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TRIBUNA LIBRE / OPINIÓN

La nueva gran mentira de Sánchez: El comité de expertos que nunca existió

9/08/2020 - 

Cuando en el 2011, con Mariano Rajoy -presidente con sus 186 flamantes escaños recién estrenados- empezábamos a salir de la tremebunda crisis social, política y sobre todo económica, en la que nos había sumido ZP –el caballero de la triste figura y nefasta memoria- he aquí, que salta al ‘ruedo político’ -sin capote ni muleta- un tal Pedro Sánchez, que sin olvidarse en su salto del ‘estoque ideológico’ con el que -una vez recuperado del ‘ostracismo político’ al que le sometieron sus propios compañeros del PSOE- intenta dar desde, su absolutista y fascista gobierno de izquierdas, sustentado y jaleado por la banda de Iglesias, Puigdemont, Garzón y los bilduetarras de turno -el descabello total y definitivo a la unidad y democracia de España, representada por la monarquía parlamentaria y a todo lo que ella conlleva. Es un personaje, al que de haber sido coetáneo -a nuestro gran médico y ensayista D. Gregorio Marañón- le hubiera encantado plasmar su retorcida, distímica y aviesa personalidad en uno de sus ensayos biomédicos.

Este soberbio, histriónico y aranero presidente ‘sanchista’ (de ‘sanchismo’, que es en lo que ha convertido y reducido al PSOE, en un ‘sanchismo’ puro y duro a su imagen y semejanza -en menos tiempo que se persigna un cura loco o que canta un gallo- le ha arrebatado el título de ‘presidente más embustero’ al propio ‘ZP’, relegándole al segundo puesto. Él se ha convertido –por méritos propios- en el presidente más mentiroso, más prepotente y más nefasto desde el reinado de Fernando VII. Como escribí en mi artículo (‘Con patente de Corso’, en este mismo medio) ha hecho: ‘de Moncloa su tesoro, su dios es la mezquindad, su ley el trato y la trola, su única patria imperar!’

En esta nueva España -de ‘charanga y pandereta’- en la que en el Gobierno mienten todos… hasta el apuntador (nunca mejor dicho por lo de Illa y Simón), ha hecho de las mentiras su modus vivendi, y su obsesión por mentir -en todo y a todos-es tan patológica e incontrolable, que ha llegado a creérselas. Como miente hasta cuando nos miente –enfervorizado por la cínica y maquiavélica máxima del nazi enano, cojo y acomplejado, Joseph Goebbels- pretende que nos traguemos todas sus trolas.

 Ese nazi, como todos recordareis, acostumbraba a decir: ‘Repite una mentira con suficiente frecuencia y se convertirá en verdad’. Y así ha sido. Sánchez y su ejecutivo -como fieles discípulos de la ideología nacional socialista—la han seguido a rajatabla y con mucha más intensidad en los meses de confinamiento. En plena crisis sanitaria con más de 45.000 muertos por la pandemia, nos la ha vuelto a colar mintiéndonos, un día sí y el otro también, sin vergüenza y descaradamente sobre algo muy serio e importante, como es la salud de todos los españoles y de sus familias. De tales polvos… estos barros. Y este es el resultado.

 Durante ese ‘encarcelamiento político’ al que nos ha sometido, por consejo directo del ministro de Sanidad, Salvador Illa y su ‘comité de expertos’, han sido 15 -y no precisamente magníficos- los maravillosos científicos y afamados profesionales de diferentes áreas nuestros fidedignos asesores en la sombra (y nunca mejor dicho) sobre cómo llevar el confinamiento, cuando salir a pasear, distancia máxima a recorrer, distancia mínima a mantener, cuándo ir a comprar, cuándo a pasear al perro, tipo de mascarilla a usar: primero las quirúrgicas, luego las higiénicas, luego las FFP2 y FFP3 con válvula, luego las mismas, pero sin válvula, las N95, etc., etc.

Este grupo de 15 versados científicos y entendidos especialistas fantasmas, cuyos nombres se negaba el Gobierno a dar a la prensa y a los grupos de la oposición -un día sí y otro también- han sido los genuinos autores del ‘Plan’ de esa desescalada económica, social y nacional para una ‘gradual’, ‘asimétrica’ y ‘coordinada’ transición hacia una anormal ‘nueva normalidad’. Solo les faltó decirnos qué comer, cuándo ir al baño, cuándo dormir, qué ver en la TV, cuándo y qué leer, qué beber, qué ropa llevar, a quién llamar…etc., etc., etc. Pero claro, a nadie se nos ocurrió pensar –como no podía ser de otra manera-que ese famoso comité fantasma de expertos se reducían a una sola persona: al ministro Salvador Illa asesorado por su monaguillo, Fernando Simón. Sí -ese que prefiere vacar ‘surfingteando’ en aguas lusas antes que en las españolas, por aquello de contribuir a levantar nuestra maltrecha economía postcoronavírica—ha salido en defensa de sus jefes (porque de bien nacido es…el ser agradecido) afirmando que: ‘Desvelar la identidad de los expertos supondría ‘un debate público’ que les pondría en el disparadero mediático provocando en ellos una gran presión que no sería bueno para su función’.

