MURCIA. Inés es madre, asesina, amante y ante todo… amiga. Es también la protagonista inigualable de El tiempo de las moscas, una novela negra con la que la argentina Claudia Piñeiro rebusca en la clave noir, y en la que aprovecha la excusa de un crímen para hablar sobre el deseo, la maternidad y los miedos. Su protagonista asesina a la amante de su exmarido e ingresa en la cárcel, donde tiene la fortuna (o desgracia) de conocer a la Manca, quien se convierte en su mejor aliada y con la que planea su próximo atraco. Su estancia en prisión por 15 años le hace acercarse a las mujeres de otra manera y a comprender determinados roles que dirigen (y rigen) la sociedad; a su vez ve constantemente en su ojo una mosca negra, que no le permite avanzar ni trabajar, pero si recrearse en lo molesto que resulta ver algo que interrumpe la contemplación de lo que la rodea.
Para la autora la novela lejos de hablar de asesinatos, maternidad y feminismo se centra en clave en la amistad: “Va sobre amistad y sobre nuevas oportunidades. También es una novela para poderse sacar de encima ciertos rótulos que nos pone la biología, que uno mismo puede decidir que sean otros”. Todo ello se complementa en el relato con personajes con una potencia increíble y con Inés, que narra sus pensamientos escondidos entre paréntesis y cursivas para dar pistas al lector de lo que se viene por delante. Claudia Piñeiro conversa con Plaza desvelando las claves de El tiempo de las moscas, además de descubrir el por qué de su relato y en parte los motivos de la asesina, o tal vez no, eso debería averiguarlo el lector.
-Entre las páginas de El tiempo de las moscas se ve entre paréntesis el pensamiento del personaje principal, ¿qué importancia tiene meterse en la cabeza del narrador?
-A mi me parece que cuando hay un narrador en primera persona, puede ser un narrador sincero o un narrador insincero, pero lo que nos está contando es que creemos que es lo que pasa en su cabeza, no es una tercera persona mirando desde afuera, sino es el mismo. Lo que le pasa a Inés es que a esta altura de haber salido de la cárcel 15 años después, encontrarse con un mundo que cambió tanto desde el punto de vista del lugar de la mujer en el mundo, etc. Hay cosas que ella aprendió, que ya no diría, porque ya antes era una mujer absolutamente machista y conservadora, sabe que muchas de las cosas que pensaba antes no están bien vistas, algunas tampoco ella ya las cree ni las considera, pero hay algunas otras que le cuesta cambiar, todavía ese cambio le lleva algún esfuerzo, y hay algunas cosas que se atreve a decir y hay otras que no.
-¿Hasta qué punto debe conocer el lector como podrá actuar el protagonista?
-Lo que está entre paréntesis es aquello que no se atreve a decir públicamente, pero yo creo que el lector debe saberlo, porque lo que entiende de esa manera es el proceso que hace esta mujer para cambiar desde su posición absolutamente conservadora y machista, que consideraba que el rol de la mujer era uno determinado de acuerdo con las normas más o menos establecidas en el mundo occidental donde rige el patriarcado,y esta nueva Inés que está aprendiendo a ser otra, gracias a los cambios que se le produjeron dentro de la cárcel, conociendo muchas mujeres diferentes y también sobre todo gracias a su amistad con la Manca, con la amiga que emprende esta aventura.
-¿Cuáles son tus claves para escribir novela negra?
-Siempre sé muy bien cómo empieza, me imagino hacia dónde va y cómo va a terminar, pero en el medio hay cosas que no tengo previstas y que cuando empiezo a escribir y aparecen, hacen en algunas oportunidades que yo cambie el rumbo diagramado en mi cabeza con anterioridad. Nunca escribo una escaleta.
-¿Y en el caso de esta historia?
