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entrevista al presidente de la asamblea regional

Alberto Castillo: "Estuve a punto de tirar la toalla, pero no lo hice por no dañar a la Asamblea"

"En 2023 volveré a ser un señor jubilado"

5/06/2022 - 

CARTAGENA. El despacho del presidente de la Asamblea Regional respira historia. Sus paredes han sido testigo de los entresijos de los momentos más trascendentales del parlamentarismo murciano. "Aquí, en esta mesa, se fraguó la moción de censura contra Carlos Collado", relata su actual inquilino, Alberto Castillo (Murcia, 1955). De fondo, frente al escritorio, asoma una voluminosa tele que sólo sintoniza canales de noticias. "Siempre tengo puesto los programas informativos", dice el otrora periodista, hoy máximo representante del poder legislativo de la Región de Murcia. En esta entrevista con Murcia Plaza celebrada a las puertas de la semana grande del 40º aniversario del Estatuto de Autonomía, Castillo hace balance de estos tres años de legislatura: "He vivido malos momentos, pero es el mayor honor que tendré en mi vida". El dirigente habla diáfano, aunque se guarda mucho para sí mismo, obligado por el cargo. Pero advierte: "Algún día contaré toda mi verdad". Por experiencias intensas no será. Y tampoco por falta de documentación: apunta en un diario todas sus peripecias en política.

-Va a cumplir tres años como presidente de la Asamblea Regional. ¿Se siente a gusto en política o echa de menos su vida anterior como periodista?

-El periodismo siempre se echa de menos. Es algo que va en la sangre. Sobre todo echo de menos la radio, que es un veneno. Todavía me sigue saliendo la vena de la información. La radio ha sido mi vida. Empecé en 1980 y estuve hasta 2015, y no me desvinculé hasta la campaña electoral de 2019. La radio ha sido mi gran amor y mi gran vocación. 

-Usted ha pasado de contar la política desde fuera a formar parte como protagonista. ¿Cambia mucho la visión de la política desde dentro?

-Totalmente. Cambia todo por completo. Estás al otro lado de la frontera. En los temas más duros me suele decir Encarna Fernández de Simón, la secretaria general: "Qué, presidente, cuando estabas fuera, ¿veías esto?". Pero yo tengo una ventaja: me los conozco a todos y sé por dónde vienen, porque en su día me centré mucho en el periodismo político y me metí en lo orgánico, especialmente del PSOE y del PP. Tuve además una especial inclinación hacia el parlamentarismo. En mi etapa en Andalucía, durante diez años, me iba todas las semanas al Parlamento andaluz a seguir los plenos, y no tenía por qué hacerlo. Y en esta casa, en la Asamblea Regional, he tenido contacto con muchísimos diputados y he hecho muchos programas y tertulias en la sala Narciso Yepes. Quién me lo iba a decir a mí ahora, que me reúno allí con la Mesa de Gobierno y tomamos decisiones. 

"No me arrepiento de haber entrado en política, pero sí he pasado malos momentos"

-Y con todo lo que ha vivido en estos tres años, ¿su paso por la política le deja un sabor positivo o amargo?

-He vivido de todo, sí. Me ha caído de todo encima. He tenido el Parlamento más fraccionado de la historia de la Región, la DANA más fuerte en un siglo, la pandemia, la moción de censura... Y poco se habla de que estuvimos a nada de repetir elecciones en 2019. Los plazos se cumplían... y aquí no había un candidato con los apoyos suficientes. Cinco veces me reuní con los portavoces parlamentarios, incluso en sábado y domingo. No llegábamos a tiempo. Pero nos salvó la campana. 

-¿Se arrepiente de haber dado el paso?

-No, eso nunca. Con toda la humildad del mundo le digo que ni en mis mejores sueños pude pensar que iba a llegar a donde estoy. Es el mayor honor que tengo como murciano. Jamás tendré un honor mayor, porque tampoco aspiro a nada. Ahora bien: ¿Me arrepiento? No. ¿Malos momentos? Muchísimos. 

-¿Compensan?

