MURCIA. El coronavirus ha puesto todas nuestras capacidades al límite, incluida la imaginación. La lista de negocios que se han sentido en la cuerda floja durante estos meses se prolonga enormemente y, ante el conflicto, muchos han optado por apostarlo todo a resurgir o emprender.
El 14 de marzo de 2020 se firmaba lo que parecía una sentencia de muerte para muchos comercios. Idas y venidas de restricciones que han mantenido en vilo, llegando a ahogar, la estabilidad de los establecimientos.
El ejemplo más destacado ha sido el delivery. Restaurantes de todo tipo, incluidos los más tradicionales, tuvieron que ponerse al día en cuestiones tecnológicas para poder subsistir aun cerrados al público. Cármica, en La Alberca, un pequeño restaurante familiar de comida española hasta el pasado marzo de 2020, se ha transformado en casa de comidas, una forma de no correr riesgos ante una situación tan incierta.
Hay quienes se atreven a emprender como el nuevo restaurante Chavo Chido, en las tascas, cuyos emprendedores, esperanzados, confían en que "lo peor de la pandemia con respecto a la hostelería ha pasado", así que apuestan por "coger fuerza y emprender en negocios muy enfocados en delivery y take away, cocina rápida y buena calidad".
"Estamos en estado de alerta pero a nosotras nos sirve para estar también de alerta de tendencia", así promocionaba sus productos Quasimoda, tienda murciana de ropa independiente, en su cuenta de Instagram. Pequeños negocios abrieron su página web y perfiles en medios sociales para ser accesibles a los clientes desde sus hogares. Fueron meses en los que necesitábamos poco más que el pijama, pero las esperanzas de volver a la calle (y el aburrimiento) eran un caldo de cultivo muy conveniente para este auge del marketing.
Compartir publicaciones entre usuarios es el nuevo "boca a boca" para promocionar y ayudar al comercio de barrio. Instagram colaboró creando la herramienta instagram shopping, que da visibilidad, en especial, al pequeño negocio y facilita la compra al cliente con acceso directo al catálogo de productos.
En Murcia, las agencias se han puesto en marcha, abriéndose un hueco en el mercado como asesoras para estos negocios que necesitan un impulso. Como ejemplo, #Empréndelo, un proyecto nacido en 2020 "ante el requerimiento de cubrir necesidades de las empresas en el mercado online actual en el que procesos, estrategias e incluso productos están en constante cambio".
Fueron varias las empresas murcianas que, ante el parón de producción, tuvieron que hacer un balance de las necesidades del momento y redirigir el norte de sus fábricas.
José es dueño de una empresa de rotulación en la Región y, tras el confinamiento, modificó su producto a mamparas, mascarillas y otros enseres sanitarios. Fue su responsabilidad para mantener a su plantilla en marcha y "casi su obligación, pues era lo único que tenía salida".
Adrián, Sebastián y Carmen, hermanos y madre, llevaban abiertos 6 años como pub Monkii cuando la pandemia de la Covid-19 obligó a bajar la persiana de todos los locales.
La cuarentena terminó, pero la incertidumbre parecía no tener final: “como no queríamos perder el local, decidimos transformarlo en un negocio más compatible con la situación”. Sin pensarlo mucho, se embarcaron en esta reconversión a tienda vintage con productos de segunda mano: "Nunca habíamos tenido un negocio así, simplemente fuimos viendo lo que había que hacer e intentamos ser auténticos".
Jarras y tiradores de cerveza son los vestigios de que, no hace tanto, la gente bailaba y bebía en el local situado en el corazón de las tascas de Murcia. Elementos vitales de un bar, ahora son decorado de la personalidad de la tienda.
Teniendo en cuenta la situación actual, apuestan por las redes sociales como alternativa a ir de escaparates. Las cuentas en Instagram y Tiktok forman parte de su estrategia comercial y creen que la exposición en internet es vital para generar una imagen de marca: "Creamos redes sociales nuevas para el formato de tienda. Cada concepto tiene su personalidad". También se encuentran en proceso de crear una página web.
Ahora se plantean la posibilidad de, cuando las restricciones lo permitan, fusionar las dos ideas: desmontar la tienda el viernes y que el negocio funcione como bar hasta el lunes siguiente. Aunque insisten en separar las personalidades de ambas formas de comercio, adaptar el espacio a las necesidades de los clientes es una buena estrategia en la que ambos negocios se retroalimentan.
Los murcianos han sido buenos anfitriones, pero los pequeños negocios sufren la gran mayoría de los efectos colaterales de las restricciones, “tenemos que seguir trabajando en que nos conozcan y en nuestro producto, porque la calidad de lo que vendes habla por sí sola”.