-Sé muy bien quiénes son los personajes, sé hacia dónde van, pero me dejo cierta libertad en ese camino. En el caso de esta novela, estuve mucho tiempo dándole vueltas a ver quién iba a ser la víctima. Me parecía que eso había que definirlo muy bien desde el principio,me llevó mucho tiempo decidir cómo iba a ser esa parte de la novela. Por eso creo que también puede generar cierta sorpresa o puede tener una tensión dramática que a mí me interesaba que tuviera, porque lo pensé mucho.
-¿Qué momento consideras que está viviendo el género?
-La novela negra siempre es una novela que goza de buena salud, ¿no? O sea, yo desde que escribo escucho: “Uy, qué bien que le va la novela negra”. Imagino que siempre le ha venido bien, con mayor o menor prestigio, de acuerdo con los escritores que la están escribiendo. En Argentina en particular no tenemos este problema del prestigio con la novela negra, porque nuestros más grandes escritores fueron fanáticos de la novela negra, la editaron, la tradujeron, la escribieron.
"Considero que la novela negra es la novela que mejor cuenta a las sociedades. Porque para comprender una sociedad hay que contar los crímenes que ahí se cometen"
-¿Cuál es la clave del éxito?
-Considero que la novela negra es la novela que mejor cuenta a las sociedades. Entonces, por eso también el prestigio del que goza y la actualidad y el interés en los lectores, porque para comprender una sociedad hay que contar los crímenes que ahí se cometen. Y en ese sentido, me parece que la incorporación de todas las mujeres ha hecho que se empiecen a contar algunos crímenes que no se contaban tanto, ¿no? Como los feminicidios y la trata de mujeres o las muertes en abortos, etc. Que antes el rol de la mujer en la novela policial era un poco más de otro tipo
-¿Cual es el estado de la novela negra?
-A mí me parece que la novela goza de salud porque se trata de extender los límites, ya no responde solamente a la pregunta ¿Quién lo mató? y ¿Por qué? que sería como la clásica novela negra de algún tiempo. Me parece que se hacen otras preguntas y se buscan otras respuestas y eso hace que se esfuercen los límites del género, que se expanda el género hacia otros lugares y que le dé mucha vitalidad.
-De cara al final del libro se habla mucho del feminismo, ¿qué ha supuesto incluirlo en la obra de esta manera?
-Inés y la Manca salen al mundo y se encuentran con los mismos problemas que nos encontramos las mujeres y esos problemas son los que debate el feminismo, si nos pagan lo mismo por igual salario, si tenemos que cuidar hacer cuidados de nuestra familia gratuitamente, si nos matan o no nos matan, si podemos disponer libremente de nuestro cuerpo o no si podemos planificar nuestra vida profesional, laboral, afectiva, etcétera o no todas esas cuestiones que nos afectan a las mujeres las trata el feminismo.
Lo que se me ocurrió es meter una voz de la primera persona del plural, un “nosotras” que converse sobre esos temas, ese coro que funciona como un coro griego, en el sentido del coro griego de la tragedia griega. Hay una parte de la comunidad que sube a escena y mira lo que está pasando y opina de lo que le pasa a los personajes del mismo modo el coro de esta novela mira lo que le pasa a Inés y a la Manca opinan sobre eso, lo llevan a lo personal y como lo personal es político terminan hablando de política feminista pero desde la trama de la novela, no puesto como un ensayo sino como un elemento que es necesario para contar esta historia.
-¿Por qué decides incluir la cuestión trans en la lectura?
-En cuanto a la cuestión trans, es parte de la historia, porque hay una chica que transiciona. Y bueno, el personaje en esta novela se me ocurrió que una de las cuestiones estuviera por ese lado, cómo podría haber estado por otro. Es una situación más dentro de las cuestiones contemporáneas. Me parece que es interesante hablar de ese tema, traer distintas historias. Me parece que a mí me servía en este caso para mostrar, más que la situación de este personaje, que era una niña y transiciona a varón, la situación de su madre. Entender el personaje de una mujer que cree que los hijos nos pertenecen como un bien que es nuestro y que nosotras podemos manejar a nuestro antojo, pero no es así.
