MURCIA. Los huesos del apóstol Santiago están a punto de ser robados. O, al menos, ese es el encargo que recae sobre la protagonista de La ladrona de huesos (2022), la última novela del escritor y abogado gallego Manel Loureiro que está reventando las ventas. Tras sobrepasar los 100.000 lectores con su anterior obra, La puerta (2020), el autor publicó hace unos meses un thriller que se ubica en la meca española del peregrinaje, el Camino de Santiago, y que ya contabiliza su tercera edición, sumando 70.000 ejemplares vendidos. Hablamos un rato con él.
- Un thriller desmemoriado, porque la protagonista, Laura, pierde la memoria por un acontecimiento. ¿Qué pintan los huesos ahí?
- Pintan mucho. Cuando Laura y su pareja, Carlos, están iniciando la fase final del Camino de Santiago el chico desaparece y le piden a Laura algo imposible si quiere volver a verle: que robe los huesos del apóstol Santiago. Además, tan solo tiene siete días para hacerlo. Se presenta uno de los primeros enigmas de la historia, ¿por qué ella? ¿por qué le piden algo tan extraño? ¿para qué quiere alguien unos huesos viejos que no se pueden certificar y no tienen valor en el mercado? Aquí entra la importancia de los símbolos, de cómo en un mundo cada vez más pragmático hay determinados símbolos que siguen teniendo una importancia brutal. Pero eso es el elemento de fondo para contar una historia que es una montaña rusa, que pretende ser un viaje electrizante que arrastra al lector pasando páginas sin poder parar hasta llegar al final.
- Comentabas que se ambienta en el Camino de Santiago, tu tierra, que, además, este 2022 -al igual que 2021- es Año Santo Xacobeo. Buen timing para publicar la novela. ¿Qué papel juega este escenario, más allá de ser solo ubicación?
- El Camino de Santiago no es solo un sitio, es una experiencia. Eso lo puede decir cualquier persona que lo haya hecho, porque todo el mundo vuelve cambiado. Yo vivía en Santiago, cerca de la catedral, y veía llegar a cientos de peregrinos cada día con la expresión de agotamiento absoluto, pero también de euforia, de triunfo, de haber cruzado algo que yo no era capaz de ver. El Camino es algo que nos conecta con otra manera de vivir el mundo. Por eso me parecía que plantear un thriller en ese entorno de cambio era muy adecuado, porque la historia, en el fondo, es la transformación de Laura.
- La historia se narra en tercera persona. ¿Por qué te has decantado por un narrador externo?
- Porque hay demasiados puntos de vistas. La historia salta de un lado a otro, no está solo en el Camino; también estaremos en Rusia, en Nueva York, en México... En diversos lugares del mundo viendo las cosas desde el punto de vista de muchos protagonistas. Principalmente de Laura, pero también de otras personas. Además, el narrador omnisciente me permitía contar cosas que los protagonistas no saben, pero al mismo tiempo jugar con los lectores y plantearles trampas y acertijos.
- ¿Pero tiene algo que ver la pérdida de memoria de Laura para que no se cuente en primera persona?
- Sobre todo es porque hay más de un punto de vista. Y, aparte, por la pérdida de memoria.
- La ladrona de huesos va por la tercera edición, con unos 70.000 ejemplares vendidos. La puerta, tu anterior novela, te dio más de 100.000 lectores y lectoras. ¿Cómo se gestiona que La ladrona de huesos, que lleva solo unos meses en la calle, sume ya 70.000 ventas y pueda sobrepasar a La puerta?
- Se lleva con una mezcla de emociones: por una parte, mucha alegría, porque La ladrona de huesos lleva 17 semanas en la lista de libros más vendidos. Me encantaría poder decir que todo es mérito mío, que soy genial y todo eso, pero no es verdad, porque hay factores que se escapan. A veces, los libros estallan, los lectores los hacen suyos y empieza una bola de nieve que tú ves asombrado. Por otra parte, con una sensación de responsabilidad enorme, porque llego a muchos lectores; la novela está publicada en diez países distintos. Y, por último, con una sensación de perplejidad absoluta, porque el chaval gallego que empezó a escribir hace 20 años sigue por ahí en alguna parte, con los ojos muy abiertos, un poco alucinado con todo lo que pasa y disfrutando mucho del viaje.
- Aprovechando que has echado la vista atrás, tu primera novela, Apocalipsis Z. El principio de los fines, se publicó en 2007. Empezó como un blog y se convirtió en libro. Han pasado 15 años. ¿Qué cambios has notado en la forma de publicar desde entonces?
- El blog lo empecé en 2005 el mismo día que cumplí 30 años. Entonces no existían ni Twitter ni Instagram y Facebook era una movida rara que utilizaban cuatro estudiantes universitarios norteamericanos. 17 años en términos de Internet y de redes es como irnos a Atapuerca, es la prehistoria más absoluta. El blog explotó y fue un fenómeno viral; yo creo que estuve en el momento adecuado y en el lugar adecuado. El mundo editorial ha cambiado mucho, se ha horizontalizado. Antes la crítica literaria iba de arriba abajo, donde los críticos, las revistas literarias y los suplementos literarios te decían lo que estaba de moda, lo que se leía. Ahora las recomendaciones están en las redes, en los fenómenos virales, en los booktubers y youtubers...