MURCIA. Está situada en un punto estratégico de Murcia, entre las calles Acisclo Díaz y Pasos de Santiago, y ve pasar los días sin que nadie se haga cargo de ella. Y es que la que fue ermita de la Fábrica de la Pólvora no es de Tomás Olivo, propietario del resto de la antigua instalación militar al comprarla a Defensa en una subasta, según recoge el TSJ en una reciente sentencia.
El Ayuntamiento de Murcia tampoco la ha inscrito todavía a su nombre. Y es que una pesada losa cae sobre la última de las ermitas del Vía Crucis que queda en pie: el elevado coste que supondrá su mantenimiento.
Los presidentes de las Juntas de Distrito Centro-Oeste y Norte y un grupo de expertos en arte reclaman al Consistorio que se haga cargo se su mantenimiento. Mientras se desmorona y pierde elementos, que no encanto, día a día. De hecho, la asociación Hispania Nostra la llegó a incluir en su 'Lista Roja del Patrimonio', a instancias de Huermur.
Desde la asociación aseguran que "ni el Ayuntamiento ni la Comunidad han hecho nada ". Y es que otra solución para acelerar su conservación sería declararla Bien de Interés Cultural (BIC). Mientras, en el Consistorio, que requirieron a Olivo que se hiciera cargo del mantenimiento, aseguran que van a estudiar la forma de intervenir en el mantenimiento, pero que no es fácil poder "inmatricularla".
La pequeña edificación conocida popularmente como ermita de los Pasos de Santiago es la única en pie de las 14 estaciones o pasos de un antiguo vía crucis con inicio y final en la cercana iglesia de Santiago. Fue edificada durante el último tercio del siglo XVIII en estilo barroco rococó y conserva en su declaración exterior la típica rocalla tan característica del estilo al que pertenece.
La ermita consta de tres partes diferenciadas: la portada con acceso adintelado en cuyo ático se enmarca una cruz latina rematándose por un frontón triangular; una pequeña nave cubierta a dos aguas y el ábside, de planta hexagonal, más alto que la nave. La nave y el ábside se cubren con tela vidriada de color verde.
En el interior, también en desmoronamiento hay frescos y murales pintados por Muñoz Barberán en los años 40. Son parte del material cultural inmenso e una edificación que era la parada anterior a la cercana iglesia de los Pasos de Santiago en el Viacrucis conocido como de 'los Diegos'.