salud mental

El agujero negro de los trastornos alimentarios: la pandemia recrudece la pesadilla en la Región

15/07/2021 - 

MURCIA. Ana y Mia son las dos peores amigas con las que pasar los años de la adolescencia. Su compañía parece inocente al principio, pero una vez que te convencen de sus ideas ya es demasiado tarde para alejarte de ellas. Entonces llegan los cambios de humor, la irritabilidad, el aislamiento y la bajada de la autoestima. Por desgracia, desde la pandemia ha aumentado el número de jóvenes que frecuentan la amistad de la anorexia (Ana) y la bulimia (Mia).

De acuerdo con la asociación en defensa de la atención a estas enfermedades (Adaner), son en un 90% chicas jóvenes de entre 14 y 24 años las personas que padecen un trastorno alimentario. Lejos de ser un proceso rápido, este requiere la unión de varias causas, entre las que se pueden encontrar tanto problemas internos como la influencia del entorno.

Dentro de los motivos externos encontramos el culto a la delgadez femenina imperante en la sociedad, que se ha visto exacerbado por las redes sociales. En especial, este factor afecta a las personas de menor edad, más impresionables por lo que se encuentran al otro lado de la pantalla.

Precisamente esta influencia puede explicar la gran cantidad de casos de estas enfermedades que ha generado el primer confinamiento, pues una mayor cantidad de tiempo libre hacía que entretenimientos como internet ganaran peso en la vida diaria. 

En consecuencia, la planta del hospital Reina Sofía encargada de tratar estos trastornos en la Región ha permanecido "todo el año completa. Salía un paciente y enseguida entraba otro", lamenta Pilar Salorio, psicóloga de la Unidad de Trastorno de la Conducta Alimentaria de esta clínica.

Comprender los trastornos

En concreto, la sanitaria reconoce haber atendido principalmente casos de anorexia nerviosa, es decir "personas con un deseo patológico de adelgazar y un intenso temor a engordar", tal y como indica Adaner. En consecuencia, además de una gran pérdida de peso "se generan rasgos disfuncionales, como rigidez o perfeccionismo, que  repercuten en una persona más retraída, con menor autoestima", explica Salorio.

Por su parte, Adaner indica que la bulimia consiste en episodios repetitivos de ingesta excesiva seguidos de conductas extremas para evitar el aumento de peso, como el vómito. De nuevo, este trastorno trasciende al carácter, con mal humor, irritabilidad, impulsividad y pérdida de la autoestima.

En cualquier caso, ambas crean una distorsión en la manera en que la persona afectada se percibe a sí misma. Aunque una vez llegado a un estado de extrema flaqueza son conscientes de que no tienen sobrepeso, es cierto que tienden a pensar que no están lo suficientemente delgadas.

De hecho, en el hospital Reina Sofía recogen con una cinta las medidas de sus pacientes y les animan a adivinar los resultados. En la mayoría de casos, suponen estar mucho más gruesos de lo que realmente están.

Esta técnica se utiliza para que estas personas tomen conciencia de su condición. Al fin y al cabo, quienes sufren de anorexia no creen que tengan ningún problema y se requiere de llegar a un estado muy extremo para comprender que esos hábitos no son sanos. Los pacientes de bulimia, por su parte, sí suelen entender las consecuencias que conlleva su enfermedad para el cuerpo ya que esta suele ser más destructiva, indica la psicóloga especializada.

Foto: EP

Cuando Ana y Mía han introducido el reportaje se han presentado como metáforas inocentes, una pequeña historia para ejemplificar un problema. Sin embargo, estos nombres no son precisamente aleatorios, pues bajo estos seudónimos los trastornos alimentarios hacen una vida de incógnito en las redes para reclutar adolescentes en su horrible causa. De hecho, las páginas web que explican cómo perder peso con 'dietas milagro' utilizan estos apodos desde hace años para burlar la censura, ya que son inmediatamente bloqueadas cuando se localizan.

No obstante, las webs de Ana y Mía realmente simbolizan el ejemplo perfecto de la facilidad con la que estas enfermedades llegan a las más vulnerables para cambiar su vida durante mucho tiempo. De acuerdo con Salorio, el tratamiento ambulatorio dura un mínimo de cuatro años antes de completarse la recuperación, aunque "el peor problema está en que muchas chicas no aguantan el tratamiento y se dan el alta antes de tiempo, por lo que no llegan a recuperarse del todo".

La psicóloga, que también coordina la Asociación de Familias contra los TCA de la Región, indica que uno de los aspectos más relevantes para estas personas es el apoyo de las amistades, pues "necesitan recordar cómo se hacen todas las cosas a las que estaban acostumbradas, como salir o relacionarse. Los buenos amigos son lo más importante".

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