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del derecho y del revés / OPINIÓN

De Spiriman y Nombela: adiós a dos grandes hombres

17/10/2022 - 

El pasado jueves falleció el doctor Jesús Candel, conocido como Spiriman, a causa de un cáncer de pulmón. No pudo superar su dura enfermedad y finalmente ni su juventud -46 años- ni su mujer y sus cuatro hijos, ni tampoco la fundación UAPO, que impulsó, pudieron obrar el milagro de su curación y supervivencia. Nos dejó demasiado pronto. DEP.

Spiriman, médico de urgencias, se distinguió por ser un luchador nato en pro de la sanidad pública y en contra de su desmantelamiento en Andalucía. Se hizo un famoso influencer en redes sociales, aunque debido a su enfermedad desde hace dos años su actividad divulgativa disminuyera notablemente. Siempre lo recordaremos por ser una persona con mucha fuerza y ganas de vivir y de cambiar la realidad, con mucho ímpetu y capacidad de liderazgo. Durante la pandemia criticó duramente el confinamiento, que estoy convencida será visto a la luz de la Historia como uno de los mayores actos de manipulación de la población llevados a cabo en nombre del Estado y la sanidad pública, en lo que va de siglo XXI.

"Hace falta gente que nos haga pensar: Spiriman lo hizo"

Fui durante tiempo fiel seguidora suya, por más que dijera algunas cosas fuera de tiesto en más de una ocasión. O tal vez precisamente por ello, porque hacen falta, también, personas que pongan un punto de acidez y que den otro punto de vista, diferente de la opinión generalizada. Pensamiento lateral, lo llaman. Hace falta gente que nos haga pensar: él lo hizo. Es cierto que Candel tenía mucho carisma, que la cámara lo quería y que era un gran comunicador. Y también que era disruptivo, malhablado y tenía un punto o punto y medio de mala leche que lo distinguía. Deslenguado, a veces decía cosas que sacudían y fue capaz de movilizar a sus conciudadanos granadinos a favor de la sanidad pública, en multitudinarias manifestaciones. También destacó como facultativo comprometido con los derechos de los pacientes.

Candel, tras su diagnóstico de cáncer, fue capaz de impulsar la fundación UAPO, que creó y presidía, para ayudar a los pacientes oncológicos. Su página web dice que cuenta en la actualidad con 14.000 socios. La fundación tiene por finalidad apoyar a los pacientes oncológicos a través del deporte, la fisioterapia, la nutrición y la psicología y creó un centro pionero en España, sito en Granada. Espero que su legado continúe por muchos años.

Lo siento, Spiriman, pero no tenías razón con lo de que quien se quiere curar de cáncer, se cura y quien no, se muere. Por desgracia esta enfermedad es mucho más compleja que todo esto y depende de muchísimos factores. Es más, podríamos hasta decir que el cáncer interactúa con cada paciente de manera diferente y que hay un cáncer por cada paciente. Bien lo sé, son muchos años -por suerte- viendo a dos de mis familiares luchando contra esta terrible enfermedad, que hay que saber mirar de frente con valentía, eso de entrada, aun cuando esta actitud no suponga un salvoconducto de supervivencia. Mi padre, Justo Nombela, es la persona con más entereza y más ejemplar que he conocido en mi vida en este sentido, que lleva catorce años luchando contra esta enfermedad y manteniendo el tipo con una resiliencia a prueba de bombas.

Le doy la razón en parte a Spiriman, hay que tener la voluntad de curarse, pero esta es una condición necesaria, aunque no suficiente para lograrlo. La medicina, los tratamientos, la disposición personal de cada paciente, el acompañamiento de otras personas, la fortaleza psicológica, el nivel de endorfinas que sea capaz de generar a diario el paciente, el ánimo y la fe -en la religión, la familia o lo que sea- son los otros factores que ayudan, aunque tampoco sean por sí mismos garantía de éxito. Seguimos estando muy a ciegas.

Es curioso ver cómo se repite el patrón en algunos casos de personas de altas capacidades, con un brillante futuro, con capacidad de liderazgo y mucho que ofrecer, que se marchan de este mundo antes de tiempo a causa del cáncer. O tal vez debamos admitir que su tiempo lo hayan vivido ya, a base de exprimirlo demasiado rápido. Hablo de él y no puedo evitar acordarme de mi íntima amiga, la oncóloga de radioterapia dra. Isabel Prieto, de la Fundación Jiménez Díaz, que fue una gran pionera del deporte durante el cáncer en España, tristemente desaparecida hace dos años, a los 52; o de la también querida por mí Olga Mª Avellán, periodista de Aspe de gran fuerza y sonrisa perpetua, que se fue a principios de 2022 a los 42 años. Avellán nos dejó como legado un precioso libro, Mi mamá no tiene pelo, con el que trataba de explicar a su hijo de corta edad, y en realidad a todos los niños, cómo se siente una madre con cáncer.

Es imprescindible seguir invirtiendo y avanzando en la investigación contra el cáncer, para poder afinar en los tratamientos cada vez más. Necesitamos que los tratamientos sean cada vez más personalizados y menos agresivos con los pacientes, para poder mejorar sus posibilidades de supervivencia. Los venenos que se emplean actualmente en la quimioterapia estoy segura de que serán vistos dentro de cincuenta años como algo aberrante, dada su extrema dureza, que hace que muchos enfermos no sean capaces de superarlos. Y, para conseguir este logro, necesitamos más investigación y disponer de más recursos económicos.

Permítanme, por la coincidencia de nuestro apellido y la de su fallecimiento esta misma semana, que termine mi artículo de hoy dedicando unas palabras de admiración y reconocimiento hacia César Nombela, microbiólogo, que fue, entre otras cosas, presidente del CSIC y gran investigador en materia de microorganismos patógenos. Necesitamos muchos más científicos como él, y que los jóvenes que quieran dedicarse a la investigación no se vean obligados a marcharse de España, por no disponer en nuestro país de condiciones dignas para desarrollar su labor, crucial para toda la sociedad.

Mónica Nombela

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