MURCIA. Anne, Hélène y Briggitte van juntas a la universidad de letras. Estamos en la Francia de principios de los sesenta y todavía quedan unos años para las revueltas estudiantiles del mayo de 68 gracias a las que se instauraría una nueva era. Pero, en 1963, el máximo signo de rebeldía al que podían aspirar estas tres jóvenes era ponerse un sujetador con relleno y aprender a masturbarse. Se podía tontear con los chicos, pero nunca ir más allá si no querías que te juzgaran y etiquetaran. Esas cosas de la reputación que siempre han estado asociadas a las chicas y que siempre han sido, en definitiva, un arma de represión moral. Por supuesto, si alguien se quedaba embarazada, no podía abortar, estaba penado por la ley y quedaba para siempre estigmatizada.
La hipocresía de la sociedad en relación con la mujer, con sus derechos y con el abuso sistemático al que ha estado sometida dentro del patriarcado ha sido uno de los grandes temas que subyacen en la obra de la escritora Annie Ernaux. Una obra de carácter autobiográfico en la que la autora ha vertido sus propias experiencias como forma de exorcizar sus demonios. En El acontecimiento, narraba un episodio de juventud, cuando Anne estudiaba literatura para ser escritora. Todos sus sueños (y su vida) se paralizaron cuando se enteró de que estaba embarazada. ¿Tenía que resignarse, dejar la universidad y renunciar a su futuro?
Es lo que cuenta Audrey Diwan en esta película, del mismo nombre que la novela de Ernaux, con la que ganó el León de Oro en el pasado Festival de Venecia. La directora nos introduce en la vida de la protagonista (una magnética Anamaria Vartolomei) de manera inmersiva. La cámara la acompañará muy de cerca y ya no se separará de ella en ningún momento. Conoceremos a sus amigas Hélène (Luàna Bajrami) y Brigitte (Louise Orry-Diquéro), a su madre (Sandrine Bonnaire), la acompañaremos en sus salidas nocturnas y también asistiremos al momento en el que se de cuenta de que está embarazada. A partir de ahí su mundo se desmoronará y comenzará un doloroso camino de decisiones y adversidades que tendrá que tomar y que asumir en la más absoluta soledad.
Su itinerario se convertirá en pesadilla, sobre todo a medida que avances las semanas de gestación. Sus compañeras le darán la espalda, comenzará a ser juzgada, a ser víctima de los cuchicheos y las agresiones camufladas, sus progresos académicos se paralizarán y no tendrá nada a lo que aferrarse. Será el suyo un camino agónico, en el que tanto ella como las propias imágenes (y el espectador), se irán quedando poco a poco sin aire, sin respiración.
El acontecimiento no es solo una película sobre el aborto, sino sobre el cuerpo de las mujeres y sobre la necesidad de que seamos nosotras las que tomemos decisiones sobre él. De alguna forma dialoga con ficciones contemporáneas como Nunca, casi nunca, a veces, siempre (2020), de Eliza Hittman y con la sombra de 4 meses, 3 semanas y 2 días, de Cristitan Mungiu, así como con Asunto de mujeres (1998), de Claude Chabrol, ambientada en los años cuarenta. El personaje que aquí interpreta Anna Mouglalis, sería de alguna forma un trasunto del que encarnaba Isabelle Huppert en aquel filme y por el que la actriz ganó el premio de interpretación en Venecia.
Nos encontramos ante un relato contado desde una descarnada intimidad. Seguramente es la única forma de aproximarse a Ernaux, algo que también supo interpretar Danielle Arbid en su adaptación de Passion Simple. Ambas te sitúan en un espacio de incomodidad en el que te sientes muy vulnerable, quizás porque se tocan las teclas adecuadas para abordar conflictos muy humanos, de naturaleza muy confidencial y marcados por la invisibilidad y que, además, generan un profundo sentimiento de culpa.
El acontecimiento es una película de lucha. De lucha personal, social y política, pero sobre todo es un relato sobre la condena de las mujeres en un espacio de constante opresión y castigo. Audrey Diwan consigue aglutinar todos esos elementos sin adoctrinar, solo acercándonos de manera sensible a una situación asfixiante. Y consigue, de una manera armoniosa, aglutinar forma y estilo en una película de una integridad arrolladora.