MOLINA DE SEGURA. La decimocuarta edición de 'Danza a Escena' -el circuito de impulso a la danza promovido por el INAEM y desarrollado por La Red Española de Teatros, Auditorios, Circuitos y Festivales de titularidad pública- prosigue este mes de septiembre en Molina de Segura, dentro de su 54 Festival de Teatro.
Así, este viernes (a las 19.00 horas en la plaza Maximino Moreno) y este sábado (a las 19.00 horas en Parque de la Compañía) Colectivo Glovo presentará la pieza Alleo (Ajeno), que se basa en la idea de la atalaya. Parte del condicionamiento de la "privilegiada" posición de la torre y de quién desempeñaba el papel en la vigilancia. Es una propuesta de corto formato para calle que junta la tradición galaico-portuguesa al movimiento en una pieza de marcado carácter norteño. "Habitamos ambos cuerpos: el poder que otorgaba el conocimiento de lo desconocido y lo que estaba por venir, así como la soledad de esa posición y el peso del descubrimiento de lo ajeno", manifiesta la compañía.
El espectáculo, coreografiado e interpretado por Esther Latorre y Hugo Pereira, se basa en la idea de la atalaya y la posición privilegiada de estas torres y quien hacía el papel de vigía. “Habitamos ambos cuerpos: el poder que otorgaba el conocimiento de lo desconocido y lo que estaba por venir, así como la soledad de esa posición y el peso del descubrimiento del extraño”, apuntan desde la compañía.
Asimismo, el viernes 29 de septiembre 'Danza a Escena' se trasladará al Teatro Villa de Molina de Molina de Segura y recibirá (20.30 horas) a la coreógrafa y directora Isabel Vázquez y la productora Elena Carrascal, que presentarán Archipiélago de los desastres, en el que reivindican la fraternidad de los imperfectos, el compartir las heridas íntimas y la derrota. Tras destapar las trampas de la virilidad y su difícil gestión de las emociones en La maldición de los hombres Malboro, el tándem compuesto por Carrascal y Vázquez se rebela ahora contra otro peso que impone la sociedad: el engañoso concepto del éxito, la creencia extendida de que uno no tiene valor si no triunfa.
La premiada obra se plantea también como un homenaje a una profesión tan ingrata como emocionante, al tesón de quienes siguen subiéndose al escenario a pesar de la adversidad. "Aunque tratamos también otras derrotas, como el fracaso amoroso, es un tributo a la vida de los intérpretes, a esa capacidad de que pase lo que pase siempre estaremos ahí, tirando para delante, resurgiendo de las ruinas", explica la directora del espectáculo.