MURCIA. Son unas oficinas. Pero poco tienen que ver con la idea que uno se pueda hacer del típico lugar de trabajo. El nombre de este proyecto del estudio murciano Ad Hoc Arquitectura y Territorio ya da alguna pista de lo que se quería conseguir con esta pequeña edificación ubicada en una finca ecológica de Abanilla, que ha recibido una mención de honor en los últimos Premios de Arquitectura de la Región. Porque ha sido bautizada como 'Mandarina Coleóptera', ya que se inspira en esta fruta, en su forma y color, al tiempo que se convierte en una especie de artropofauna que vela por la protección de los cultivos de mandarinos que la rodean.
Estas oficinas autosuficientes de la empresa productora y distribuidora de productos hortofrutícolas 3MilSoles, situada junto a la ladera sur de la escarpada Sierra de Abanilla, responde a la necesidad que tenían los clientes de contar con una sede administrativa, donde organizarse, que fuera representativa y les diera visibilidad.
Así, como si hubiera brotado también de la tierra, emergió esta edificación con una propuesta detrás basada en dos estrategias: habitar el propio huerto e incorporar un visor de las explotaciones; unas oficinas domésticas que se insertan en el trazado hacia un mirador paisajístico. De esta forma, en un borde de la finca arranca un itinerario en pendiente que conduce hasta una pequeña plataforma desde la que se dispondrá de una vista de 360 grados del entorno. Por medio atraviesan las oficinas.
"Las vistas desde el mirador son de gran alcance: todo el valle sobre el que se extienden los infinitos mandarinos, las sierras que lo circundan, el pueblo de Abanilla, las aves que cruzan el cielo, el atardecer,.. Las vistas desde las oficinas son de corto alcance: la floración, el desarrollo de los frutos, el trabajo de los insectos, las gotas de lluvia...", señalan desde Ad Hoc.
El estudio añade que en cuanto a la ejecución se ha intentado, cuanto la economía ha permitido, "mantenerse en los parámetros propios de la bioconstrucción". Para ello, se ha utilizado "una estructura de madera que se reduce a un pórtico central en el que convergen dos crujías, también de madera, con pendiente para la recogida de aguas", así como "un muro estructural perimetral de termoarcilla que se perfora para establecer las pequeñas relaciones con el huerto, insertando carpinterías variadas, también de madera".
A esto hay que añadir "un forjado sanitario de hormigón que se acaba con un pulido de la capa de compresión en los interiores y un desbastado en la zona central para formar pendientes hacia una versión actualizada de impluvium (término latino para el sistema destinado a recoger el agua de la lluvia)". Por fuera se ha añadido un aislamiento térmico y una envolvente metálica para generar una elemental fachada ventilada.
Las instalaciones son completamente autónomas, con un sistema integral para el agua: recogida, acumulación, potabilización, depuración; una captación solar en una nave próxima para la energía eléctrica; y un sistema de climatización del aire de doble flujo por pozo canadiense.
Manifiestan desde el estudio murciano que, más allá de la sostenibilidad del proyecto, este pretende insertar la arquitectura en los ciclos de la vida y ofrecer una plataforma de interacción con el ecosistema propio de una actividad primaria que desarrolla unas prácticas agrarias, culturales y técnicas, respetuosas con el medio ambiente y que a su vez se inserta en un contexto más amplio y complejo.