MURCIA. Con pinturas y esculturas; círculos, rayas y cuadrados; el blanco y el negro como binomio cromático dominante, y con el impacto sorpresivo de repente de un color llamativo; y diferentes soportes como cartón , tela y madera. El artista alicantino afincado en Valencia Antonio González (1974) ha creado un universo propio en la galería murciana Artnueve, donde expone por segunda vez de forma individual y para la que ha seleccionado una serie de obras representativas de las diferentes líneas dentro de la abstracción que ha desarrollado durante sus 22 años de trabajo artístico. Brazadas, título de la muestra, fue inaugurada este miércoles con el primer acto llevado a cabo en la galería con casi la normalidad de la prepandemia. "Ya era hora", señalaba su directora, Mª Ángeles Sánchez Rigal, deseosa de reencontrarse y disfrutar de un evento cultural con los amigos de la sala de arte.
Se podría pensar que las obras de Antonio González están hechas a medida del espacio blanco y luminoso de Artnueve. Y es que las particularidades estructurales de la galería han sido un elemento más a tener en cuenta por el artista a la hora de seleccionar y disponer estas piezas 'talismán' que se ha traído para Murcia. En este sentido, cabe destacar que la sala cuenta con un gran escaparate que permite 'vivir' las obras sin necesidad de entrar en la misma, por lo que el artista ha reflexionado la exposición tanto para ser disfrutada en su interior como desde el exterior.
El vacío, la luz, la repetición o el simbolismo son las cuestiones sobre las que profundiza Antonio González con unas piezas en las que el corte o el serrado representa un elemento pictórico más y en las que ha utilizado materiales como el esmalte sintético, el espray y el óleo. Las obras expuestas en la sala, según señala el artista, mantiene un diálogo, tanto en lo conceptual como en la reducción formal y la abstracción geométrica y gestual que caracterizan a su creador.
La pintura de gran formato (200 x 283) Work 3, es la obra principal en torno a la que se articula la muestra y que domina el espacio como reclamo inicial. Se trata de una pieza en blanco y negro de grandes dimensiones, que potencia la dicotomía fondo figura y viceversa, y en la que el ritmo es protagonista.
A su vez, Cardboard Painting 390 supone un punto de inflexión en su trabajo con cartón. En ella, el material se muestra finalmente en crudo después de un largo recorrido de estudios en color en los que ha explorado este soporte a través de diferentes técnicas y metodologías de trabajo. En esta ocasión se sirve exclusivamente de sus límites e imperfecciones para dibujar a través de la composición y el ritmo.
Work 28 es la única obra escondida al ojo externo, haciendo obligatorio el acceso a la sala para el disfrute completo de la muestra. Esta obra profundiza en una de las preocupaciones constantes de su trabajo, el ilusionismo espacial planteado desde la abstracción, llegando a la representación tridimensional desde la pintura. Se trata de una obra íntima por su formato, que reclamará la atención y la cercanía del visitante, y en la que se puede apreciar el trabajo a través de los diferentes planos, los volúmenes abiertos y cerrados y el gesto pictórico.
Finalmente, la exposición se prolonga en el segundo espacio de la galería, que contendrá tanto obra en tres dimensiones como algunos de sus últimos trabajos de reflexión formal en torno a la pintura. En el conjunto de la exposición, subyacen las reflexiones de fondo que forman una constante en su cuerpo de trabajo: la exploración en torno a cuestiones formales de estructura, color y materialidad.
La obra de Antonio González (Alicante, 1974) de carácter abstracto, gira en torno a la reflexión y el estudio del lenguaje pictórico a través de elementos formales máximos, como el círculo, la línea o el cuadrado. Su preocupación por el color, la forma, el gesto, el ritmo y el espacio lo han llevado a constituir una extensa obra en la que, a través de la insistencia y la repetición, aborda las situaciones de la pintura y la escultura.