MURCIA. La oposición en la Región de Murcia afronta una dura papeleta: PSOE y Podemos Izquierda Unida apenas suman 15 diputados frente a los 30 del Gobierno de coalición, PP y Vox. Esta realidad parlamentaria entraña un muro de dificultades políticas, pero no es óbice para que la labor de la oposición desaparezca. Al contrario: se está notando en este inicio del curso político. Especialmente en el inicio del curso escolar, salpicado por las protestas de los alumnos afectados por el problema del transporte. Podemos, que ha participado en prácticamente todas las manifestaciones, incluso ha pedido la dimisión de un consejero apenas una semana después de tomar posesión: la de Víctor Marín al frente de Educación. También el PSOE se ha mostrado inflexible, al reclamar la presencia del consejero en la Asamblea Regional y al expresar duras críticas hacia el máximo responsable de la Comunidad, Fernando López Miras.
En una legislatura marcada por la abrumadora mayoría de PP y Vox, ¿qué puede hacer la oposición, una pata decisiva en democracia? ¿Cómo se puede desenvolver aun a sabiendas de que su margen de maniobra es reducido? Hay quien dice que el PP teme más a su propio socio de Gobierno que al ruido que pueda generar la oposición. En la pasada legislatura, López Miras siempre miró de reojo los movimientos de sus adversarios, obligado a hacer malabarismos para que su mayoría no se quebrajara. Sin ir más lejos salió airoso de una moción de censura que, recordemos, fue registrada bajo la firma de 23 diputados. Aquel Parlamento se acabó fragmentando, con Ciudadanos y Vox diluidos por sus cuitas internas. Ahora el escenario es bien distinto, con los cuatro grupos bien definidos y sus maquinarias engrasadas. Costaría mucho creer, por ejemplo, que en Vox surgiera una escisión tras la experiencia del pasado.
PSOE y Podemos ya sufren las dificultades de esta legislatura. Esta misma semana PP y Vox hacían valer sus votos para achicar el control al Gobierno, al pasar de dos a un único pleno mensual de vigilancia. La oposición, que puede registrar preguntas escritas y orales a los miembros del Ejecutivo, tendrá menos tiempo y espacio para interpelar al presidente y sus consejeros. A cambio, argumentan desde el PP, habrá más comisiones, una herramienta que pueden aprovechar socialistas y morados. Nada de esto les convence, que ven cómo se reduce a la mitad el chequeo al Gobierno. "López Miras demuestra que tiene miedo a rendir cuentas y que tiene alergia a la transparencia", reprochaba el portavoz socialista, Pepe Vélez. Podemos también se lamentaba del reparto del cupo de iniciativas, que le deja con sólo dos hasta diciembre frente a las 17 del PP y las 11 del PSOE.
Claro que esta situación no es fortuita: las urnas lo han querido así. Los resultados del 28M fueron especialmente contundentes contra PSOE y Podemos. Por un lado, los socialistas retrocedieron en cuatro escaños y perdieron la condición de primera fuerza. Lo peor fue la sensación de agravar aún más la zozobra de tres décadas en la oposición (el PSOE dejó el Palacio de San Esteban en 1995). Demasiado tiempo para un partido que se siente ganador. Sin embargo, la inmediata convocatoria de elecciones de Pedro Sánchez frenó cualquier atisbo de crisis interna en Princesa. Todos cerraron filas en torno a Vélez, en pos de remar hacia un buen resultado electoral. Una misión cumplida, pues el PSOE murciano salvó los muebles, al mantener sus tres escaños en el Congreso, y especialmente se vio reconfortado al ver que Sánchez puede sellar la investidura frente a un Núñez Feijóo que no tiene los números.
Por otro lado, Podemos Izquierda Unida tampoco cumplió sus expectativas el 28M. Aspiraban a un grupo propio, como poco. Pero se quedaron en dos representantes, relegados de nuevo al Grupo Mixto, con menos recursos en la Cámara. Sin embargo, aun siendo el resultado pobre, Podemos puede decir que en la Región mantiene viva la llama, a diferencia de otros territorios, donde se ha quedado fuera de los parlamentos autonómicos. Y en el caso concreto de Izquierda Unida, su regreso está cerca de ser una realidad, pues el acuerdo de la confluencia estipula que el número tres de la lista, José Luis Álvarez-Castellanos, relevará a Víctor Egío en la mitad de la legislatura.
Vélez se estrena en las lides de jefe de la oposición. Es una empresa nueva para él, que fue alcalde de un municipio socialista por antonomasia, Calasparra, y que después ejercicio como delegado del Gobierno. Ahora tendrá que combatir en el cuerpo a cuerpo con López Miras (y Antelo) en la Asamblea, una arena que también pisa por primera vez en su trayectoria. ¿Cuál será el tono de Vélez? ¿Cómo se desenvolverá en el Parlamento? ¿Sabrá poner en apuros al Gobierno? Esos son los grandes interrogantes que deberá despejar. El calasparreño pregona que actuará de forma útil y constructiva pero también "firme y contundente".
A María Marín ya la conocen todos sus adversarios políticos. A diferencia del PSOE, no dio ni un instante de tregua al Gobierno durante la pasada legislatura. Y nada invita a pensar que no seguirá así. Lo volvió a demostrar en el debate de investidura de López Miras: al propio presidente se le vio algo incómodo en su escaño mientras escuchaba la intervención de la diputada morada, plagada de críticas por sus promesas incumplidas y de reseñas -nada elogiosas- sobre el pacto de Gobierno con Vox. Ahora Marín cuenta con Víctor Egío como escudero, uno de los dirigentes que mejor conoce el ideario de los morados.
No son tiempos fáciles para la izquierda en la Región. La mayoría de la derecha es aplastante, tanto que recuerda a las épocas de Ramón Luis Valcárcel (que en 2011 llegó a tener 33 diputados). Muy lejos queda 2015, cuando el Gobierno perdió la mayoría absoluta y la oposición podía condicionar la actividad legislativa. Aun así, socialistas y morados cuentan con una baza que puede ayudar a digerir mejor la legislatura: si Pedro Sánchez revalidara el Gobierno de España, con una coalición con Yolanda Díaz, mantendrían un fuerte contrapeso desde Madrid. La tormentosa cohabitación entre dos gobiernos de distinto signo continuaría. Es más: el choque puede agrandarse, ya que son dos bloques antagónicos: PP y Vox frente a PSOE y Sumar (y sus alianzas parlamentarias). Es la difícil pero no imposible cruzada de la oposición.