-No. No tajante. En dos o tres ocasiones muy duras me dije: ¿Tiro la toalla? Pero el daño es mayor que mi propio beneficio. En aquellos momentos valoré: estoy aquí y tengo que torear el toro que venga. El daño habría sido mucho mayor: el único beneficiado habría sido yo, que me habría quitado de en medio, descansaría y cerraría una etapa de mi vida. Pero a esta casa, al Legislativo, la meto otra vez en una vorágine de incertidumbre. Eso no lo podía hacer. Fueron momentos puntuales. ¿Compensan? No. No duermes, no tienes ganas de comer, no tienes vida... Pero no caí en esa tentación y lo superé. 

-¿Ha hecho amigos en política?

-No. No hay amigos en política. 

-¿Y enemigos?

-Eso nunca lo podré saber. En un cargo como este, como hizo Ulises en el viaje a Ítaca, lo primero que hay que hacer es atarse al mástil y no dejarte llevar por los cantos de sirena que conducen al abismo. Cuando estás aquí, hay muchos cantos de sirena: la adulación, los elogios... Y gente que ayer sólo te saludaba hoy te dice que eres mi mejor amigo. No debes inflar el ego ni te lo debes creer. Ni tienes que cambiar. Yo sigo siendo el que era: un hombre amigo de mis amigos. Procuro que la política no me cambie. Los amigos los hice antes de la política y en los momentos difíciles son los que han estado a mi lado, aconsejándome y ayudándome. En política no hay amigos, hay compañeros de viaje. 

-¿Dónde se ve usted en junio de 2023?

-En mi casa. Bueno, estaré aquí [en la Asamblea] hasta el día de la constitución de la Cámara, como hizo Rosa Peñalver conmigo. 

-¿Y el día después?

-Volveré a ser un señor jubilado de júbilo. Me iré a mis cuarteles de invierno. ¿Volveré al periodismo? No lo sé. ¿Volveré a escribir? No lo sé. Si le digo que sí, le miento. Y si le digo que no, también le miento. No es un objetivo ni un horizonte. Tampoco lo fue en su día que llegara a esta Presidencia. Pero una cosa sí quiero dejar clara. Se han dicho muchas barbaridades sobre mí: que si me aseguro la vejez, que si me aseguro la paga... Eso es mentira. Mentira. Con una eme igual de grande que el Empire State. Yo era un señor que tenía la prejubilación de la Cadena Ser. Esto no me afecta absolutamente para nada. Es un paréntesis en la vida laboral. Y el día que deje de ser político volveré a la pensión que tenía. 

-¿No se ve en unas listas electorales otra vez?

-De momento, no. Pienso que no. 

-¿Algún partido le ha tanteado ya?

-No. No categórico.

-¿Y si le llamaran? ¿Se lo pensaría?

-No lo sé. Pero no creo que me llamen. 

-¿No cree que el PP le puede llamar?

-No, no lo creo. Ni el PP ni nadie. Y si me llaman... hablaré con mi conciencia. Pero hoy, en junio de 2022, le digo que al 98% estoy seguro de que diría 'no'.

-¿Y se va afiliar al PP?

-No sé lo que voy a comer hoy. No sé lo que voy a hacer el día de mañana. A día de hoy, yo no he tomado ninguna decisión de nada. Ni me lo he planteado. Palabra de honor. Sólo tengo clara una cosa: soy un señor pensionista. Punto.

Foto: LA ROCA

-¿Tiene algún tipo de trato con su expartido, Ciudadanos?

-Cero.

-¿En qué situación está su pleito contra Ciudadanos?

-Lo lleva don Evaristo Llanos, conocidísimo penalista en la Región y a nivel nacional. El juez admitió el caso. Me consta que vio indicios de inconstitucionalidad, pero tenemos que esperar a su señoría. 

-¿Cree que el juez le dará la razón?

-No me voy a adelantar a su señoría. Pero hay algo fundamental en este caso, que fue lo que me animó a lanzarme, y que lo recogen la Constitución y el Estatuto de la Autonomía: el diputado no está sometido a imperativo de nadie. Mucho menos del partido. En la democracia española estamos acostumbrados a seguir lo que diga el líder del partido, aunque diga que hay que tirarse por la ventana, como nos pasó a nosotros. Sin embargo, hay sentencias muy claras del Constitucional. Cuando los partidos dicen "el escaño es nuestro": no, el escaño es del diputado, no pertenece al partido.

-¿Le dolió la expulsión de Ciudadanos?

