MADRID. Las pasadas semanas han supuesto un hito geopolítico de proporciones mundiales que, a corto plazo, ha catapultado a los mercados a una tendencia bajista y que tendrá implicaciones en temas específicos (de inversión) también a largo plazo. La invasión rusa de Ucrania ha supuesto que los mercados de renta variable se hayan desplomado.
La pandemia de la Covid-19 parece un recuerdo cada vez más lejano tras la invasión de Ucrania, dirigida por Vladimir Putin. Occidente ha impuesto sanciones draconianas a Rusia al mismo tiempo que intenta parar el conflicto, aunque el resultado no está claro. Las sanciones han provocado una conmoción en el sector de las materias primas. La gran dependencia de Europa del gas ruso, unida al riesgo de un cuello de botella o de una crisis de suministro, provocó que el precio del gas natural en la bolsa holandesa subiera un 16% hasta los 98 euros/MWh en un mes.
También se están produciendo cuellos de botella en el caso del titanio, el paladio y el aluminio. La situación del mercado del petróleo se caracteriza por una gran volatilidad. Rusia produce unos 10,5 millones de barriles de crudo al día y es miembro de la organización OPEP+. Aunque el sector energético ruso está actualmente exento de sanciones, el mercado ya está poniendo precio a una parte de la oferta. Esto ha provocado una rápida subida de los precios del crudo, con el barril de petróleo WTI subiendo un 11% en febrero, hasta los 96 dólares.
Los cuellos de botella de las materias primas tienen un impacto directo sobre las expectativas de inflación y los consiguientes niveles de tipos de interés en Estados Unidos y Europa. La inflación se mantendrá en un nivel elevado y es probable que el endurecimiento monetario del BCE sea mucho más lento de lo previsto a principios de año. En EE UU, el número y el alcance de los movimientos de los tipos serán menores de lo que se esperaba hace un mes.
Independientemente de las implicaciones a corto plazo, la evolución geopolítica también tendrá efectos a largo plazo en los planes económicos de los países occidentales. Por ejemplo, es probable que el uso de la energía nuclear y del carbón aumente en el periodo de transición hasta que se encuentre una solución viable a través de las energías renovables. Europa tendrá que hacer cambios fundamentales en su política de seguridad e invertir cantidades significativamente mayores en su capacidad de defensa.
La guerra ha provocado una enorme agitación a nivel sectorial. Debido a las sanciones y a los cuellos de botella derivados de ellas, los inversores buscaron protección en valores con escasa dependencia cíclica y en acciones de productos básicos. Entre los ganadores relativos se encuentran los sectores de materias primas y energía, así como las empresas sanitarias. Los bancos, las aseguradoras y los valores tecnológicos estuvieron entre los perdedores relativos. En Europa las pérdidas han sido desproporcionadamente mayores que en otros mercados, y los valores de pequeña y mediana capitalización han experimentado una venta indiscriminada.
Christos Sitounis es gestor del fondo MainFirst Global Dividend Stars y del MainFirst Euro Value Stars