de Empresarios de Medio Ambiente de la Región de Murcia); Carlos González-Sicilia, director del Círculo de Economía; Gabriel Hernández, tesorero de AJE (Asociación de Jóvenes Empresarios de la Región de Murcia) y Josefina Rabadán, directora de INMURCIA. Esta mesa estuvo moderada por el director de Murcia Plaza, Francisco Valero.
Fue Eduardo Ripollés de la Peña, director de Desarrollo de Negocio Institucional de Mapfre AM, el primero en abrir fuego poniendo en valor la importancia de analizar los factores no financieros en las inversiones, concentrados en los valores medioambientales, sociales y de buen gobierno corporativo. No obstante, aunque apunta que hace unos 4 años estos criterios gozaban de gran éxito, "la verdad es que el año pasado se dejaron de lado y primaron otra serie de factores porque hubo una crisis que generó unas distorsiones y ponderaron los factores financieros y las perspectivas de corto plazo se impusieron al largo plazo". En cualquier caso, subraya que "en el 2023 hemos recuperado la senda y hemos vuelto a incorporar los factores de sostenibilidad a la inversión".
En este sentido, Carlos González-Sicilia, director del Círculo de Economía, también reconoce que "ha habido un parón económico importante", pero señala que los criterios ESG resultan imparables y que la inversión sostenible se recuperará: "Lo complicado era que las empresas y las asociaciones adquirieran esa base y esa conciencia, pero ya llevan la sostenibilidad en el ADN", incide.
Menos optimista se muestra Gabriel Hernández, tesorero de AJE (Asociación de Jóvenes Empresarios de la Región de Murcia), pues indica que "el porcentaje de fondos que buscan la sostenibilidad aún es pequeñito y todavía hay mucho greenwahsing". En este sentido, aduce que hay que empujar el cambio con rentabilidad y recuerda que "hasta que las energías renovables no se vieron premiadas con subvenciones y alta rentabilidad no se volcaron en ellas los fondos".
Para impulsar esta conversión al verde, Paco Iniesta, delegado territorial de la AEDAF (Asociación Española de Asesores Fiscales) en Murcia, remarca que la fiscalidad siempre ha ido unida a los objetivos de ESG y que siempre han existido tasas sobre la sostenibilidad, pese a que estas acciones no tienen una gran acogida entre la ciudadanía: "Tenemos que empezar a acostumbrarnos a los impuestos verdes", sostiene.
También Juan Antonio Belmonte Cegarra, delegado de la EFPA (Asociación Española de Asesores y Planificadores Financieros) en Murcia, destaca la conciencia de la ciudadanía como un factor clave para la inversión sostenible, aunque mantiene que aún queda ponerlo en práctica, algo que se está consiguiendo en mayor medida gracias a la normativa europea: "A medio plazo se rentabilizará mucho más una inversión sostenible que una inversión no sostenible".
En cuanto a la labor del empresario, Daniel Robles, presidente de la AEMA (Asociación de Empresarios de Medio Ambiente de la Región de Murcia), recalca que "lo primero es tener un plan de sostenibilidad como documento básico de lo que vamos a hacer a 5 o 10 años. Está bien hacer una acción pero sin un plan de sostenibilidad no se puede ser una empresas sostenible porque hay que saber lo que se va a hacer, cuánto se va a invertir y qué plazos están marcados".
En cualquier caso, también el inversor minorista juega un papel relevante en este aspecto, pues "no podrá inculcarse la sostenibilidad en la cultura social si al inversor minorista no se le permite actuar ahí", incide Josefina Rabadán, directora de INMURCIA: "Yo hoy entiendo que sí que hay una cultura inversora distinta en España que se puede canalizar mejor cuando se hacen grupos sindicados porque vamos a pasar de la globalidad a la hiperlocalidad".
Recogió el testigo Eduardo Ripollés de la Peña, pues incidió en que la inversión sostenible es local, puesto que "cada territorio tiene sus condicionantes, pero hay que utilizar los recursos que hay para tratar en las distancias cortas los temas medioambientales".
En relación con el medioambiente expuso Gabriel Hernández que hay que cambiar el modelo energético actual, descarbonizar la economía y lograr que el pool de la subasta eléctrica se estabilice: "El hidrógeno verde podemos acumularlo y sabemos producirlo con energía renovable más barato que antes".
En cualquier caso, Carlos González-Sicilia, reflexiona sobre que los motivos de reputación no son la principal causa de preocupación de las empresas, pues "hasta ahora, si la sostenibilidad no afecta a la cuenta de resultados la compañía no se moviliza".
Por su parte, Paco Iniesta mantiene que una buena fórmula para promover este tipo de inversiones es impulsar en mayor medida las bonificaciones fiscales, pues "siempre hemos defendido que en el impuesto de la renta a las personas físicas (IRPF) se bonifiquen las inversiones a largo plazo y se tribute con un tipo reducido".
Por otro lado, Juan Antonio Belmonte Cegarra recuerda que para que el inversor privado pueda participar en proyectos de gran envergadura requiere de una información bien preparada, pues "presentarle 500 hojas de documentos no aportada nada, hay que ofrecerle toda la información en una sola hoja para dejar claro los riesgos y las ventajas que tiene la inversión".
De nuevo en el nivel de las empresas, Daniel Robles incide en que, además de los planes a futuro que no se pueden constatar en el presente, también resultan claves las memorias de sostenibilidad, pues se puede acreditar que la empresa está siendo realmente sostenible y que no se trata de greenwashing: "La parte de la comunicación también es imprescindible en cualquier estrategia de sostenibilidad".
Respecto al sector inmobiliario, este también cuenta con unas posibilidades únicas dentro de la Comunidad, pues "la Región cuenta con una gran oportunidad si realmente se comprometiera a dar lo que el mercado internacional esta demandando a través de un plan de sostenibilidad, porque hay una presión por tener viviendas de calidad en entornos verdes", sostiene Josefina Rabadán.
Finalmente, el coloquio llegó a su fin con una puesta en común de los distintos grados en los que una inversión puede ser sostenible, pues un fondo sostenible es aquel que persigue unos objetivos de ESG, mientras que también se pueden encontrar los fondos de impacto, que buscan dar un paso más allá y dejar huella en la sociedad como si fuera "el hermano mayor de la inversión sostenible, aunque es muy complicado medir el impacto y comunicarlo", explica Eduardo Ripollés de la Peña. Asimismo, también existe la inversión ética y social, aunque esta se encuentra dedicada a labores expresamente humanitarios. De todas formas, todas ellas tienen en común que "deben ser a largo plazo y no a corto, porque caemos en el riesgo de desviarnos del camino", concluye el director de Desarrollo de Negocio Institucional de Mapfre AM.