MURCIA. El 24 de julio de 2018, Demi Lovato ingresó en el hospital por una sobredosis. Tras el suceso, se mantuvo distanciada un largo tiempo de los focos, dando pie a todo tipo de especulaciones.
En la primavera de 2020, la estrella del pop ya está lista para contar su historia y lo ha hecho en una serie documental de cuatro capítulos emitida en YouTube. Su título es Dancing with the Devil, como el álbum que secunda su vuelta a la música, y en referencia a los demonios que la han acompañado y reconoce que la acompañarán de por vida.
Cuando la cantante y letrista se quebró, nadie en su entorno sospechaba de sus devaneos con las drogas duras. De hecho, un equipo de cámaras la estaba acompañando durante su gira mundial Tell Me You Love Me en un documental que ensalzaba su fortaleza.
“Sólo les estaba dejando ver la punta del iceberg”, reconoce la artista en un encuentro durante el pasado festival South By Southwest de Austin (Texas), donde la serie tuvo su puesta de largo.
Un mes después de celebrar seis años de sobriedad sobre el escenario del Barclays Center de Brooklyn, detalla cómo se volcó de manera desenfrenada en la experimentación con narcóticos como la mezcla de metanfetamina con MDMA, cocaína, oxicodona, marihuana y crack.
Impresiona ver en las primeras secuencias la mano tatuada con un león de Demi, atravesado por un gotero. Sin buscarlo, el felino cubierto de esparadrapo es una metáfora de la imagen exterior de superación que reiteradamente ha buscado Lovato, ocultando una herida crónica.
Alcohol, bulimia y abusos sexuales
La autora de éxitos como Sorry Not Sorry y Heart Attack, sufrió, de manera funestamente paradójica, tres infartos, un ataque al corazón, neumonía y fallo multiorgánico como consecuencia de la sobredosis. En la actualidad sufre secuelas provocadas por los daños cerebrales provocados, como puntos ciegos en su visión y la imposibilidad de conducir.
La cantante habla de sus traumas pasados sin tapujos, en ocasiones en llanto, pero en otras con la frialdad de alguien que ya ha exorcizado sus demonios en un diván. Refiere los sentimientos que le despierta su padre adicto, alcohólico y agresivo con su madre. Patrick Lovato sufría de esquizofrenia bipolar. Desde su muerte, su hija ha sido abogada por las enfermedades mentales.
A lo largo del documental, de una cruda honestidad, detalla sus desórdenes alimenticios desde los ocho años, fomentados por una infancia en la que participó en competitivos concursos de belleza, y extremados cuando inició su carrera musical.
“Hay tanta presión en la industria hacia las mujeres para que tengan una apariencia concreta…”, se queja. El suma y sigue de confesiones se le atraganta al espectador con confidencias sobre su falta de autoestima con los hombres y los abusos sexuales de los que ha sido objeto. El último por parte del dealer que le procuró el cóctel que casi la lleva a la tumba.
"Es impresionante y raro ver a una superestrella del pop contar su historia de manera tan auténtica y sin pretensiones. Hemos tenido el privilegio de presentar este viaje íntimo contado con vulnerabilidad. El profundo interés de Demi Lovato en la conciencia sobre la salud mental está ayudando a cambiar el panorama sobre un tema crucial en este año de traumas y pérdidas nacionales e internacionales”, agradecía la directora del festival de cine tejano, Janet Pierson.
Los dos primeros episodios de Dancing with the Devil están disponibles de manera gratuita en el canal de YouTube Demi Lovato.
Dos años después
La serie cuenta con los testimonios de allegados y familiares, tanto de su asistente social, su médico y su jefe de seguridad, como de famosos que le muestran su respecto y su preocupación: Will Ferrell, Christina Aguilera y Elton John. Este último no se anda con paños calientes: “Demi se ha abierto sobre sus adicciones, pero el hecho de reconocerlas no quiere decir que te cures, porque nunca lo haces. Eres adicto de por vida”.
Habla su psicólogo, habla su familia y sus dos mejores amigos. Todos confían en ella. “La serie puede ayudar a hablar de adicción y salud mental de formas que antes no se habían hecho. Es una historia personal con potencial universal”, exponía el director de la propuesta, Michael D. Ratner, en el SXSW.
Lovato no se esconde. Desvela que la noche de su sobredosis no fue la última en la que consumió heroína o vio a su traficante, y a la pregunta de desde cuándo no consume drogas y alcohol, reconoce fumar marihuana y beber de manera recreativa. Come con moderación, pero también se da sus homenajes, sin estar sometida a una estricta y angustiosa dieta. Sabe el peaje que puede pagar en los medios y entre sus fans, pero le compensa: “En el momento en que me desperté en el hospital, supe que quería compartir mi historia y grabar un disco para contarles toda la verdad a mis fans. Por doloroso e incómodo que resulte por momentos, también va a beneficiar a mucha gente”.