Nick Cave and the Bad SeedsMURCIA. Es difícil entender a la música pop si la despojamos del estilo. La palabra estilo entendida, a su vez, como sinónimo de moda, término que, aunque vaya de la mano del estilo, suena más a capricho pasajero. En la música pop, el estilo es Elvis con su camiseta a rayas y sus vaqueros, es Patti Smith con una camisa blanca y una corbata fina haciéndose pasar por Rimbaud, es Beth Ditto vestida como le da la gana yendo a un desfile de Marc Jacobs y también es cualquiera de los diseños que Christian Joy crea para Karen O. Estilo es Prince lleve puesto lo que lleve puesto, y Rosalía le guste a quien le guste. Es Björk, Johnny Rotten, PJ Harvey, David Byrne, St Vincent, Ian Curtis y cualquier artista dispuesto a hacer de su imagen una extensión de su obra, incluso cuando se esfuerza por aparentar lo contrario, como Kurt Cobain.
Nick Cave es ya todo un clásico en estas cuestiones. No le ha hecho falta ser deslumbrante para edificar una imagen sólida, elegante y personal. A sus 65 años, Nick Cave ha consolidado un look que forma parte de su obra y que define visualmente al personaje que representa. Una imagen desarrollada alejada de cualquier estridencia, muy definida, que hace del australiano alguien con la suficiente personalidad, garra o audacia para forjar una imagen que dicte modas, no que las siga. Cave supo desde bien pronto que la sobriedad de Johnny Cash y el clasicismo de Roy Orbison le iban a resultar muy útiles a la hora de diseñar una imagen que le definiera tanto como su música. Incluso el Elvis previo a los excesos de los setenta está presente en su manera de vestir. El toque contemporáneo lo depositó en su peinado, un cardado postpunk que se mantuvo erguido hasta que se impusieron los chalecos y las pintas de predicador.
Alto y espigado, Cave siempre ha elegido indumentarias que favorezcan su aspecto de forajido. Viene tiñéndose el pelo de negro desde los 16 años, y antes de eso, cuando militaba en su primer grupo, The Boys Next Door ya vestía, al igual que sus compañeros de banda, con traje y corbata, quizá para desmarcarse de la rebeldía estética asociada al punk. Con The Birthday Party, comenzó a elaborar un look más llamativo que marcaría el camino de su evolución estética. Cuando el grupo emigró a Londres en 1980, la prensa musical de allí no dudó en tacharlos de rock gótico. Su música, dislocada y oscura, tenía poca relación con la de Bauhaus o The Cure, pero su aspecto hacía de Cave un emblema estético. Era la época en la que cuerpos famélicos y pálidos vestidos con pantalones de cuero, camisetas rasgadas y coronadas por pelambreras negras como alas de cuervo, dictaban la moda. Cave estableció sus propias normas, creando un estilo que, por más que compartiera con ellos un amenazador cardado, lo diferenciaba de cualquier otro músico de la escena del club Batcave.
Treinta años después, esa estética sería amortizada por su hijo Jethro –fallecido en mayo de 2002, a los 31 años de edad- que debutó como modelo a finales de la pasada década trabajando para Hedi Slimane o Balenciaga. Sus primeras sesiones explotaban abiertamente el parecido físico con su padre y, en algunos momentos, parecían recrear a toda costa la imagen de este en su época de Birthday Party, cuando, luciendo únicamente unos pantalones oscuros y una camiseta con un dibujo de Ed “Big Daddy” Roth –padre del personaje de cómic Raf Fink-, Cave se comía la cámara.
Posteriormente, Cave fue abandonando aquel estilo gótico mutante para ir abrazando uno más clásico. Nunca ha sido un innovador en el terreno estético, pero los pasos que ha dado en este campo han ido siempre en una misma dirección: instaurar su propia versión de la sobriedad. Con el nacimiento de Nick Cave & The Bad Seeds llegó el cambio de imagen. Los trajes ya no estaban destrozados ni eran necesariamente oscuros. Aparecieron las camisas estampadas –la huella del Elvis cinematográfico, quizás-, hechas con retales de los trajes ya inservibles de la que entonces era su novia, Anita Lane –fallecida también en abril de 2021-, todo ello rematado por unos puntiagudos botines Chelsea. Los músicos que le acompañaban también cuidaban su imagen, aunque entre los Bad Seeds siempre destacó el look del berlinés Blixa Bargeld. Inicialmente su estilo parte de las raíces industriales y vanguardistas de su grupo, Einstürzende Neubauten, pero poco a poco se mimetizará con Cave hasta adoptar un estilo muy similar al suyo, el traje clásico de tres piezas. Cuando Cave se trasladó a vivir a Sao Paulo entabló una relación con la diseñadora Viviane Carneiro, lo cual tuvo un inevitable influjo en la manera de vestirse. Fue entonces, en 1994, cuando abandonó las camisas estampadas y se decantó por los trajes clásicos. El artista como el predicador de La noche del cazador, el músico como forajido que habita un western eterno.
Susie Bick, su actual pareja desde hace casi dos décadas desfiló para Vivienne Westwood y en la actualidad es estilista. El mundo la conoce más de lo que cree gracias a la portada del disco Phantasmagoria (1986) de The Damned, puesto que ella es la espectral dama que domina su portada. En una ocasión a Cave le preguntaron quién se encargaba de ayudarle a elegir su indumentaria. “Un caballero nunca habla acerca de su sastre”, contestó él. Desde hace años, es cliente de uno de los modistos más solicitados de Londres. Chris Kerr, descendientes de la más pura tradición Saville Road, se encarga de diseñar sus trajes. La imagen no puede ser más clásica: traje negro de tres piezas, y camisa blanca. La melena larga y negra, cinturón oscuro y un anillo de mafioso para añadirle un ligero contraste a la indumentaria. Como un gánster de Tarantino o una versión pasada de rosca de Neil Diamond, Cave se enfrenta a su tortuoso mundo artístico vestido al modo clásico, al igual que hicieran en el pasado artistas plásticos italianos como Piero Manzoni o Lucio Fontana. Ha ido depurando su imagen de manera sigilosa durante años, sacándole partido a su elegancia sin necesidad de artificios, hasta hacer de sí mismo algo especial, tanto como lo es su música.
