MURCIA. ¿No tienes ni repajolera idea de ópera pero el otro día en el dentista sonó el Nessun dorma y una pequeña chispita de emoción brotó en tu pecho? ¿Te llama la atención el universo de Madama Butterfly y sus periferias, pero crees que no se te ha perdido nada a ti en un auditorio? ¿Te produce sudores fríos la idea de comprar entradas para Tosca, no entender nada de lo que está pasando sobre el escenario y sentirte completamente fuera de lugar? ¿La única referencia que tienes sobre el género lírico son las escenas de La Traviata en Pretty Woman? Si has contestado afirmativamente a alguna de estas preguntas, no te preocupes, has llegado al lugar correcto.
En su inquebrantable vocación de servicio, Plaza ha confeccionado una guía dedicada a aquellos aprendices de espectador que ansíen adentrarse en los recovecos de la ópera y salir victoriosos.
Comenzamos nuestro manual para novatos de la lírica trazando un diagnóstico, un minuto y resultado de este cosmos de sopranos y barítonos. Toca preguntarse por qué acudir a la ópera sigue generando cierto reparo a una parte de la población. Abre fuego el docente, investigador y crítico de artes escénicas Enrique Herreras, quien sostiene que “persiste la mentalidad de que para disfrutar de una ópera tienes que ser un entendido y no es así. Lo que sí es cierto es que la ópera constituye un espectáculo exigente; estamos acostumbrados a ejercer de espectadores sin esfuerzo, a que nos lo den todo hecho y, en ese sentido, la ópera te pide mucho, pero también te ofrece mucho”.
Tramoyas arriba y abajo, llega el turno de Antonio Aranda, jefe del departamento de Gestión y Atención a Abonados y Clientes del Palau De Les Arts. En su caso, apunta al “desconocimiento en materia musical. Mucha gente piensa que el canto lírico es demasiado complicado porque lo ven envuelto de técnica y creen que no lo van a entender… Eso me parece un error. Al final, estamos hablando de que una interpretación te emocione y te llegue o no”.
“La ópera es la manifestación artística más completa que existe, pero también la más compleja. Esa complejidad genera reparos. Además, históricamente ha tenido mala fama: no se le ha tratado con cercanía, se ha hablado de ella como un rollo muy aburrido, con una señora gritando y un tío con un puñal detrás de ella”, señala el crítico musical, profesor de canto y arquitecto Jacobo Ríos-Capapé Carpi.
Planteados los contornos del asunto, es hora de hilvanar las claves que cualquier principiante debería tener en cuenta antes de plantarse en su asiento. Spoiler: no hace falta ir de gala ni saber alemán.
Música, danza, canto, escenografía, iluminación, dramaturgia, vestuarios suntuosos… ¡Belleza visual y auditiva por doquier! Asimilar todos los componentes de una ópera puede resultar apabullante para un recién llegado a sus orillas. Necesitamos recursos para no acabar paralizados o aturdidos con tanto estímulo, para no caer presos de un stendhalazo y poder gozar de verdad de arias y otras hierbas sonoras.
Para Herreras, la condición fundamental en este buceo rítmico es “ir con la mente abierta. Como arte total, la ópera une todos los elementos escénicos, así que puedes acercarte a ella interesándote por cualquiera de sus vertientes. Te puede atraer más la música, la interpretación, la puesta en escena…. No hace falta que lo controles todo la primera vez, sino que goces del espectáculo”. Por su parte, la soprano y asesora musical del Centre de Perfeccionament de Les Arts María Bayo apremia a “abrir bien los oídos e ir con tranquilidad para empaparse de todo lo que recibas, que va a ser mucho. Se debe ir dispuesto a recibir la energía que te traspasen los cantantes. Cada función es una oportunidad única. Una ópera en directo en un gran teatro impone, pero de una forma positiva”.
