Conciertos en Cartagena y el Palmar

Javier Ruibal: "La industria de la música está, desde hace mucho, en su negocio de usar y olvidar"

10/12/2020 - 

MURCIA. "Serenidad y emotividad sin que falte el humor, que hay mucho", dice el cantautor gaditano Javier Ruibal sobre su último disco, al que ha bautizado con su apellido porque se trata de un trabajo que se forjó durante el confinamiento, durante "la completa soledad en que viví esos meses y donde fui yo más que nunca". Con este álbum bajo el brazo -que, por cierto, ha lanzado en formato libro-disco- el Premio Nacional de las Músicas Actuales (2017) y ganador de un Goya a la Mejor Canción Original por Intemperie (2020) llega a la Región de Murcia para ofrecer dos conciertos: este jueves será en Cartagena, en el Nuevo Teatro Circo (20.30 horas); y un día después, el viernes, en Murcia, en el Teatro Bernal de El Palmar (20.00 horas).

- Presenta su último trabajo, Ruibal, en un formato de libro-disco, en un momento en el que el disco físico no vive su mejor época. ¿Por qué ha decidido hacerlo así?, ¿es una especie de declaración de intenciones?

Precisamente por eso. Hay que devolver al disco el valor sentimental que tenía poniendo en conexión de complicidad a artistas y público. Además, las grabaciones no salen de la nada; cuestan esfuerzo y desembolsos económicos fuertes. El terreno sin ley de Internet ha mermado nuestros ingresos hasta niveles penosos. ¿Para cuándo una ley que impida las descargas gratuitas?

- 12 canciones inéditas, Intemperie y 13 relatos acompañando cada canción… Parece que para usted el confinamiento se convirtió en un periodo especialmente creativo. ¿Cómo fue trabajar durante este paréntesis de aislamiento y cómo influyó en su manera de componer?

Por suerte para mí, y gracias a la concentración y el esfuerzo, este encierro ha dado sus frutos. No suele sucederme que haga tantas canciones en tan poco tiempo. Lo de los relatos era algo que tenía en mente desde hace tiempo y, esta vez, por fin me he decidido.

- ¿A qué obedece el hecho de bautizarlo con su apellido como seña de identidad?

Pues, por dos razones. Por un lado, cierto agotamiento en la búsqueda de títulos sonoros y, por otro, este título refleja la completa soledad en la que viví esos meses, donde fui yo más que nunca.

- Es, además, un trabajo en el que ha trabajado con sus hijos -Javi como músico y Lucía como bailarina-. ¿Cómo ha sido esta experiencia de trabajar en familia?

Ya habíamos hecho, hace unos años, una gira que se llamó Casa Ruibal con el añadido del magnífico Iñaki Salvador al piano. En estos momentos de vuelta al afecto y a los espacios del cariño, andar de gira los tres juntos es muy reconfortante y adquiere un significado emocional, que no solo nos implica a nosotros sino también al público. La sensibilidad está muy a flor de piel y se nota muchísimo en los conciertos. Por cuestión de agendas de los tres, en esta ocasión voy a ir yo solo al escenario. Pero creo que lo bueno es que este repertorio lo permite, ya que se ha basado sobre todo en la voz y la guitarra.

- ¿Hay algún tema que destacaría en especial, por su significado o por lo que musicalmente representa?

Destacaría que todos tienen algo especial. Unos por haber tocado temáticas nuevas, otros por las formula melódicas que tambien son novedosas. Hay cierta relajación en el hecho de no querer demostrar todo lo que uno sabe, sino más bien de lograr una conjunción serena entre textos, melodías e, incluso, estribillos. Puestos, elegiría Sala de ausentes y Baile de máscaras por lo sensible. Por lo musical, Yo soy africano, Física Cuántica… qué se yo, me gustan mucho todas y no es común que yo esté tan contento con la totalidad.


- En general, ¿cómo definiría este trabajo?

Serenidad y emotividad sin que falte el humor, que hay mucho. La producción y los arreglos son de Javi Ruibal que ha diseñado espacios muy sugerentes con pocos elementos. Solo están la voz, las guitarras española y eléctrica, y las percusiones acústicas y electrónicas. Hay mucha transparencia y pocos muros sonoros.

- ¿Qué influencias musicales le han acompañado en este viaje?

Las de siempre. El flamenco, el jazz, el rock … y otras. Siempre buscando propuestas nuevas que incluyan esas sonoridades.

- Y en su puesta en escena… ¿qué es lo que se genera entre el público y usted durante los conciertos que está ofreciendo?

Siempre he tenido un público receptivo a lo que le he propuesto en cada ocasión. En esta gira sucede lo mismo, nos reunimos para encontrar la emoción mutua y también la diversión. Todo es importante.

-Una sensación un poco rara el enfrentarse con auditorios con aforos reducidos y público con mascarilla… ¿cómo lo está viviendo?

La mascarilla intimida mucho en todos los ámbitos, pero percibo al público muy deseoso de subirse a la catarsis colectiva y pasar un par de buenas horas. Si los invitas a cantar entran al trapo en seguida y creo que consiguen olvidarse un rato de la extraña situación en que estamos metidos.

Respecto a los aforos, creo que los ministerios de Cultura y Trabajo han sido muy poco consecuentes y demasiado exigentes. Nos metemos en un avión lleno hasta arriba durante dos horas, codo con codo sin distancia de seguridad, y luego actuamos en teatros de más de seiscientas localidades para ciento cincuenta personas. Sinceramente, no hay derecho.

- Ha ensalzado el papel de internet en la pandemia como vía de escape para no volvernos locos…pero ¿no cree es un arma de doble filo para los creadores tanta cultura 'gratuita'?

- Ya lo he dicho antes, en Internet la propiedad intelectual y los derechos de autor están absolutamente abandonados, necesitamos leyes que nos protejan. Se ve que lo de pensar, relajarse y desentenderse de la cadena productiva no es santo de su devoción. Hasta ahora no ha habido ni un político en el mundo que se haga portavoz de nuestras demandas. Luego nos piden el voto… Pero la red ha servido para que mantuviéramos contacto con cualquier amigo o familiar donde quiera que estuviese y eso ha sido muy bueno. En Amor en la red, que abre el disco, hay algunas reflexiones sobre eso.

- ¿Cómo ve el futuro de la música, del sector, de la industria…? ¿Cree que muchos de los cambios, no todos para bien, han llegado para quedarse?

Siento preocupación y pena por aquellos que van a abandonar el oficio debido a esta crisis de trabajo y de expectativas. Por otra parte la industria, desde hace mucho, ha ido deteriorando las espontaneidades y las propuestas más creativas y sugerentes, tomando todos los medios radiofónicos y televisivos para su negocio de usar y olvidar. No hay aprecio por aquello que trascienda y nos mejore sensiblemente y culturalmente, solo importa vender por docenas canciones copia. Por otra parte, puede que vuelva lo underground y en esos espacios haya lugar para las músicas con alma.

- Muchos años ya, Javier, sobre los escenarios… y la vida no deja de sorprender. ¿Qué siente que le queda por hacer?

Seguir, solo hay que seguir. Cada mañana se nos ofrece un nuevo día… si llueve, mejor para el campo; si hace sol, hay que ponerse a tomarlo un rato… Estoy en un momento vital en el que lo único que deseo es salud y poder seguir en este oficio maravilloso y privilegiado.


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