Oscuros nubarrones se ciernen ahora mismo sobre la innovación. Los tiempos pueden ser interpretados como una oportunidad por quienes disponen de una estrategia basada en fundamentales, en el conocimiento científico-tecnológico y en la colaboración, pero traerán pesadillas a los que han apostado por una vía puramente financiera de crecimiento, los que han convertido a sus startups en vehículos especulativos. Sólo la innovación tiende a prosperar en tiempos de disrupción.
Cualquiera diría que la venta a granel de fondos de inversión con porcentajes relativamente altos de renta variable durante 2021 por parte de la banca minorista, presentada a los clientes como alternativa a la baja rentabilidad y a la desaparición de instrumentos de ahorro clásicos como los depósitos, va camino de convertirlos en las nuevas preferentes. "Fíjese el beneficio que está dando: ¡un 20%!". Cuántos grandes patrimonios han recibido la llamada de su gestor durante los primeros meses del año instándoles a vender, aunque sea a pérdidas, antes de que el agujero sea mayor.
Acostumbrado a la prosopopeya, el sector tecnológico no escatima expresiones máximas para describir la caída en actividad y en captación de fondos del capital riesgo durante este primer semestre del año. Sequoia Capital habla de "momento crisol", lo que en algunos medios se asocia con su "RIP Good Times" de 2008. Morgan Stanley prevé un desplome del 50% del capital riesgo en criptoactivos.
No es conveniente dejarse arrastrar sin más por este tipo de manifestaciones (ya en 2016 se anunciaba el fin del capital riesgo), pero esta vez hay motivos para entender que no se trata de una simple corrección coyuntural después de un año récord impulsado por el exceso de liquidez del mercado.
El cálculo lógico indicaba que, una vez se despejara la incertidumbre de la pandemia y de la guerra de Ucrania, ante la expectativa de un cambio de ciclo tecnológico empujado por el doble imperativo de la digitalización y la descarbonización, y ante los enormes volúmenes de liquidez en el mercado, se desatara una ola de inversión en actividad productiva. Había que estar preparados para posicionarse en la puja, porque una sociedad se vuelve rica con el tiempo al acumular un stock de bienes de capital duraderos y andamos necesitados de ello.
Pero el plazo para que se desate esa ola parece alargarse más de lo previsto inicialmente. La inflación descontrolada, que la vicepresidenta Nadia Calviño apellida ya como “persistente”, está dando bocados mes a mes a la liquidez y la inversión está a la expectativa de unas subidas de tipos de interés históricas. Esa puede ser la puntilla.
Por si fuera poco, todo apunta a que estamos entrando en un nuevo ciclo de antiglobalización, que podría conducir a ciertos niveles de autarquía, apoyados en medidas proteccionistas, y enfriar a una parte de la innovación, clave en tantos ámbitos de la sociedad. Coge fuerza un término que nos habíamos acostumbrado a probar de vez en cuando como una golosina: el de la “autosuficiencia”.
El influyente Council of Supply Chain Management Professionals (CSCMP) de Estados Unidos se pronunciaba recientemente a favor de las cadenas de suministro regionalizadas, porque durante las últimas décadas “hemos optimizado nuestras prácticas globalizadas de abastecimiento y adquisición para reducir los costes de mano de obra y otros insumos”, y hemos configurado “un sistema diseñado para entregar bienes y productos al menor coste”. Ahora estamos pagando por ello un “alto precio: hemos creado cadenas de suministro frágiles que son vulnerables a la interrupción y la manipulación”.
En su informe Logistics Trends 2022: The Future of Logistics Is Digital and Sustainable, una corporación nada sospechosa de incurrir en excentricidades, el gigante alemán de la logística DHL, habla directamente de "contratendencia a la globalización". En línea con los planteamientos del CSCMP, sostiene que un enfoque regional más fuerte podría “disolver dependencias”. En los grandes foros, se recupera un término que suena menos agresivo, como un punto medio: Glocalización.
No es que sorprenda ya la ausencia de representantes de la Generalitat (los del Gobierno central se dan por descartados desde el principio, pero ¿tampoco de la Universidad?), en eventos de primer nivel en el ámbito de la innovación como el Frontiers in Quantum Materials and Devices que ha reunido a la élite de Harvard, MIT y Stanford en el Veles e Vents; o en la 20th International Zeolite Conference (IZC-2022), que ha organizado con esmero Avelino Corma en el Palacio de Congresos.
Nos hemos acostumbrado también a bandazos como el de que Sagunto se niegue a competir con Newcastle (Reino Unido) por atraer un centro de producción de aerogeneradores marinos, pese al enorme interés que despiertan en el sector las naves vacías de los antiguos Altos Hornos tan próximas al Puerto, mientras recibe de manos abiertas a un proyecto tan apasionante, con tanto conocimiento de vanguardia asociado y tan necesitado de apoyo territorial como Hyperloop. Una de cal y otra de arena.