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SILLÓN OREJERO

De superhéroes, escuadrones de la muerte y políticos....

Una investigación académica analizó la popularidad de las patrullas ciudadanas que se toman la justicia por su mano. En lugares donde las ha habido, como Guatemala o Nigeria, las autoridades no se han atrevido a juzgarlas por su buena reputación. Es un hecho que contrasta con el auge de los superhéroes y vigilantes en la cultura anglosajona, europea y japonesa, donde se supone que la justicia está en manos del Estado. Sin embargo, también ha habido ejemplos de vigilantes en el corazón de Occidente, Nueva York

24/10/2022 - 

MURCIA. Piénsenlo. Un grupo terrorista causa estragos. Se esconden en un santuario impenetrable. Las fuerzas de seguridad están impotentes ante ellos, les golpean cuando quieren con extrema crueldad. El Gobierno, desesperado, recurre a un grupo de superpatriotas que harán la guerra por su cuenta con habilidades impresionantes. Este podría ser un anuncio del Equipo A o de superhéroes, pero lo que estoy contando es el relato del GAL, aunque teniendo en cuenta que las mentadas habilidades pertenecerían a los que ejecutaron sus crímenes sin dejar huella, no las célebres chapuzas. La cuestión es que muy particularmente la cultura estadounidense ha tendido con frecuencia a vendernos el crimen de Estado y el fascismo como alivios para el espectador o el lector. Se le presenta una situación asfixiante, desesperada, y esta se resuelve violando derechos fundamentales a punta pala.

Este planteamiento no es nuevo, pero se ha llegado a estudiar académicamente. Lo hizo Gavin Weston, de la Universidad de Durham, en investigación Superheroes and comic-book vigilantes versus real-life vigilantes, un antropólogo que previamente se había interesado por los linchamientos que se produjeron en Guatemala a finales de los 90 y principios de los 2000 en el que hubo muchos casos de ciudadanos que atacaron a presuntos criminales o personas "percibidas como desviados sociales". La pregunta de la hipótesis parte de la base de que si los superhéroes o los vigilantes son tan populares en los cómics más difundidos ¿por qué no hay más? ¿no debería la gente sentirse empujada a tomarse la justicia por su mano?

La diferencia esencial que traza es que los superhéroes generalmente actúan como "policías mejorados" para entregar a los delincuentes a las autoridades, rara vez lo que se hace es castigar al criminal. Refuerzan el sistema judicial, no lo sustituyen. Los vigilantes, sin embargo, a menudo matan a los infractores de la ley. El ejemplo que cita es Flecha Verde, de DC, con aspecto de Robin Hood y que mata desde que tiene uso de razón. De hecho, de niño le regalaron un arco y unas flechas y lo que hizo fue matar un conejo. Ese hecho le atormentó y, luego, en un safari no fue capaz de matar a los leones que amenazaban a su familia. Atormentado desde entonces, se consagró a impartir justicia llevándose vidas por delante si era preciso. También son conocidos los casos de Lobezno, o el vigilante por antonomasia, El Castigador, o varios personajes que aparecen en el Sin City de Frank Miller.

El contexto de los superhéroes, dice el autor, se produce en un universo en el que se fetichiza la justicia y se caricaturiza la villanía. En su experiencia en Guatemala, había encontrado que las patrullas vecinales a veces hablaban de mitos populares como puedan serlo los personajes de los cómics en Estados Unidos, Europa o Japón. En su caso, citaban a Tecún Umán, que murió luchando contra el conquistador Pedro de Alvarado. Del mismo modo, es sabido que el Ku Klux Klan está en el embrión del mito y fenómeno cultural del superhéroe de los cómics. En este país, concretamente, la aventura guerrillera de Tecún Umán se ha enseñado en los colegios y su ensalzamiento ha sido promovido por el estado.

Weston explica que en esos escenarios los problemas de ausencia de justicia son tan reales como en la Gotham de ficción de la que procede Batman. De hecho, en Guatemala el gobierno condenó a los vigilantes, pero no se atrevió a llevarlos ante un juez porque eran realmente populares entre la población. Del mismo modo, en otros escenarios reales parecidos, como los Bakassi Boys de Nigeria, al final el gobierno terminó integrándolos como parte de sus fuerzas policiales. Llegó un momento en el que los políticos decidieron cooptarlos por el alto impacto que había tenido su actividad entre la población y, al mismo tiempo, su eficacia.

Sin embargo, el lector de superhéroes y vigilantes de Estados Unidos, Europa o Japón, explica el académico, no es tan sencillo que se encuentren en situaciones a su alrededor en las que el estado ha colapsado. Seguramente, entiende, la mayor parte de los aficionados son de clase media cuya insatisfacción con el statu quo sería extraño que desencadenase sentimientos antiestatales, ya que su interés en este tipo de ficciones tiene más que ver con el escapismo y los placeres de la ficción. De hecho, subraya, es frecuente encontrar en este tipo de tebeos discusiones sobre la conveniencia del uso de la fuerza, su oportunidad e incluso su sentido ético, hasta se llega a plantear el debate de quién vigila al vigilante en más de una ocasión.

Sin embargo, esta idealización de la clase media anglosajona y occidental es fácil de rebatir. En 1977, en el corazón de Nueva York, Curtis Sliwa creó Magnificent 13, un grupo dedicado a combatir la delincuencia en el metro de la ciudad. Luego se llamaron Guardian Angels en 1979. Les ocurrió algo similar a los ejemplos citados de Guatemala y Nigeria. El gobernador Mario Cuomo les defendió y dijo de ellos que eran una "expresión de la moralidad que merece la ciudad". El Washington Post, sin embargo, supo ver el tinte que tenía el asunto y diferenció entre el aprecio que recibía el grupo de la gente de clase alta y el rechazo en los barrios populares. Vestían boinas y cazadoras rojas y hacían artes marciales. Era un genuino show de tebeo, que llevó a su líder, sin quitarse el uniforme característico de sus vigilantes, a presentarse a las elecciones de 2021 para la alcaldía de Nueva York, aunque fue derrotado por Eric Adams.

En las obras que se han publicado sobre los Guardian Angels, miembros del grupo reconocieron haber simulado y escenificado acciones espectaculares con fines propagandísticos. La cuestión por tanto es, como dice Weston, es que cuanto más cómics se lean, más improbable es que se vea con buenos ojos el vigilatismo. No obstante, no parece ocurrir lo mismo con la prensa convencional.

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