-Muchísimo. Pero no quiero mover... porque agua pasada no mueve molinos. Pero sí le voy a decir una cosa: el día clave de la moción de censura aquí estuvo [en la Asamblea] Marina Bravo, mano derecha de Inés Arrimadas. Y no me saludó, ni entró al despacho. Estuvo en el grupo parlamentario, que está a escasos metros de mi despacho. Pero no tuvo ni la deferencia de pasar y saludar. 

-Pero entiendo que ella ya sabía que usted no iba a apoyar la moción de censura.

-Eso se filtró. Si sabía mi postura, más motivo para acercarse y preguntar. Pero no vino nadie. No hay ni una llamada ni un mensaje. 

"Ya me he acostumbrado al calificativo de tránsfuga. me dan pena: no han analizado la palabra en la rae"

-¿El partido no se puso en contacto con usted después de aquella noche en la que firmaron la moción de censura?

-Jamás. Me enteré la noche de los cristales rotos. Recibí una llamada a las dos y cuarto diciéndome que estuviera a las ocho y media en la sede. Pregunté para qué, pero me dijeron: "Tranquilo, no te afecta, tenemos que hablar de algunas cosas...". Aquella noche yo no dormí ni me acosté. Pero olvidaron algo: por mis treinta años de periodismo radiofónico tenía contactos en Madrid. Los llamé, despertándolos a las tres de la madrugada. Y aquella madrugada hablé con miembros de la ejecutiva de Ciudadanos. Me decían: "Qué me estás contando". No diré nombres porque no quiero persecuciones, pero su señoría [el juez] sí los tiene. Y además he aportado hasta grabaciones.

-¿En esa madrugada usted tenía ya decidido que no iba a apoyar la moción de censura?

-Aquella madrugada me di cuenta del carnaval. Llamé a una persona de Ciudadanos, miembro de la ejecutiva, y me juró por sus hijos que no tenía ni idea. Ahí me dije: esto qué es. A partir de ahí el edificio se cae solo. Y ya viniendo para Cartagena, me llaman avisándome de que Carlitos Herrera ha abierto el bloque de las siete de la mañana con la moción. Y me preguntan: ¿Qué está pasando? Y les respondo: ¿No sería al revés, que me explicarais vosotros qué está pasando?

-Supongo que es el momento más duro de estos tres años...

-Indudablemente... Pero yo soy un enamorado de la filosofía de San Agustín. Y una de sus máximas dice: en el camino de la vida, si vas siempre con la cabeza girada hacia atrás, no verás las piedras que tienes delante. Y yo he dejado de girar la cabeza hacia atrás... Sinceramente. Pasó y pasó. Punto. Tampoco merece la pena. Quizá algún día, cuando no esté en este despacho, contaré mi verdad. Hay documentos, hay mensajes... A lo mejor algún día lo cuento.

"Creo que no vamos a ver el matrimonio de PP y Vox en la Región"

-¿Qué siente cuando le recuerdan el calificativo de tránsfuga?

-Pena. Pero ya me he acostumbrado. Ya no me afecta. Tengo la conciencia muy tranquila. Primero: yo soy fiel a un pacto que se firmó en 2019, gracias al cual estoy donde estoy sentado. Segundo: yo me abstuve. Mi voto estaba fuera de lugar. Además, yo era el último en votar; cuando llegó a mí la moción ya había muerto. Mi voto no fue decisorio. Tercero: ¿En qué ha cambiado mi estatus? Yo sigo estando donde estaba. ¿Transfuguismo de qué? ¿Han analizado la palabra en la RAE? Yo no he tenido ningún tipo de beneficio por mantenerme en mi sitio. El reglamento de los Parlamentos lo dice claro: el presidente debe evitar en los momentos cruciales inclinarse hacia un lado u otro. Yo tenía que abstenerme. 

La decisión de abstenerme, por cierto, la tomé por Miguel de Unamuno. Estuve un fin de semana recluido en una cabaña en Sierra Espuña. Desaparecí. Sólo mi familia sabía dónde estaba, no tenía ni cobertura. Me llevé libros. Y leyendo a Unamuno encontré una frase a raíz de todos los problemas que él sufrió tanto con la República como con los militares: "No me pidáis que sea fiel a mis ideas, seré fiel a la realidad". Aquella frase me despertó. Esto no son ideas. La realidad es esta y déjate de ideologías. 

