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TENIS

Así es la habitación museo de Carlos Alcaraz, donde guarda sus tesoros y sueña con el número 1 

Las tres primeras imágenes han sido cedidas en exclusiva a Murcia Plaza. El resto son de ATP TOUR y EFE

28/04/2022 - 

MURCIA. A punto de cumplir 19 años -los hará el 5 de mayo- el tenista Carlos Alcaraz Garfia, quien ocupa el noveno puesto en el ranking ATP, ya tiene su habitación museo, su cuarto de siempre en la casa en la que su familia vive en la pedanía murciana de El Palmar y donde él duerme cuando vuelve a pasar unos días de vacaciones. Esto ocurre cada vez con menos frecuencia porque el calendario del circuito profesional le lleva por todo el mundo semana tras semana y al terminar de competir suele acudir a la localidad alicantina de Villena para seguir con su plan de entrenamiento en la Equelite Sport Academy bajo la supervisión de su entrenador, Juan Carlos Ferrero.

Pero los orígenes son los orígenes y la habitación de Carlitos, como le gusta que le sigan llamando, es esa en la que ha crecido y que va camino de convertirse en un lugar de culto para los amantes del tenis.

"Allí están los trofeos que ha ido ganando durante los últimos años y algunos recuerdos especiales", cuenta con orgullo su padre, Carlos Alcaraz González, quien también fue tenista y actualmente es el director deportivo de la Real Sociedad Club de Campo de El Palmar, el Tiro de Pichón, donde la actual sensación del tenis mundial dio sus primeros raquetazos.

En la habitación ya están los trofeos ganados en el Masters 1.000 de Miami, en el ATP 500 de Río de Janeiro y en el ATP 250 de Umag, así como el del torneo Next Gen ATP Finals en Milán y algunos Challenger que también levantó. El Conde de Godó, que conquistó el domingo en Barcelona venciendo en la final a su amigo Pablo Carreño, todavía no lo ha recibido pero pronto ocupará su sitio esta gran copa de 15 kilos de peso diseñada en plata con base de roble americano.

Igualmente hay en la estancia algunos premios que le han ido concediendo a Alcaraz y una foto con el suizo Roger Federer, que se sacó tras pelotear juntos en Wimbledon, o las zapatillas con las que ganó en Croacia y que están bañadas en oro -regalo que le hizo la firma Nike, que le patrocina- también adornan el cuarto que, al ritmo que va el palmareño, seguramente se quedará pequeño y habrá que mover algún tabique o, como indica su progenitor, trasladar de sitio el museo a una casa más grande.

Es el santuario de Carlos, donde guarda sus tesoros y sueña, cuando allí duerme, con ser el número 1 del mundo, un objetivo que se planteaba desde chico y que hoy tiene más cerca.

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