“Acudes a un evento cultural con orquesta, figurantes, un reparto de primeras voces líricas a nivel internacional… Todo eso lo hace muy atractivo, pero también puede resultar abrumador. Lo importante es no intentar entender cada detalle, sino dejarte llevar del espectáculo más grande del mundo”, considera Aranda, quien lanza aquí un pronóstico para audiencias novatas: “ver una ópera en directo, sí o sí, te va a impactar. Nadie sale indiferente”. En este sentido, Jesús Iglesias Noriega, director artístico del Palau de les Arts, comenta que cada espectador pone el foco “en diferentes aspectos de un espectáculo tan complejo y completo como es la ópera. Unos se sentirán seducidos por la orquesta o el coro, otros por la belleza del canto, otros por el drama. La experiencia que estamos teniendo con los Preestrena fins a 28 es el ejemplo perfecto. Jóvenes menores de 29 años están viniendo por primera vez a ver producciones de diferentes épocas y estilos. Y la reacción es fantástica”.
Llegamos así al segundo paso: entrar al auditorio con los deberes hechos. Según Aranda, para no sentirte abrumado por todo lo que supone una ópera, es importante buscar algo de información sobre el título concreto que vas a ver: “quién la compuso y cuándo, de qué trata, qué personajes tiene… Tener cierta curiosidad te da herramientas para sentarte en la butaca más preparado. En todo caso, no hay que tener miedo a no entender lo que está pasando en escena: cuentas con el programa de mano en el que te contextualizan el argumento; Les Arts, además incluye un servicio de subtítulos para poder seguir la letra… Y, al final, lo que te transmiten desde el escenario son sensaciones, por eso es tan importante abandonarse al espectáculo. Los estímulos de la escenografía y la música en directo son tan grandes que esos temores quedan muy relativizados. ¿A cuántos conciertos de grupos que cantan en otros idiomas acudimos sin que no entender del todo las canciones nos parezca un obstáculo? ”.
En este sentido, el crítico musical César Rus se muestra “convencido” de que la introducción de subtítulos ha sido un factor esencial “a la hora de ampliar públicos”, pero para un deleite absoluto, considera imprescindible echar un vistazo al argumento de la pieza antes de que se alce el telón: “conforme vas ganando experiencia te das cuenta de que las buenas óperas sulene tener detrás una buena historia”. De acuerdo, en casa hemos explorado el libreto de la pieza o, al menos, nos hemos detenido a escudriñar qué temas aborda y en qué coordenadas sociales se desarrolla. Siguiente paso. Aposentados ya en en el asinto, Ríos-Capapé aconseja “prestar especial atención al canto de los artistas: de todos los elementos de la ópera, el protagonista es la voz humana como instrumento, es lo que prima”.
Entra aquí en juego el vil metal, la guita, los cuartos. Y es que, entre los sambenitos que arrastran Nabucco, Aida y compañía se encuentra el de ser espectáculos que obligan a rascarse bastante el bolsillo. En este punto, Herreras señala que estas producciones líricas implican una cuantiosa inversión: músicos, cantantes, escenografía, personal técnico… y, claro, “eso repercute en el importe final de las entradas. Es cierto que el precio es una barrera de entrada importante, pero como primera toma de contacto, siempre puedes ir al ensayo general”.
Y en el mismo malecón encontramos a Aranda, quien recuerda que en el género lírico, “como en todos los espectáculos, existe una gran variedad de tarifas. En tu primera incursión tampoco es necesario sentarte en la mejor butaca para disfrutarlo, puedes asistir con una entrada media y gozar igual”. Cierra este apartado Rus con un contundente: “a quien le parezca cara una entrada de ópera, que piense cuánto cuesta ir a ver un partido de fútbol a un gran estadio…”.
Uno de los temores que genera cualquier evento social con el que no estamos familiarizados es el de no acertar con la vestimenta, errar el tiro en lo que a etiqueta se refiere. En el caso de la ópera, el pánico a no ir correctamente emperifollado conecta con otro de los prejuicios que se asocian al género: el de tratarse de un espectáculo elitista, poco adecuado para el ciudadano de a pie. Así lo recoge Rus, quien sostiene que todavía persiste el prejuicio “de que la ópera es algo frecuentado por gente muy ‘estirada’, o que todo el mundo va de gala, pero no es cierto: la audiencia que acude a estas representaciones hoy en día es muy variopinta”. En la misma senda discursiva, se manifiesta Iglesias: “algunas personas aún tienen la percepción de que la ópera requiere de un cierto nivel cultural. Nada más lejos de la realidad y, de hecho, el esfuerzo que estamos haciendo todos los teatros para acercar la ópera a nuevos públicos está dando sus frutos”.
