MURCIA. Si algo hemos aprendido durante esta pandemia, es que resulta extremadamente complicado planificar, no ya a largo, sino incluso a medio y corto plazo. Estamos a merced de un virus que se ha convertido en protagonista indiscutible de nuestras vidas, personales y profesionales, y que revolucionó en pocos días la manera de relacionarnos, organizarnos y adaptarnos a los cambios.
En este contexto, de inevitable incertidumbre, es esencial que las empresas familiares traten de paliar los riesgos potenciales que les puedan afectar y no sólo se preocupen, sino que sobre todo se ocupen del relevo generacional y la necesaria planificación adecuada del mismo; puesto que sin una planificación estratégica no hay futuro como conocen bien los socios y directivos de más avanzada edad de las compañías quienes, suelen asumir un liderazgo muy personalista.
"Hay que evitar la improvisación y el riesgo de adoptar decisiones precipitadas,marcadas por un inevitable componente sentimental propio de las relaciones familiares"
En efecto, la experiencia pone en evidencia que los negocios familiares deben anticiparse y prepararse ante acontecimientos futuros, que como la covid 19, puedan comprometer su continuidad y dotarse de mecanismos suficientes para que, llegado el momento, la transición generacional sea ordenada y evite problemas en la sucesión por la siguiente generación, futuros líderes, posesión del capital, etc.
Una correcta planificación pasa por un asesoramiento profesional que, de manera global, contemple los aspectos estratégicos que han de abordarse en un Protocolo Familiar, de modo que se evite la improvisación y el riesgo de adoptar decisiones precipitadas, en algunos casos, marcadas por un inevitable componente sentimental propio de las relaciones familiares que dificulta la resolución pacífica y objetiva de los potenciales conflictos.
Es fundamental que se defina y se incluya en el Protocolo la gestión y administración de la empresa familiar, la forma y momento en que se llevará a cabo la sucesión, los presupuestos objetivos para acceder a los diferentes puestos, la entrada o salida de socios, las remuneraciones de familiares, mecanismos de resolución de conflictos, etc.
Por todo ello, el Protocolo de Empresa Familiar es una eficaz herramienta para establecer unas normas claras que faciliten la convivencia en la empresa y permite que la sucesión deje de ser una asignatura pendiente para convertirse en un proceso gradual, ordenado, que aglutine el punto de vista de las distintas generaciones y genere confianza e incluso, retenga el talento joven que a veces termina por abandonar porque no ve con claridad "su momento y lugar" en la compañía.
En definitiva, planifiquemos lo que está en nuestra mano mitigando, en la medida de lo posible, el azote de una incertidumbre más cierta que nunca.
María Sánchez Serrano
Abogada del departamento legal de PwC Tax and Legal