¡Dijo lo que dijo, mintió con lo que dijo y…se quedó tan pancho! Ya se sabe, ‘quien con araneros anda, si al año no aranea, trolea’. Han tenido que pasar varios meses para que Sanidad –ante las insistentes preguntas del Defensor y del Consejo de Transparencia- haya reconocido que nunca hubo un comité de expertos para la desescalada, al margen del equipo de Fernando Simón. La verdad es que esta vez no he estado muy avispado, pues me extrañó mucho, muchísimo, y ya me olía algo raro cuando decían ‘comité de expertos’ y no ‘de expertos y expertas’.

De él— y ya puestos a mentir- podríamos decir, sin pudor ni vergüenza alguna muchas cosas, como que ‘cuando estuvo trabajando de epidemiólogo en África, con Médicus Mundi en 1993, tuvo la ocasión de conocer al famoso Dr. David Livingstone en Rodesia, en 1873. Allí trabajaron juntos algunos años y de esa estrecha colaboración laboral surgió una profunda y duradera amistad que aún perdura’.

 ¿Verdad que si obviamos los años nos parece una buena noticia tan creíble y tan convincente o más como cuando Sánchez e Illa nos hablaban del famoso comité de 15 expertos? Si todos nos hemos creído –con la fe del carbonero y a pies juntillas- la existencia de ese Comité fantasma de 15 expertos profesionales -como ‘la copa de un pino’—y que han sido ellos los que nos han aconsejado lo mejor (¿…?) en cada momento para nuestra salud, nuestra economía y nuestra política durante todo el proceso... ¿Por qué no podemos creernos que Simón y Livingston se conocieron en África y desde entonces son íntimos amigos…? ¿Qué no se lo creen…? ¡Hacen bien! ¡Yo tampoco!

Ahora sí que procede repetir, en voz alta, aquello del Quijote a Sancho: ‘Cosas veredes, Sancho, que non crederes y que farán fablar las piedras’. Las piedras no sé si en su momento fablaron…pero lo que sí es seguro que se han oído—y muy fuerte—han sido las voces de la prensa, de la oposición, del Defensor y del Consejo de Transparencia levantadas contra esta nueva gran mentira del Sánchez y su gobierno pidiendo a voces su dimisión como Presidente. Recuerden que desde el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalca hasta el último de sus barones han repetido machaconamente, una y mil veces mil, que ‘España y los españoles no se merecen un Gobierno que les mienta’. Pero, vaya, qué casualidad, entonces quienes lo pregonaban estaban en la oposición y el PP en el Gobierno, porque –y vuelvo a apelar a su memoria- ya saben lo que me decía mi querido abuelo ‘abulense’ Manuel, cuando era pequeño: ‘Nunca olvides, Pedrín, que no es lo mismo predicar que dar trigo’. ¡Y efectivamente, así es y será siempre!

No sé por qué esta rocambolesca historieta – propia más bien, de la 13 rue del Percebe, que del actual Gobierno de España—me recuerda a una gran película, de espionaje británico y suspense, dirigida en el 1956 por Ronald Neame y titulada ‘El hombre que nunca existió’ (The man who never was). Las coincidencias, solo una: el título. Las diferencias, varias: mientras que la película goza de un buen argumento y de unos intérpretes de primera fila, el Comité de los 15 expertos no deja de ser una ‘chapuza’ más y una ramplona mentira del presidente Sánchez difundida a través de sus ‘voceros’ oficiales Illa-Simón: ¡No era un comité, ni eran 15, ni eran expertos científicos, ni nada, de nada, de nada…porque además nunca, nunca existió!

 Si tuviera la más mínima decencia, dignidad y pundonor…ya debería haber dimitido -irrevocable y voluntariamente—él y todo su gabinete ministerial. En el caso de no hacerlo voluntariamente -como es lo más seguro, pues estas ‘urracas’ no abandonan el ‘nido’ ni con agua hirviendo- deberíamos obligarle a dimitir. ¡Maneras las hay…y muchas…!

Pedro Manuel Hernández es licenciado en Medicina, en Periodismo y ex Senador Autonómico del PP por Murcia

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