MURCIA. Pedro Sánchez pasará a la historia como un político que no dejó indiferente a nadie. Es un hombre vilipendiado por la derecha, especialmente tras sus recientes pactos con el independentismo, pero enaltecido por gran parte de la izquierda y particularmente por el socialismo, que lo fía todo al líder que sacó al PSOE del ostracismo y lo devolvió al Gobierno de España. Fiel a la leyenda que él mismo alimentó, Sánchez se ha erigido en todo un resistente de la política, capaz de levantarse una y otra vez y consolidarse contra todo pronóstico, incluso a costa de tomar decisiones arriesgadas. Superó el destierro de su partido y se adueñó del control de Ferraz con el respaldo de la militancia; alcanzó la Presidencia con una moción de censura tras duras derrotas electorales y tejió una alianza poliédrica en el Parlamento para agotar casi por completo la legislatura. Ahora asume el reto más difícil: tras el 23 de julio, enterró sus propias palabras, interiorizó un sonado viraje en sus planteamientos y aceptó una ley de amnistía como fórmula para garantizarse los apoyos y comenzar un nuevo mandato en La Moncloa. La era de Sánchez continúa, mal que le pese a sus adversarios, que no son pocos.
En la Región, tierra tradicionalmente conservadora, donde seis de cada diez murcianos se decantaron por PP y Vox en las últimas elecciones, la figura de Pedro Sánchez es objeto de críticas de todo el Gobierno regional, que ha reaccionado en bloque contra sus acuerdos con el separatismo. También la patronal de empresarios se ha manifestado en contra, crítica contra unos pactos que, temen, "amenazan la unidad de España y de mercado". Pero Sánchez no está solo en la Región. Un total de 187.971 murcianos votaron al PSOE, un número superior a los 162.481 de un Vox que presume de que Murcia es su territorio fetiche, aunque lejos de los 306.999 del PP. Su propio partido respalda sin fisuras todas las decisiones del Gobierno central, incluso las medidas controvertidas con el agua y el acueducto Tajo-Segura. La última vez que un barón se revolvió fue en diciembre de 2019, por un 'trasvase cero'. No se recuerdan más contestaciones desde entonces. Las voces críticas, si las hubiera, permanecen silenciadas, con la única excepción de Roberto García, el exalcalde socialista de Beniel y miembro del Comité Regional que en una entrevista en Las noticias de la noche (La 7 TV) manifestó su rechazo a la amnistía: "No podemos gobernar por gobernar", opinó.
El líder del PSOE y séptimo jefe del Gobierno de la democracia es también un presidente vinculado a la Región de Murcia. Tiene raíces murcianas en su ADN. Su abuelo materno, Mateo Pérez-Castejón Díez, era oriundo de Lorca y descendía de una familia de comerciantes del barrio de San Cristóbal, tal y como confirman fuentes del PSRM a Murcia Plaza. Su abuelo emigró a Madrid para trabajar en una herrería en Vallecas y se casó con Inés Barrios, quien a su vez era hija de una mujer de Cartagena, Encarnación Jiménez, según las mencionadas fuentes. Es decir, el presidente del Gobierno es nieto de un lorquino y bisnieto de una cartagenera.
En sus inicios políticos, el propio Sánchez hacía referencia a sus orígenes murcianos. En febrero de 2015, en su primera etapa de secretario general, dio un mitin en Lorca para arropar las candidaturas locales y recordó su parentesco con la Ciudad del Sol. "Lorca es la tierra que vio nacer a mi abuelo", afirmó. Precisamente aquel día esbozó una profecía: "Cuando sea presidente del Gobierno, si me voy a comprometer con una tierra, esa va a ser Murcia". Sus enemigos siempre la afean esa promesa, sin ir más lejos el propio Ejecutivo regional; desde el PSRM, en cambio, sostienen que "nunca antes un Gobierno de España había estado tan comprometido con la Región".
Otra de las anécdotas que solía relatar Sánchez es su 'noche' en Alhama de Murcia en la casa de Diego Conesa, el otrora líder regional del PSRM. El propio presidente lo desvelaba en un mitin en Puente Tocinos, la tierra del exalcalde murciano José Antonio Serrano: "Diego me ofreció su casa, dormí en la cama de sus hijos y allí le conocí realmente", detallaba. Desde entonces se fraguó un vínculo que fue clave en el futuro. Como también está estrechamente ligado a José Vélez, el sucesor de Conesa. El hoy jefe de la oposición en la Región es un 'sanchista' acérrimo. A raíz de la dimisión como secretario general el 1 de otubre de 2016, se forjó una fuerte relación personal y política entre ambos. Vélez le secundó desde el primer momento, apostó por él en pleno cisma interno del partido y se convirtió en una de las personas que le ayudaron durante todo su periplo para recuperar el liderazgo. Esos apoyos se mantienen hoy día.
Sánchez es el faro del PSRM. Su última visita pública a la Región tuvo lugar en mayo, en un mitin para la contienda del 28M. El líder aprovechó aquella mañana en la capital del Segura para hacerse la foto de los carteles que usó el PSOE para la campaña de las generales. Pero sobre todo en Princesa recuerdan aquel día porque Sánchez inyectó una dosis de autoestima a la militancia ante un abarrotado Pabellón Príncipe de Asturias, que lo aclamó. Aunque no sirvió de mucho a la postre, pues el PSOE perdió cuatro escaños en la Asamblea Regional y vio cómo la derecha sumaba una amplia mayoría absoluta. Y se quedaba en nada la promesa de Sánchez a Vélez, a quien le dijo: "Oye, Pepe, iré a tu toma de posesión como presidente de la Región de Murcia". También hubo un descalabro municipal, ya que el PSOE se quedó fuera de las Alcaldía de nueve de los diez municipios más poblados de la Región. Pero, al menos, aquel sábado los fieles del partido comprobaron que su baluarte estaba más vivo que nunca y no se iba a rendir. Lo demostró al día siguiente del 28M, en la última jugada del autor de Manual de resistencia: convocó elecciones anticipadas, descolocó a sus competidores y empezó la 'operación remontada' que seis meses después ha culminado con su investidura. Ahora aspira a completar nueve años en La Moncloa, su siguiente desafío. Si lo consigue, pasaría a la historia como el segundo presidente más longevo tras Felipe González. Quién lo diría hace una década.