CARTAGENA. La anguila y el chanquete son, junto con la dorada, la lubina o el magre, la gran preocupación que tienen en estos momentos los pescadores de la Cofradía de San Pedro del Pinatar en las semanas previas a la Navidad. Son prudentes, porque las han visto venir de todos los colores, cuando se les pregunta cómo ha ido el año y si han sido capaces de sacar partido a un año que arrancó a finales de 2019 pasado con la DANA y continuó semanas más tardes con la anoxia que trajo miles de peces muertos a las orillas del Mar Menor
Un tiempo en la UCI, o lo que es lo mismo, 45 días parados, sin poder salir a faenar y sin, por tanto, traer dinero a casa, no les hizo perder la esperanza de que todo volvería a la normalidad o, a esa medio normalidad que estamos padeciendo en este fatídico 2020. "Hemos escapado muy bien", dice con la sinceridad que le caracteriza José María Castejón. "Hemos tenido un verano bueno en cuanto a capturas", añade el pescador, propietario del 'Nuevo Porvenir'. "Es verdad que quizá nos podíamos haber esperado algo más; no hay tanta como hace tres años y nos ha entrado mucha dorada de balsa que se ha metido al Mar Menor", pero "gracias a dios, hemos podido trabajar en condiciones".
El propio José María conseguía atrapar en un bol -una red cerrada- y tras una gran noche de capturas 17.000 kilogramos de doradas a comienzos de junio, una cifra difícilmente de imaginar para cualquiera.
"En este oficio hay que acostumbrarse a lo mucho y a lo poco" añade Manuel Aguado, otro veterano pescador de San Pedro. "No nos podemos quejar", repite, aunque se encomienda a las condiciones climatológicas y no tanto a las del mar: "todo depende de los vientos para estas pesqueras. El año lo vamos a cerrar no como hubiésemos querido, pero no nos podemos quejar".
El cierre de las fronteras internacionales tras decretarse el estado de alarma el pasado mes de marzo y la pérdida de un 60% en el precio del producto, abrió la posibilidad de competir en el mercado nacional y ahí, los pescadores han conseguido quitarse la mala fama que la laguna salada había adquirido tras tanto desacierto. Bien es cierto que aquellos momentos de grandes precios que lograban negociar en 2018 ya no asoman por la lonja -hasta un 30% menos que hace dos años-. Ahora, han conseguido estabilizar esa sangría y "seguir vendiendo pescado", como dice Carlos Sala, secretario de la Cofradía de Pescadores.
Siguen capturando lenguados, lubinas, doradas, cangrejo azul, ahora chanquete y anguila -destinada la mayor parte al mercado internacional-, sin mayor problema y muy lejos del ruido que se forma desde otros sitios. "El agua", por lo que puede ver cada noche José María "está clara, nada que ver la turbidez de hace unos años. "Los peces pasan controles sanitarios periódicos y tienen una salud perfecta", subraya Sala. "La gente empezó a cogerle manía cuando sucedió todo aquello del año pasado, pero a fuerza de ofrecer un buen producto hemos conseguido reflotarlo", añade.
Tanto es así, que allí la palabra ERTE no ha retumbado las paredes de la cofradía. "El trabajo es duro pero aquel que lo aguanta se mantiene porque seguimos en la mar", subrayan desde San Pedro. "Además, he de decir que no hemos tenido ni un caso de infección por coronavirus, se han sabido guardar, a pesar de navegar en barco, las normas para que afecte lo menos posible", incide el secretario de la Cofradía.
En plena tarea, no han dejado de pensar en lo que espera el año que viene. "Creo que no va a ser peor. Ya hemos podido ver doradas pequeñas que para el año que viene nos hacen pensar que tendremos faena", augura, con optimismo, el patrón del Nuevo Porvenir.