CARTAGENA. Una foto en redes sociales de un camión de transporte cargado con muebles, ha levantado la indignación de un buen grupo de ciudadanos de Cartagena, que critican que el Ayuntamiento no haya sido capaz de retener el mobiliario de la botica de la calle Mayor de la ciudad.
La familia Peña Ros, propietaria del mobiliario, solicitó por escrito el 27 de diciembre de 2017, una petición de cesión de este patrimonio, tasado en 250.000 euros, que el Ayuntamiento se comprometiera a custodiar y recibir el mobiliario a través de donaciones para exhibirlo de forma permanente en un espacio municipal.
Posteriormente, el día 8 de febrero de 2018, la familia recibió comunicación del servicio de Patrimonio municipal, informando que el Ayuntamiento no tenía obligación alguna de aceptar dichos muebles.
El pleno del Ayuntamiento aprobó en marzo de 2018, con los votos de MC Cartagena -el partido que lo propuso-, y de Ciudadanos, una moción para llegar a un acuerdo de donación de dichos muebles "con el fin de exponer y custodiar permanentemente dichos muebles en el centro cultural Ramon Alonso Luzzy, el mobiliario de esta farmacia del siglo XIX y evitar que se pierda una parte de nuestro patrimonio".
Pero, casi tres años más tarde, la familia ha decidido continuar con la venta, al considerar que no se había emprendido ninguna intención municipal por llevar a cabo esta determinación de adquisición y custodia. En 2019 la asociación Asociación de Defensa del Patrimonio de Cartagena (Daphne) se puso en contacto con la familia propietaria para conseguir suspender la venta que habían iniciado por internet, con el fin de conseguir lo que pretendían inicialmente los herederos de María Dolores Ros, quien deseaba que el mobiliario quedara en manos del consistorio.
El Ayuntamiento ha respondido en las ocasiones en que los partidos de la oposición le han preguntado, especialmente MC Cartagena, que Patrimonio estaba trabajando para retener el mobiliario y mantenerlo en la ciudad.
La botica de la calle Mayor, también conocida como botica Picó, fue una farmacia que se situó durante más de un siglo en lo que hoy es manzana de las calles Mayor, Medieras, Aire y Plaza de San Sebastián. Eduardo Picó convirtió el establecimiento en un centro desde el que participaba activamente en cualquier emergencia sanitaria de la ciudad, además de dar cobijo a actividades artísticas, científicas y políticas.
???? Un camión traslada a Granada los muebles de la #farmacia de la calle Mayor (derecha) #Cartagena
— Jesús Giménez Gallo (@JeGiGa) January 15, 2021
???????? Esto es lo que sucede cuando la única inquietud de quienes forman #LaTrinca es su propia supervivencia política.
???? No se va una farmacia, se quedan la desidia y el desprecio. pic.twitter.com/3BdjlnkCkM
La farmacia, según cuenta el portal referido a dicha farmacia en wikipedia, pasó el 1 de enero de 1875 a Simón Higinio Martí y Pagán, hijo de Simón Martí, quien fuera compañero de conspiraciones de Eduardo Picó. Con el fallecimiento de Simón en 1886 regresa a manos de Picó, que se haría cargo de ella hasta abril de 1902, cuando fallece y revierte la propiedad en su sobrino Agustín Malo de Molina y Picó. En 1922, la botica fue arrendada a Agustín Merck y Bañón, para pasar en 1932 a Manuel Malo de Molina. A su fallecimiento en 1971 fue administrada por su viuda hasta que esta la vendió a María Dolores Ros, su última propietaria.
A principios de la década de 2000, el edificio fue derribado debido a su estado ruinoso, encontrándose en sus cimientos restos de un pozo decimonónico y tras una excavación más minuciosa, una domus romana de época imperial.
La Federación de Asociaciones de Vecinos de Cartagena y Comarca intentó en 2004 convencer al gobierno autonómico para que invirtiese junto a la Hermandad Farmacéutica del Mediterráneo y los antiguos propietarios en la creación de un museo que expusiera la historia y el patrimonio de la botica, sin éxito.