-El ambiente de la política ha cambiado mucho desde entonces. ¿Qué percepción tiene de la política regional?

-No debo opinar... No puedo.

-Esta semana el diputado socialista Alfonso Martínez Baños denunciaba que es la legislatura con menos actividad parlamentaria de la historia. ¿Está de acuerdo?

-La libertad en este país costó mucha sangre. Cada cual se expresa como quiere gracias a esa libertad. No tengo nada más que opinar. 

-¿Pero está satisfecho con el trabajo legislativo?

-Es que no puedo comparar. También le digo: tuvimos un Gobierno que se constituye tarde, que cuando empieza a andar cae la DANA más terrible de la historia regional, lo que nos dejó un mes y medio sin actividad, porque los diputados estaban donde tenían que estar, con la gente y llenos de barro. Cuando tuvimos cierta normalidad entramos en el 2020 y aparece la pandemia. Aquí la actividad siguió, pero la pandemia mandaba. Fuimos el único Parlamento que no paró por el invento del Patio de los Ayuntamientos. Y en 2021 surge la moción de censura. Así que la actividad es la que ha permitido el tiempo y los acontecimientos.

Foto: LA ROCA

-Los dos diputados de Ciudadanos han presentado un recurso ante el Constitucional y le acusan de trato discriminatorio en la Asamblea.

-Le digo lo mismo que antes: son libres de hacer lo que quieran. Dicho esto: tuvieron tres meses para ponerse de acuerdo los dos diputados de Ciudadanos y los dos de Unidas Podemos. No hubo ni conversaciones ni aproximaciones. Ellos sabían que pasado ese tiempo actuaba la Mesa de oficio. Y María Marín [Unidas Podemos] no es quien tiene que llamar a estos señores y preguntarles. Son ellos los que tienen que acercarse a la portavoz del Grupo Mixto. Y eso no se produce en ningún momento. Pasaron los plazos y la Mesa actuó diciéndole a los servicios jurídicos que elaboren un reglamento. A partir de ese momento, manda el reglamento. ¿Que ellos protestan? No pasa nada. ¿Que piensan que es inconstitucional? No pasa nada, ya nos veremos en el Tribunal Constitucional. La Asamblea Regional tiene los mejores servicios jurídicos de los parlamentos españoles.

-¿Qué tal es la relación con su anterior jefa de filas, Ana Martínez Vidal?

-Cero, nula. No existe. Se limita únicamente a lo estrictamente parlamentario. El reglamento del Grupo Mixto es claro: para que ellos tengan la palabra tienen que estar en el momento de la apertura del pleno. Si no están, se abre la sesión y pierden su turno de intervención. 

-¿Y qué tal lidia con el resto de portavoces parlamentarios?

-De maravilla. Con todos. 

-Con María Marín tuvo un choque en el pleno. Le retiró la palabra y ella le acusó de "actitud despótica".

-Aquello no fue nada. María Marín y yo, ojo, nos tenemos un respeto extraordinario. María Marín es una gran señora, lo puede usted publicar en titulares. Mi relación con ella es fluidísima. 

"Conesa y lucas son muy distintos. Con diego jamás me tomé un café"

-¿Y con el nuevo portavoz socialista, Francisco Lucas?

-Muy bien. Es un talante muy distinto, completamente diferente a Diego [Conesa]. Políticamente son iguales, pero cada persona tiene su forma de ser. Y con el señor Lucas tengo una relación fluida y hemos tomado café. Con el señor Conesa jamás me tomé un café en la Asamblea. Ni antes de la moción de censura ni después.

-Le pregunto también por el presidente de la Comunidad, Fernando López Miras.

-Muy bien, con independencia de ideologías. Tal y como yo entiendo esto, el presidente del Legislativo y del Ejecutivo tienen que tener cierta relación. Con la covid, era raro el día que no me informara de los avances de la pandemia.

-Usted en su día le dio caña en Twitter...

-No debo opinar ahora. Pero sí le digo una cosa: desde los inicios de López Miras hasta ahora, el presidente no es quien era. Ha madurado muchísimo. Se ha asentado en la Presidencia. No recuerdo qué dije en su día en Twitter. Pero no me rasgo las vestiduras: cuando Albert Rivera hacía cosas que no me gustaban, lo dije también. Vuelvo a lo de antes: la libertad es lo más hermoso que tiene el individuo.

