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el tintero / OPINIÓN

Él se fue, pero nos queda su magisterio

Foto: Katrin Requadt / dpa

Los prohombres que gracias a su cultura y pensamiento saben adelantarse a los tiempos son a veces ninguneados, pero son los únicos asideros donde agarrarse para entender y entendernos. El Papa Benedicto XVI es, sin duda, uno de los referentes del pensamiento contemporáneo, al margen de creencias

6/01/2023 - 

El año 2022, otro año que muchos desean olvidar, acabó con una noticia triste, aunque esperada, la mañana del sábado 31 de diciembre moría Joseph Ratzinger a los 95 años. Un alemán tremendamente culto que, además de ser un gran teólogo y filósofo, alcanzó el papado con el nombre de Benedicto XVI. Cierto es que fue elegido tras un largo período donde San Juan Pablo II se convirtió en el papa de varias generaciones y alcanzó una gran popularidad, siendo entre otras muchas cosas pieza fundamental en el tridente que formó junto a Margaret Thatcher y Ronald Reagan para derrocar el comunismo en la URSS. Pero el tiempo ha ido reconociendo al gran labor y sobre todo el magisterio y la sabiduría de Benedicto XVI.

Lo urgente y lo importante

Una expresión muy utilizada es la de diferenciar entre las cosas que realizamos o valoramos por su urgencia o necesidad y las que realmente son importantes y que curiosamente solemos relegar o desplazar. En esta primera columna de 2023 lo urgente sería hablar de las atrocidades y destrozos varios que los políticos que rigen el Ayuntamiento de Valencia planean realizar en la que Dios quiera fueran sus últimos meses al frente de una ciudad que no merece ser maltratada de esta manera y que me duele que sus vecinos elijan con estulticia o maldad a tan perversos gestores. Pero siendo honestos a la verdad, lo importante es reflexionar, aunque sea a modo de barra de bar sobre la figura de un pensador y un papa de la talla humana e intelectual como Benedicto XVI, porque ahí es donde encontramos las claves para entender por qué tenemos este tipo de gobernantes.

La dictadura del relativismo

En la homilía de la misa pro eligendo Pontífice, el 18 de abril de 2005, un día antes de su nominación como Pontífice, Benedicto XVI habló sobre el relativismo. Recuerdo que en aquel momento me quedé con esa idea, sólo con una sencilla idea que luego he ido rescatando en conversaciones y situaciones de la vida como una de esas ideas-motor que sirven para comprender mejor lo que nos sucede. El Papa dijo: "Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos". Puede parecer algo irrisorio o incluso positivo, pero no debemos confundir relativizar ciertos problemas o situaciones que a todos nos preocupan, para sobrellevar las circunstancias de la vida, con la cada vez mayor imposición del relativismo, en sintonía con la denominada cultura de la cancelación y con la ya instalada, especialmente en el mundo de los medios, autocensura.

Foto: Oliver Weiken / dpa

Como gran pensador, Benedicto XVI supo prever el mundo al que nos encaminábamos, lo denunció y defendió la importancia de la fe para buscar y encontrar la verdad, la bondad y la belleza que todo hombre anhela. El filósofo y docente Miguel A. Quintana lo define perfectamente cuando explica: "Somos, por tanto, herencia, legado, vínculos; caminamos por las ciudades que otros construyeron y las bibliotecas que otros idearon; aprendemos de los demás a qué templos acudir para rezar y a qué normas recurrir para mejorar. Provenimos de la apuesta por la razón griega, del esfuerzo por civilizar romano, del modo de espiritualidad judío". Todo ello es lo que defendía Ratzinger.

España en la encrucijada

Curiosamente, España e Italia son los dos países cuna del catolicismo por su historia y por la cantidad de ejemplos de vida que han ofrecido a la Iglesia: santos, congregaciones, instituciones educativas, etc. Y pese a todo somos actualmente uno de los países con la legislación más agresiva para defender la vida, la verdad y la libertad. Esta última la cedemos creyendo que estamos contribuyendo a mejorar el mundo, nos encarcelamos en las nuevas tecnologías y celebramos que nos prohíban movernos libremente por nuestra propia ciudad. La verdad está supeditada a la dictadura del relativismo; por lo tanto, no existe una verdad, sino que cada uno construye su verdad y su teoría, y la vida se conceptúa desde una visión ociosa y hedonista, donde el dolor, la enfermedad y la muerte no tienen cabida en nuestra sociedad.

Todo ello trasciende a lo urgente. Muchos piensan en este año electoral que la solución pasa por cambiar a nuestros gobernantes, ¡qué ingenuos somos! Los que pueden sustituirlos hacen las mismas cosas, porque lo importante es la falta de principios, de creencias, de valores, de una educación sólida y clásica, donde se estudiara más historia, lenguas y filosofía y no sólo la forma de fabricar algo o de vender más productos. Es una batalla de largo recorrido y como casi todo lo importante el factor humano no es lo único que puede solucionar ese problema. 

Como diría Ratzinger, la fe se constituye como esa herramienta invisible que debe ayudar a los hombres de buena voluntad a construir de nuevo una sociedad que se rija por la caridad, la ética, el bien común y la defensa de los más débiles. Para ello, en una nota doctrinal el papa Benedicto XVI afirmó: "Si el cristiano debe ‘reconocer la legítima pluralidad de opiniones temporales’, también está llamado a disentir de una concepción del pluralismo en clave de relativismo moral, nociva para la misma vida democrática, pues ésta tiene necesidad de fundamentos verdaderos y sólidos, esto es, de principios éticos que, por su naturaleza y papel fundacional de la vida social, no son "negociables".

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