Estudiado ya el croquis sobre las cuestiones que deben tener en cuenta los neófitos, llega el momento crucial: elegir representación con la que estrenarse como espectador. ¿Podemos seleccionar cualquiera al azar o hay ciertas obras más aptas para oídos y pupilas poco entrenados en estos lares?
Como expone Ríos-Capapé, si es la primera vez que recalas en las costas operísticas “es importante seleccionar con cuidado el título que vas a ver. Esto es como ir a un restaurante que te han recomendado y que ese día al cocinero le salga fatal el arroz: es posible que no vuelvas jamás. Yo sugiero empezar por obras sencillas, amables, cómodas. En España estamos educados en una estética musical que forma parte de lo que llamamos la armonía clásica, la armonía tonal. Por ello, mi opción para los novatos es el belcantismo de Donizetti, Rossini, Bellini… Si tengo que nombrar un título en concreto, apuesto por L'elisir d'amore, de Donizetti, una obra agradable y con música pegadiza. Después ya me iría al Rigoleto de Verdi. Y de ahí pasaría a Puccini y La bohème, una pieza que te atrapa enseguida. Estos títulos los escuchas un par de veces y ya no puedes parar, al día siguiente tienes mono. Cosa distinta sucedería si entras a la ópera con un Wagner, que te saca de tu confort armónico. El suyo es un mundo que debemos explorar, pero más adelante”. Un enfoque, el de poner a tus neuronas las cosas fáciles, es también compartido por Bayo, así, la artista propone “empezar con óperas asequibles, que tengan una historia fácil de entender, como El Barbero de Sevilla, de Rossini, que es chispeante y en la que es imposible aburrirse porque ocurren muchísimas cosas. O iría a ver Carmen, cuyos tonos pueden recordar al pop”.
Consultado al respecto, Herreras lo tiene claro, recomienda estrenarse con Turandot: “es muy agradable de escuchar, tiene momentos musicales preciosos y las puestas en escena tienen una gran espectacularidad. La Traviata y Madama Butterfly completarían la tríada de obras fundamentales con las que comenzar”. “Si no has venido nunca, comenzar con una pieza contemporánea quizás sea un error porque sus códigos son más complejos y te pueden tirar para atrás. Una buena idea puede ser ver piezas basadas en obras que ya conoces, por ejemplo, esta primavera en Les Arts está programada Macbeth, cuyo libreto parte de la famosísima obra de Shakespeare”, comenta Aranda.
Rus adopta aquí una posición algo alejada del resto de consultados, pues considera que la elección de una producción u otra “depende mucho de los intereses de la persona, a lo mejor llevas a alguien a ver un Mozart, que se supone que es fácil, y se aburre. Conozco a gente que se ha aficionado a la ópera a partir de asistir a piezas del siglo XX porque les gusta el teatro y conectan más con las propuestas contemporáneas. En mayo llega a València Wozzeck, de Alban Berg; es percibida por mucha gente como una rareza ya que musicalmente es algo complicada, pero es perfecta para que se inicien quienes adoran el cine”.
Y por esa misma linde transcurre Iglesias al defender que las diferentes generaciones aprecian los repertorios “de un modo diverso, en función de las estéticas a las que estén acostumbrados. Óperas románticas en las que el argumento es a veces más débil en favor de la música pueden interesar a personas de mediana edad que quieran iniciarse mientras que la gente joven busca historias con una fuerza dramática más potente, con música más cercana a su estética. En marzo en Les Arts tenemos Trouble in Tahiti, de Leonard Bernstein -compositor de West Side Story-, fresca, ligera, muy accesible para el público. Puede ser un modo sencillo para comenzar a quitarse miedos o prejuicios”.
Y hasta aquí nuestra guía para novatos con ganas de convertirse en fans. Libreto, telón…¡y acción!