MURCIA. De 24 horas al día al menos 8 las pasamos en nuestro desempeño laboral, las de mayor actividad de intercambio con otros, sea cual sea la tarea que hagamos, y esas son las horas, digamos, de mayor intensidad productiva a la que nos hemos acostumbrado desde pequeños. De las restantes, aproximadamente 8 las ocupamos en dormir y otras tantas transcurren bastante más diversificadas en trasladarnos de un sitio a otro, alimentarnos, deporte, cine, etc.
"Siendo así tu habitual nivel de generación de tensión productiva, ¿Cómo esperas cortar en seco al día siguiente de tu jubilación?"
Gracias a la neurociencia sabemos que cada actividad de nuestro organismo como hacer la digestión, caminar, estudiar o simplemente divagar con el pensamiento requiere de una energía generada por substancias bioquímicas cuya producción está iniciada, consciente o inconscientemente, en nuestro cerebro. Lo mismo sucede con las respuestas emocionales como el miedo, el amor, la ira, etc., cuyo desencadenante se da en una pequeña glándula cerebral del tamaño de la yema del dedo meñique, la amígdala, donde se almacenan todas las experiencias emocionales desde la vida intrauterina. El mero hecho de tomar una decisión provoca un torrente de neurotransmisores sinápticos entre neuronas –células cerebrales- cuya consecuencia última resulta en un comportamiento observable. Éste, cuando alcanza el propósito inicial —éxito— produce una agradable sensación gracias a las endorfinas liberadas por dicho logro; muy al contrario, el no logro libera sobre todo cortisol, que asociado a otras substancias ofrece la sensación de insatisfacción y malestar, lo que consideramos una frustración.
Más arriba, citábamos que suelen ser 8 las horas laborales que habitualmente sostenemos: eso por ley, más unas cuantas que se nos permite como "extras". Pero en el caso de empresarios, directivos y por lo general todos aquellos profesionales entregados a su oficio las horas de dedicación son incontables, incluso en festivos; pues cualquier momento es bueno para "darle vueltas" a una idea, un nuevo proyecto, o resolver tal circunstancia, aunque al cabo del tiempo también estas se hagan en cierto modo rutinarias. Siendo así tu habitual nivel de generación de tensión productiva, ¿cómo esperas cortar en seco al día siguiente de tu jubilación? Ya te anticipo que no es posible, pues el cuerpo se rebela y exige las mismas dosis hormonales acostumbradas para ser utilizadas por tu aparato psíquico, el cual, al no utilizarlas, se desestabiliza poniendo en riesgo su homeostasis, y se genera entonces ansiedad, desorientación, malestar y sensación de vacío, agravándose el sentimiento de soledad y provocando pensamientos de desamparo próximos a la depresión.
Tengo próxima la experiencia del alto directivo de un importante servicio público que, jubilado con todos los honores imaginables pronto hará un año, y a pesar de estar ocupado en dirigir una entidad de voluntariado, de la atención diaria a los nietos y otros entretenimientos de orden cultural, no acaba de asimilar el cambio y me confiesa que lo pasa muy mal. Y es que no se trata simplemente de "estar ocupado".
Si estás próximo a la jubilación quizá puedas dedicar un tiempo a pensar en esto, y decidir cómo lo vas a hacer.
Afortunadamente ya hay expertos para casi todo, que te pueden facilitar este tránsito.
Diego A. Yepes
Psicólogo Coach Acreditado
"40 años humanizando empresas"