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proyecto realizado por Arquitectura Estudio 3500 

Así transformó una familia murciana una antigua casa rural en un refugio lleno de encanto y verdad

9/04/2023 - 

MURCIA. Hay casas que se convierten en el reflejo de una forma de ser y de ver el mundo, al tiempo que en un refugio donde disfrutar de la autenticidad y de la verdad que reside en las cosas más sencillas. Es por eso que la bautizada Casa Cal y Canto significa muchas cosas para la familia murciana que compró esta antigua vivienda rural en Puebla de Don Fadrique con el fin de reformarla de forma integral y convertirla en un paréntesis que poner en sus vidas en la ciudad. 

Ellos son Belén Conesa (gestora cultural) y Juanfra Jiménez (ingeniero en Telecomunicaciones), quienes tenían muy claro desde el principio cómo tenía que ser la vivienda que querían disfrutar junto al resto de su familia -formada por el pequeño Leo, la futura doctora Claudia y un perro mágico llamado Merlín-, así como sus familiares y amigos. Y así se lo transmitieron a Arquitectura Estudio 3500 (@estudio_3500), formado por Javier Fernández (arquitecto) e Irene Mármol (arquitecta técnica) y situado en la Calle Laredo de Murcia. El objetivo era lograr "una casa hecha para ser y estar, para sentir el abrazo de sus muros y recogerse del mundo exterior, pero siempre abierta a él".

Diálogo con el entorno

Cuentan desde el estudio que tanto Belén como Juanfra -con raíces familiares en la zona- querían mantener "un diálogo constructivo y cultural con su entorno". Se trata en este caso de Puebla de Don Fadrique, una localidad granadina 'fronteriza' que limita con la Región de Murcia, donde las tradiciones centenarias y costumbres populares se mantienen a pesar del paso del tiempo moderno. La compleja red de calles estrechas y adaptadas a la topografía de la ladera del monte El Calar, descubre un entramado de edificaciones residenciales humildes en el casco viejo de la población. 

Asimismo, señalan que la tipología de estas casas solía ser entre medianeras de una sola planta, usando el espacio bajo cubierta para secaderos de productos cárnicos, por lo que en la mayoría de ellas, tal y como ocurría en este caso, existían unas escaleras de un solo tramo con pronunciadas diferencias entre la altura de sus peldaños.

Estas antiguas viviendas de más de cien años de antigüedad se realizaban tradicionalmente con la construcción de muros de carga a base de arenas, piedras y cal. Sobre ellos se apoyaban las puntas de los rollizos de madera que formaban los forjados de la zona de secadero y las cubiertas inclinadas acabadas en tejas árabes que se solapan entre propiedades contiguas.

"Queríamos que fuera lo más artesanal y auténtica posible"

Una vez analizado el entorno y siguiendo la necesidades planteadas por los clientes, los arquitectos elaboraron el proyecto de reforma de la casa Cal y Canto, buscando mantener la estética existente de las casas entre medianeras de la localidad, usando técnicas tradicionales con mano de obra y materiales locales, dotando el interior del confort térmico y espacial que cualquier familia demanda en el siglo XXI. "Queríamos que todo fuera lo más artesanal y auténtico posible", apunta Belén Conesa. 

Para empezar, se realizó un saneado de los dos patios existentes, que recogen la máxima luz en las fachadas que articulan. El 'patio norte' se concibió como núcleo de la vida familiar y del encuentro con amigos, conectando directamente con los espacios de día de la vivienda. Mientras tanto, en el 'patio sur', estrangulado por unos altos muros medianeros, se buscó un espacio para la meditación y el silencio de la vivienda.

El acceso a la planta primera, después de un estudio exhaustivo de las soluciones estructurales y de accesibilidad de la escalera por parte de los arquitectos, posibilitó la recuperación del espacio bajo cubierta, transformándose en la zona de noche de la vivienda con tres dormitorios y un baño.

Una paleta de materiales como el barro cocido para suelos, revestimientos blancos en fachadas exteriores y paramentos interiores, rollizos de madera tratados para forjados, techos de bovedillas y hasta el rescate y restauración de antiguas puertas de paso, dotan a la vivienda de un aspecto rural que contrasta con la luz natural captada desde sus dos orientaciones principales.

Al mismo tiempo, la casa está llena de detalles de buen gusto, impronta de las personalidades y gustos de sus dueños, quienes no han querido cargar la decoración ni las paredes blancas (que sí tienen licencia para acoger los dibujos del más pequeño de la casa). La familia se muestra encantada con todo lo que le ofrece esta casa rural tras un reforma en la que se han implicado desde el principio y hasta el final y durante la cual, y cómo anécdota, encontraron dos monedas de la época de Carlos III. Sin duda, un buen presagio...

Así era antes...

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