"Sería interesante hacer una larga lista de decir qué se le pide a las madres, pero por lo pronto a las mujeres se les pide ser madre, ese es el primer paso"
-Hablas de lo que “no se puede pedir tanto a una mosca” ni tampoco a una madre pero… ¿Qué se le pide socialmente a las madres que no debería? ¿Se le puede pedir una hija?
-Sería interesante hacer una larga lista de decir qué se le pide a las madres, pero por lo pronto a las mujeres se les pide ser madre, ese es el primer paso, o se les pedía, ahora con el tiempo, los últimos tiempos, está un poco más claro que una mujer puede querer ser madre o puede no querer ser madre, y no por eso deja de ser mujer, o es una mujer fallada, pero hasta hace unos años atrás, cuando había una mujer que estaba casada en pareja, o estaba llegando a determinada edad y no tenía hijos, siempre había alguien que le decía, pero para cuándo, cuándo vas a tener hijos, sin siquiera plantearse si esa mujer quería o no tener hijos.
-“Escribiendo sobre moscas tal vez escribes sobre madres e hijas”, ¿cómo justificas hablar de la familia en cierto modo a través de esa “mosca” que está siempre presente?
-En un ensayo de Marguerite Duras [en el que habla sobre escribir] hay un texto que habla sobre que cuando uno va por la calle y ve morir un perro, se preocupa y dice qué barbaridad, qué le pasó, quizás ya está allá mal veterinario y trata de que se salve, etcétera. En cambio, si vas caminando por la calle y ves morir una mosca, nadie se preocupa. Y entonces ahí ese punto creo que es clave en la novela porque toda la novela se pregunta sobre a quién es válido matar y a quién no. ¿Es válido matar a alguien?
¿O es válido no matar a nadie? ¿Cómo es este tema? Porque ella mató a una mujer, se sigue preguntando si está bien o mal lo que hizo. Ella entra a casas a matar insectos, pero dice yo moscas no mato porque para mí no hay que matar moscas porque las moscas no le hacen mal a nadie. Y entonces de esa manera ella tiene presente todo el tiempo esta cuestión de a quién es válido matar.
-¿Cuál es la fuerza del amor de una madre?
-Me parece que también el término del amor está muy cuestionado en este libro y en muchos otros textos. ¿Qué es el amor? El amor es, uno puede amar a alguien pero eso implica sacrificar su vida por el otro. Eso es amor o nos hicieron creer que es amor para que entonces hagamos una serie de tareas que si no, no haríamos. Entonces bueno, una cosa es el amor, otra cosa es el sacrificio, otra cosa es la inmolación. Me parece que usamos la palabra amor para llamar a muchas cosas.
"Una cosa es el amor, otra cosa es el sacrificio, otra cosa es la inmolación. Me parece que usamos la palabra amor para llamar a muchas cosas"
-¿Cuál es la “mosca” que sientes tú?
-Yo cuando empecé a escribir esta novela tenía esa misma mosquita en el ojo y creo que en Inés funciona de la misma manera que en mí, que es como estar consciente de que estamos viendo algo. Cuando no está la mosca uno ve porque ve, porque tiene los ojos y cuando ves esa mosca y te molesta, hay una conciencia de lo que estás viendo mucho mayor, porque está perturbada, porque está molestada. Y eso me parece interesante, tener como esa incomodidad al ver, para ser consciente de una operación que es tan habitual y tan cotidiana.
-Hablamos de feminismo, poder y amor, ¿cuál crees que recala más en la lectura?
-Creo que no se habla en general de los problemas, de los conflictos importantes de la maternidad. Cuando la maternidad se lleva bien o con los problemas habituales se habla, pero hay un cierto nivel de conflicto que no se menciona porque si se mencionara da la sensación que esa mujer está fallada, que si no pudo ser que generara un vínculo con esa hija o esa hija con esa madre son porque son personas falladas, porque son mujeres falladas. De a poco eso también se va pudiendo modificar y me parece que eso es un poco lo que le pasa al personaje de la novela.