MURCIA. La arquitecta muciana Laura Ortín es de las que piensan que cada proyecto es único y que no hay que dar nada por sentado. Por eso, en esta reforma integral de un anticuado piso de 80 metros cuadrados en la calle Ronda Norte de Murcia se propuso doblegar la recta, llenarlo de curvas e iluminar los espacios, consiguiendo "una reforma sensual y soft, donde todo fluye".

Recuerda la arquitecta que lo que se encontró cuando le encargaron este proyecto fue "un recibidor angosto y un laaargo pasillo oscuro, que nos esperaban nada más abrir la puerta de acceso". La vivienda, con forma de 'U', solo contaba con dos espacios a la calle, mientras que el resto se volcaba a dos patios interiores bastante oscuros. La compartimentación masiva existente provocaba que cada habitáculo fuera excesivamente pequeño, con poca altura y grandes vigas colgadas apoyadas en anchos pilares de hormigón.

"Nuestra propuesta doblega la recta generando un paso con una concatenación de curvas que acortan recorridos, suavizan los espacios y transmiten un ambiente más armónico en la vivienda, en el habitar", explica Laura Ortín, quien ha buscado en esta vivienda una transición "de la oscuridad a la luz y de la rigidez a la suavidad".

Para ello, esta reconocida profesional murciana ha basado su estrategia en dos parámetros: la geometría y el color.

"Esponjar" los espacios

Para empezar, se "esponjaron" los espacios eliminando tabiques innecesarios y puertas (en más de un 50% de las que había anteriormente), adaptando el programa de necesidades a una distribución más amplia. "Menos (compartimentación) es más (espacialidad)", enfatiza Ortín.

Asimismo, "el círculo y el semicírculo se repiten como un fractal en todas las dimensiones (planta, alzado y volumen) en varios espacios, detalles y mobiliario. Desde las paredes, el óculo de la ducha al comedor, el cabecero o la cocina", apunta la arquitecta. 

Respecto al color, es un azul violáceo el escogido para ambientar la casa en distintos espacios y generar puntos visuales o focales de interés contrarrestando el blanco impoluto y luminoso del resto, que combina con la madera. Se trata de "un recurso utilizado para acentuar vistas concretas y añadir frescura a la vivienda", dice Laura Ortín, quien ha logrado con estas intervenciones una Casa Flow, en la que fluye la luz, el aire y, sobre todo y siempre más importante, las personas que la habitan.