La Comunidad recuenta ya más de 2.400 enfermos de covid frente a los 400 afectados del inicio del verano
MURCIA. Parecía olvidada en el tiempo, pero ha vuelto. En realidad, nunca se fue. La pesadilla del coronavirus siempre ha estado latente en la Región de Murcia, pero ahora recobra fuerza, recordando tiempos no tan lejanos. Si la cuarta ola pasó desapercibida por tierras murcianas, a diferencia de la tercera, que fue cruel y despiadada -hubo más de 650 muertos entre enero y febrero-, la quinta oleada, sin embargo, está mostrando todos sus efectos: 447 positivos detectados este jueves, una cifra que no se veía desde el 3 de febrero.
El repunte ha sido frenético en las últimas semanas, especialmente en los últimos tres días: los balances han arrojado cifras por encima de los 300 casos diarios, lejos ya de la apacible calma de junio, cuando apenas se sobrepasaban los 100 infectados al día. La incidencia acumulada, que durante más de tres meses transcurrió en una horquilla de 50 y 70 casos por cada 100.000 habitantes, ahora afronta una media de 223 infectados por cada 100.000 murcianos, según el último dato actualizado del Servicio regional de Epidemiología.
Los casos activos se han disparado desde que comenzó el verano. Si el pasado 21 de junio el parte de afectados arrojaba 422 enfermos de covid-19 en toda la Comunidad murciana, ahora son 2.467 los pacientes activos, según el último balance de la Consejería de Salud. Es decir, se han multiplicado por seis en menos de un mes. La mayoría de los afectados (más de 2.400 murcianos), eso sí, son pacientes leves o asintomáticos. De hecho, el 53% de los nuevos contagios tienen menos de 30 años, según datos de Salud.
No obstante, la experiencia de muchos meses de lucha pone de manifiesto que la covid traza una triple secuencia tenebrosa: el crecimiento de los positivos se traduce, con el paso del tiempo, en una subida de los ingresos en las plantas de los hospitales; después esas hospitalizaciones derivan en un incremento de los pacientes graves, que deben pasar a las UCI; y, finalmente, el aumento de los enfermos críticos conduce a los fallecimientos. Así ha sucedido en las tres olas de la pandemia.
Esta vez, por el momento, la presión sanitaria todavía está muy lejos de atisbar un colapso, pero el consejero de Salud, Juan José Pedreño, advirtió este jueves que la presión asistencial de la Atención Primaria ya nota los efectos del incremento de los positivos, con casi 40 ingresados en los hospitales regionales. De todos ellos, 12 personas reciben tratamiento en la UCI. Estos pacientes, además, tienen edades jóvenes, comprendidas entre los 20 y los 55 años, según detalló el consejero (20, 29, 44, 45, 46, 48, 51, 52 y 55 años). Y además, en lo que fue la noticia de este jueves, ninguno de ellos se había puesto la vacuna.
¿Qué pasará si la espiral de contagios sigue sucediéndose? Por el momento, el Gobierno regional ha adoptado medidas en el ocio nocturno -ha cerrado el interior de los pubs y discotecas- y en las ceremonias -ha reducido el aforo de las bodas-. También ha endurecido las condiciones en los 13 municipios más golpeados, catalogados en riesgo alto de transmisión del virus y en los que ha aplicado nuevas restricciones (los interiores de los bares y las tiendas se limitan al 30% del aforo). Ciudades importantes como Cartagena, Molina de Segura y Torre Pacheco se encuentran entre las afectadas.
¿Tomará más decisiones drásticas el Ejecutivo murciano? El consejero, preguntado por esta incógnita en rueda de prensa, no vaciló en su respuesta: "Valoramos continuamente las cifras epidemiológicas y cómo avanza la pandemia. Todo está abierto. Por tanto, cualquier medida que sirva para salvar vidas estaremos dispuestos a utilizarla", apuntó. Un día antes, el propio presidente regional, Fernando López Miras, ya avisó de que podría aplicar el toque de queda -que se suprimió en la Región el 10 de mayo- si no se frenan los contagios.
El Comité Covid, el órgano que adopta estas decisiones, se volverá a reunir el lunes... salvo que haya otro repunte antes de ese día, lo que obligaría al Gobierno a convocar una cumbre de urgencia. La pandemia, que parecía que había hincado la rodilla, no ha dicho todavía su última palabra.