MURCIA. "¿Listos para una historia de superhéroes? Oh, más superhéroes en la tele. Justo lo que el mundo necesita. En serio, ¿no os habéis ahorcado aún?" Amables lectoras y lectores, no estoy poniendo en palabras su pensamiento de este momento, sino transcribiendo las primeras frases que se oyen en Doom Patrol. Con esta ironía, esta autoconciencia y esta llamada al público comienza una serie inclasificable. Sí, otra de superhéroes. Pero no, no se parece al resto de series de esta temática.
Hemos visto superhéroes y superheroínas torturados por traumas del pasado, por no ser aceptados por la sociedad, por aquello de que todo gran poder conlleva una gran responsabilidad, que menuda cruz, y por muchas más cosas. Como se dedican a salvar el mundo, aunque por el camino dejen víctimas, dolor y (auto)destrucción, todo el sufrimiento se da por bien empleado y acaba teniendo su porqué. La Patrulla Condenada que nos ocupa tiene todo lo primero, es decir, trauma, dolor, frustración y sufrimiento, pero casi nada de lo segundo: no salvan el mundo y si lo hacen es de pura chiripa; son incapaces de controlar sus poderes y, mucho menos, de usarlos para el bien, aunque lo intenten. Pero, aunque a veces te ríes, esto no es una parodia. Vamos, no es Superlópez ni El gran héroe americano. La Patrulla Condenada rara vez gana.
Doom Patrol es un comic de DC que nació en abril de 1963 de la mano de Arnold Drake. Se trata de un grupo de inadaptados con unos poderes que no querían y comandados por un científico en silla de ruedas. Si les suena a los X-Men acertaron, solo que Doom Patrol es anterior a la aparición de los de la X en Marvel, datada en septiembre de 1963. Drake siempre consideró que le habían robado la idea. Pero lo cierto es que, más allá del planteamiento del grupo protagonista, son mundos distintos, sobre todo en la tercera etapa del cómic (1987-1995) a cargo de Grant Morrison, aunque su lema inicial no deja lugar a dudas: "el grupo de superhéroes más extraño del mundo". No logro imaginarme a los X-Men entrando a otra dimensión a través del culo de un asno o enfrentándose a un villano capaz de conocer todos los secretos de un hombre al comerse su vello facial (y, de paso, disfrutar sexualmente con ello).
¿Otra dimensión en el culo de un asno? ¿Un comedor de barbas? Sí, amigos y amigas. Estas y otras muchas maravillas de la imaginación más desatada que no les cuento para no chafarles la sorpresa es lo que encontramos en la serie. Y violencia, escatología, humor negro, a veces chusco, horror, drama y fantasía, mucha fantasía. ¿Y esto merece la pena? Mira que hay muchas series para ver.
Pues sí. Merece la pena. Esta es una colección de gente rota y/o enferma, pobres diablos y perdedores, enfrentados a los más delirantes villanos y las situaciones más grotescas que podamos imaginar. Y resulta que, mira por dónde, conmueven. Por lo menos, así me sucedió a mí, inesperadamente, que yo solo buscaba diversión. Igual va a ser ese el verdadero superpoder de esta patrulla condenada, el de conmover desde sus vidas patéticas y esperpénticas, porque los poderes que les han tocado en suerte son una auténtica desgracia.
Veamos. Tenemos a Jane, una muchacha con trastorno de identidad disociativo que contiene 64 personalidades diferentes, las cuales adquirieron cada una un poder merced a un experimento científico al que fue forzada; es fascinante la representación visual metafórica de su cerebro como un subterráneo. Rita Farr es una bella y glamourosa actriz del Hollywood de los años 50 cuyo cuerpo pasa, cuando le da la gana y sin que ella lo pueda controlar, a un repulsivo estado gelatinoso. Larry Trainor es un piloto de los años 60, gay en el armario, que contiene una entidad de energía negativa viviendo dentro de él y que tampoco controla; completamente vendado porque es radiactivo su figura destila una enorme tristeza. Victor es un joven mitad humano mitad máquina que funciona de contrapunto al resto porque él sí es un verdadero superhéroe, Cyborg, aunque está igual de quebrado que los demás. Y Cliff Steele, además del personaje más malhablado del mundo de las series, es un idiota prepotente y faltón que, tras un accidente automovilístico, es dado por muerto, solo que su cerebro fue colocado en un cuerpo de robot al que ahora tiene que acostumbrarse. Y está furioso. Bueno, todos lo están en mayor o menor grado. Furiosos e infelices.
Hay que decir que nos avisan desde el principio. Después de lo de “¿no os habéis ahorcado aún?” lo siguiente que nos dice el narrador (minuto 2 de la serie) es: “Pero, ¿y si os dijera que esta es, en realidad, una historia sobre superdonnadies? Inútiles cagarrutas metahumanas, tan patéticas que duele”. Acierta en todo. Desde luego en lo de superdonnadies, mucho mejor definición que superhéroes.
También acierta en lo de que duele. Sí. Los personajes están tan perdidos, tan jodidos, son tan frágiles, a pesar de sus poderes o su apariencia, que no puedes no quererles y no desear que dejen de caerles desgracias encima y que algo les salga bien alguna vez. La serie consigue que en ese mundo grotesco y estrafalario te importe lo que les pasa y acabes deseando un poco de paz para ellos, mientras asistes estupefacta a la aparición de la cucaracha que anuncia el Apocalipsis o la de Danny La Calle, un personaje que es eso, una calle, de género fluido y con poderes de teletransporte. Ea.
Y es que lo que cuenta la serie no son los intentos de la Patrulla Condenada por salvar al mundo y luchar contra la injusticia, que menos mal que para eso ya están los (otros) superhéroes, sino su día a día. Una vida cotidiana complicadísima y extraña, contada con una muy notable profundidad en los personajes y sus emociones, y en la que, básicamente, se trata de lo de siempre, de lo que todas queremos, encontrar un lugar en el mundo y cierta serenidad. Solo que para ello los desafortunados miembros de Doom Patrol tienen que aprender a controlar sus poderes, intentar vivir con cierta comodidad en sus cuerpos, sean radiactivos, de metal o gelatinosos, y lidiar con un pasado lleno de errores y traumas. Créanme, no han visto en su vida superhéroes más tristes y conmovedores que los de esta Patrulla Condenada.