-En 2023, todo apunta a que PP y Vox gobernarán esta Región. ¿Le gustaría a usted, que ha militado en un partido de centro, una alianza así?

-Me gustaría lo mejor para la Región. Pero le digo una cosa: fíjese, creo que eso no va a pasar. No tengo la bola de cristal, no sé los resultados, pero creo que ese matrimonio no lo vamos a ver.

-¿No?

-Vamos a esperar al 19 de junio [día de las elecciones de Andalucía]. Le recuerdo lo que dijo el señor Juanma Moreno: en absoluto una boda con Vox, antes repetimos elecciones. Ahí se lo dejo.

-Se especula con que el PP querría cambiar la ley electoral para recuperar las cinco circunscripciones y el límite del 5% de los votos en la Asamblea. ¿A usted qué le parece?

-A mí no me parece mal. El 5% está en casi toda España. ¿Por qué no aquí? Eso sí: las circunscripciones no me gustan. Nunca me han gustado. El voto del señor que vota en Yecla tiene que valer lo mismo que quien lo hace en Cartagena o Puerto Lumbreras.

-¿Le consta que esa reforma se vaya a llevar pronto a la Asamblea?

-No sé nada al respecto. No me han comentado nada. En la Casa no se ha hablado de eso. Se lo puedo jurar, palabra de honor. Se habla más en los medios que en el ambiente político. 

"Me he planteado escribir un libro cuando me jubile y contar mi verdad. he tenido ya ofertas"

-El Estatuto de Autonomía. Que no se lo he preguntado todavía. La reforma del texto fue uno de los grandes éxitos de la pasada legislatura, conseguida por unanimidad. ¿Fue un paso atrás pedir su retirada?

-No lo considero un paso atrás. Esa reforma no contemplaba una serie de cosas que han ocurrido en la décima legislatura y no sucedieron en la novena. Hay que actualizar todo. Hicieron un trabajo extraordinario durante cuatro años y lograron un consenso. Ahora bien: ¿Vamos a cambiar la reforma para castigar a los que no secundaron la moción de censura? ¿Vas a cambiar por imperativo de un Estatuto el tiempo de mandato de un presidente? De entrada, es inconstitucional. El Constitucional no veta si está 8 u 80 años. ¿Y por qué quieren cambiar el Estatuto sin tocar el reglamento de la Asamblea? Habría sido una incongruencia sacar adelante el Estatuto introduciendo el transfuguismo, los no adscritos y la pérdida del grupo parlamentario sin modificar el reglamento de la Asamblea. Empiecen la casa por los cimientos.

-La Asamblea Regional homenajea este lunes a los expresidentes de la Cámara, a los que va a condecorar con la Medalla de Oro. ¿Tiene usted trato con ellos? ¿Le han dado consejos?

-Con Rosa [Peñalver, la expresidenta entre 2015 y 2019] tengo un trato exquisito y magnífico. Hablamos más de lo que la gente pueda pensar. Pero no voy a desvelar nada personal, claro. Y con Paco Celdrán [el expresidente entre 1995 y 2015] he hablado recientemente. Bromeo con él por las obras que estamos haciendo en la Asamblea. Con Miguel Navarro (expresidente entre 1987 y 1993, ya fallecido) hicimos una amistad tremenda cuando era alcalde de Lorca. Le he querido siempre. 

-Por último: ¿Va a reabrir Twitter cuando se jubile?

-No. Lo cerré el día que vi una notificación anónima de un tuit con nombre falso que decía: "¿Ha dimitido ya el hijo de la gran puta de Alberto Castillo?". Hasta ahí llegué. Lo cerré. Twitter te puede hundir con acusaciones gratuitas.

-¿Y se ha planteado escribir un libro?

-Eso no puedo negarle que sí.

-¿Relataría todo lo que hoy no puede contar?

-Efectivamente. Y además lo tengo todo escrito. Escribo un diario desde siempre. Y le digo una cosa más: tengo ofertas para escribir el libro. Pero hay que medirlo bien: porque en mi diario tengo nombres y apellidos, pero en un libro no puedo andar con eufemismos...

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