MURCIA. El artista granadino Pablo Capitán Del Río inaugura este jueves la exposición La Fuga Ebria en la galería Artnueve, donde ha construido una instalación a través de obras que hablan sobre la mirada y el deseo. Artista versátil y polifacético -trabaja tanto la escultura como la pintura-, la obra de Capitán gira torno al objeto y lo tridimensional. Esta muestra, en concreto, está compuesta por piezas de resina, vidrio y quemaduras de hierro, de materiales que pueden actuar como transparencia, hueco o reflejo. Las variaciones que presentan a lo largo de la sala parecen un fraseo, o más bien un balbuceo, en ese "lenguaje sordociego de la escultura" del que hablaba Oteiza, señalan desde la galería.
"A pesar del fascismo que vuelve, no hablamos de cristales rotos, sino de resina mezclada con vidrio. La alquimia logra juntar y extender lo que separa cada fragmento, el lugar de la junta más es poroso como una frontera. Resina transparente tintada con pigmentos hasta conseguir el mismo tono y simular ser vidrio, dice el artista", según escribe en el texto que acompaña la exposición su comisario, Alfredo Aracil.
Destaca Aracil, que en La Fuga Ebria "el verbo importante es 'simular', pero no el sentido de disimular, de camuflar o hacer pasar lo que no se tiene por lo que se tiene". En este sentido, explica que "la política del simulo que propone Capitán tampoco necesita demasiado para confundir la pieza y el conjunto por medio del gesto instalativo. El fraseo proyecta líneas de deseo, que es como los diseñadores de jardines llaman a los tránsitos que se forman de manera azarosa, por el (ab)uso, por desvíos del itinerario principal". Así, "las líneas y los silencios se disponen en el suelo y la pared de la sala de exposiciones. El todo dibuja una partitura de curvas y extravíos, de manera tal que aparecen pliegues y en lugar de una recta tenemos el trazado de una circunferencia rota, con varias cuerdas y caminos posibles, como una plaza de geometría sensual que abraza y da la bienvenida".
Otro aspecto de la instalación de Pablo Capitán Del Río en Artnueve es "el tratamiento de lo blando, la capacidad de esculpir lo maleable" como representación de "una funcionalidad deforme o espiritualizada" para evocar la idea de la fiesta que se acaba, del después de..', "con el espacio público desapareciendo y el placer del encuentro que se pierde".
Alfredo Aracil apunta, no obstante, que "en este caso no hay mensaje que desentrañar, solo soporte. Cuando el soporte es la obra misma, se da una resistencia, el freno de mano de la producción artística. En la materia hay algo que se niega a ser trabajado por completo, la parte que se opone a la figura y al prejuicio".
Así, dice el comisario que "la instalación, en su querer espacial y temporal, busca atrapar al espectador en la fascinación de ser atrapado por una ocupación intensa y teatral, sostenida en un lugar indeterminado que a la vez es dentro y afuera. No obstante, la relación analógica entre fondo y figura está borrada, se complica. Conforma un marco, un continuum de algo que en otra vida fueron botellas". Ahora están vacías, rotas e inservibles. No obstante, en un sentido artístico, "han ganado un nuevo uso". "Fracturar el signo-botella es favorecer una fuga del sentido común y del sentir mayoritario. Con cada vidrio hecho pedazos se amplia la lista de posibles", añade.
"Es vital hacer que la mirada dude, que la vista sea interpelada por lo que no sabe, no por el lado de lo reconocible, por la sorpresa. Lo que se repite es lo diferente, no hay identidad posible en la tarea de agotar la realidad. Con lo que complicado es hacer caso omiso de lo probable y desear lo imposible, ¿no?", concluye el comisario de la muestra.
La galería contará durante este jueves con un horario especial con motivo de la exposición, que será de 12.00 a 14.00 horas y de 18.00 a 21.00 horas.